Cuando leemos titulares de noticias como: ‘Llevar una dieta sana reduce X% los problemas cardiovasculares’, nos obliga a pensar en qué tipo de mundo vivimos y qué tipo de personas somos. No vamos a filosofear, pero como nos gustaría que la evolución hubiera sido de otra forma y los titulares de las noticias sobre la salud de la población dijeran: ‘Comer una vez al mes una hamburguesa con patatas fritas en un restaurante de comida rápida no afectará tu buen estado de salud‘, por poner un ejemplo.
Cuántas cosas ha creado la humanidad en su contra… y no dejamos de llevarnos las manos a la cabeza con nuevos productos que vamos descubriendo. No todo el problema recae sobre los fabricantes de alimentos que afectan negativamente a la salud, por supuesto, como siempre hemos comentado, hay un vacío educacional en alimentación y nutrición en todo el mundo, y la última elección sobre qué comer la tiene cada individuo. Si sabemos que dos de las cosas que más nos perjudican son las grasas y los azúcares, ¿cómo se pueden consumir con asiduidad productos como el Biscoff?, ¿lo conocéis?
Biscoff es una crema de untar, una crema que se define como ‘crema de galletas Speculoos’. Y habrá quien unte esta crema sobre unas galletas… En Estados Unidos hablan de este producto como de la nueva Nutella, ya sabéis la crema de cacao y avellanas italiana que también está desbancando a la tradicional Nocilla, por su sabor. De momento no hemos visto la crema de speculoos en nuestro mercado, aunque es muy posible que se encuentre en algunas tiendas especializadas en productos de alimentación americanos.
La base de la crema Biscoff son los Speculoos de la marca Lotus, las galletas europeas que nosotros conocemos como galletas caramelizadas, crujientes y con un sutil toque de especias. Sea como sea el proceso de elaboración de esta crema de galletas, según su composición contiene un 57% de galletas (harina de trigo, harina de soja, aceite vegetal (de soja, de girasol, de palma), azúcar, sal y especias), a esto le añaden aceite de canola o colza, azúcar, ácido cítrico y lecitina de soja (como emulgente), es decir, el 43% restante es grasa y azúcar. Los valores nutricionales no se indican por 100 gramos como es habitual, sino por cucharada (Tbsp).
Puede que en la etiqueta del producto haya alguna diferencia, tal y como advierten en Amazon, donde hemos encontrado la composición de la crema Biscoff, pero no será muy diferente.
Este es un ejemplo de los muchos que podríamos poner sobre los productos o alimentos que sobran en el mercado, puede estar muy rico, y seguramente si una vez al mes untáramos unos gajos de manzana en esta crema de galletas, lo disfrutaríamos y no perjudicaríamos nuestra salud, pero pueden suceder varias cosas, ¿cuántos padres cogen un tarro de Biscoff, de Nutella, de crema de cacahuete… y preparan con ello el sándwich diario de la merienda para sus hijos?
Y en el caso de que se consuma ocasionalmente, también la crema de cacao y avellanas se toma de forma ocasional, o una bolsa de patatas fritas, o las galletas negras rellenas de crema de leche, o los cereales… así que día sí día no cae alguno, todo cargado de los nutrientes que menos necesitamos, qué fácil es padecer una sobredosis de azúcar.
El mercado está como está, y desde luego, no vamos a poder con él. Pero nuestra alimentación y la de los nuestros sí está en nuestras manos. Hagamos algo para cambiar las noticias sobre la salud, al menos en lo que respecta a nuestro estado nutricional (al de la población) y a los índices de los afectados por patologías que provocan los malos hábitos alimentarios. La salud empieza en la cesta de la compra.
Foto | Anthony Albright