Mucho se ha hablado de los problemas asociados al aceite de palma relacionados con la salud o el medioambiente, en este último caso, el ingrediente se ha asociado a la brutal deforestación llevada a cabo sobre todo en Indonesia y Malasia. Pero hay otros productos que también están asociados a problemas como la deforestación y tienen una notable huella del carbono, hablamos de la soja, alimentos que lamentablemente tiene un enorme impacto medioambiental.
El continente europeo depende de las importaciones de soja, sea para alimentar al ganado o como materia prima para la elaboración de productos para quienes siguen una dieta basada en los vegetales. Una buena parte de la soja procede de Brasil, durante años se ha estado deforestando la selva amazónica para ganar terreno en el que cultivar soja y satisfacer la creciente demanda mundial, y en los últimos años se ha intentado ejercer presión para conservar el denominado ‘pulmón del mundo’, logrando reducir la deforestación.
Pero a medida que esta presión se ha ido (en cierto modo) relajando, la producción de soja se ha trasladado a lugares como el Cerrado brasileño, una amplia ecorregión de sabana tropical de Brasil con casi dos millones de kilómetros cuadrados, en la que está presente el 5% de la biodiversidad del mundo. Brasil aumenta su producción de soja año tras año, contar con nuevas tierras de cultivo arrebatadas a selvas y sabanas le da ventaja sobre sus competidores, tanto por cantidad como por precio, por lo que ha logrado consolidarse como un proveedor de vital importancia en el mundo.
La producción global de soja es de unos 370 millones de toneladas, en 2012 era de 270 millones y en 1996 de 130 millones, se puede ver que el aumento es significativo. Organizaciones como la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) apuntan que la producción de soja para 2050 podría alcanzar los 515 millones de toneladas y Brasil será proveedor líder. También se puede citar Paraguay y Argentina, donde la deforestación y el monocultivo hacen estragos desde hace años en favor de la producción.
Para las empresas alimentarias de Europa, sea por utilizar soja directamente en sus productos o indirectamente a través de la alimentación del ganado, se plantean riesgos de reputación que son potencialmente graves en sus cadenas de suministro. La razón de ello es simple, no existe ningún requisito legal que obligue a las compañías a documentar el origen geográfico de la soja, o en su defecto, que proporcionen evidencias de que se ha producido de forma legal, sin causar daños medioambientales o humanos. Es decir, es una situación similar a la ocurrida con el aceite de palma, por lo que quizá es hora de empezar a hablar de una certificación que acredite que la soja se ha producido de forma sostenible.
Las empresas europeas que se abastecen de soja de los países citados no cuentan con la garantía de que la soja que adquieren no se ha producido a partir de la deforestación. Mighty Earth, organización internacional que trabaja para proteger el medioambiente y la biodiversidad, comenta que operadores como Cargill y Bunge muestran una ignorancia intencionada sobre la compra de soja procedente de Argentina y Paraguay, que supuestamente está asociada a la deforestación. Pero parece evidente que algo similar a lo ocurrido con el aceite de palma, ocurrirá con la soja, producto que muchas organizaciones medioambientales señalan como el nuevo objetivo, lograr que su producción sea sostenible y que se deje de deforestar y expropiar tierras a pequeños agricultores. Merece la pena leer este artículo de The Guardian de 2018 en el que se denuncia que el bosque argentino del Gran Charco, región geográfica que se caracteriza por tener amplias extensiones boscosas, está siendo arrasado por el cultivo de soja que se exporta a Europa.
De todo esto se ha hablado en la reciente reunión del Foro Económico Mundial de Davos (Suiza), recordemos que en este foro también se presentó el informe Cities and Circular Economy for Food, en el que se concluye que la actual producción alimentaria hace que la alimentación saludable sea imposible. En el foro se ha hablado de la producción de soja y se ha criticado su implicación en la deforestación y en el impacto que tiene en las comunidades indígenas, se ha pedido empezar a trabajar en serio y de forma coordinada para frenar esta situación similar a la causada por el aceite de palma.
La Comisión Europea está siendo presionada para que proponga un plan de acción contra la deforestación asociada a los productos alimentarios, en teoría, en unos meses se comunicará este plan. Los fabricantes temen que esto lleve a sufrir un desabastecimiento, por lo que algunos ya han empezado a abastecerse con soja cultivada en Europa, con ello se reduce la cadena de suministro, se limita la huella del transporte, etc. Esto ha provocado que empiece a cultivarse más soja en el viejo continente, de hecho, la Comisión Europea anunció planes para expandir la producción de soja en Europa, pero, ¿se podrá satisfacer la demanda?, la CE reconoce que no. Por tanto, no es extraño que las importaciones de soja desde Estados Unidos hayan crecido espectacularmente en apenas un año, de hecho, ahora mismo este país es el principal proveedor de soja con una participación del 52% del mercado.
Posiblemente y como comentan aquí, este año se hablará mucho de la soja y de los problemas asociados a su producción, ¿se formará también una ‘mesa redonda de la soja sostenible’?
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