Hace un par de meses podíamos saber que cada vez hay más insectos que desarrollan resistencia a los transgénicos, así se determinaba en un estudio publicado en la revista científica Nature Biotechnology, de una sola especie que había desarrollado resistencia a la toxina Bt integrada en los alimentos transgénicos en el año 2005, se pasó a cinco especies de insectos que habían desarrollado resistencia. Dado que los beneficios del maíz Bt están desapareciendo, las compañías biotecnológicas han anunciado el lanzamiento de nuevas generaciones de semillas modificadas genéticamente con un mayor número de genes para poder hacer frente a las nuevas amenazas.
Hoy podemos conocer un nuevo caso de resistencia en Sudáfrica, la polilla Busseola, una de las principales plagas que afectan al maíz en ese país, se ha convertido en una grave amenaza, al parecer ha desarrollado un mecanismo defensivo inusual ante la acción de la toxina Bt, ahora la resistencia de los insectos al maíz transgénico se hereda como rasgo dominante y no recesivo, mostrando que un nuevo mecanismo defensivo de la polilla ha evolucionado, no siguiendo un patrón habitual de adaptación. Los investigadores explican que se trata de un mecanismo de resistencia no convencional que todavía deben estudiar e identificar.
Es una excepción de la regla, al cabo de unos años de haber introducido el maíz transgénico en Sudáfrica, los investigadores observaron que las polillas se habían hecho resistentes, pero además se reproducían y propagaban rápidamente, lo que obligó a estudiar el fenómeno. Los expertos cruzaron las polillas que eran resistentes con otras polillas importadas de Kenia, país en el que todavía no se ha introducido el maíz Bt y por tanto los insectos no tienen adquirida dicha resistencia. Se constató que la descendencia era igualmente resistente a la acción de la Bt, toxina procedente de los genes del Bacillus thuringiensis, bacteria que se ha utilizado como insecticida comercial durante muchos años, y cuya particularidad principal es la producción de toxinas que resultan mortales para los insectos. La descendencia cuenta con la misma resistencia que la de los padres, por lo que se constata que esta resistencia ha evolucionado y es heredada como rasgo dominante y no recesivo.
Este nuevo mecanismo defensivo de los insectos contra la toxina Bt ha facilitado la rápida expansión geográfica de la polilla, los investigadores explican que se han de desarrollar nuevas estrategias defensivas, acciones como los refugios para frenar la resistencia de los insectos al maíz transgénico sirven de poco, recordemos que este tipo de refugios consiste en cultivar zonas de maíz tradicional dentro de las zonas de cultivos modificados genéticamente, se podría decir que se disponen comederos para los insectos para que no ataquen al maíz transgénico. Con la resistencia como rasgo dominante, atacarán ambos cultivos (refugios y cultivos) sin realizar distinciones.
El maíz modificado genéticamente produce la toxina Bt en toda la planta, su acción en principio es destruir el intestino de las larvas de las polillas, la técnica fue mucho más eficaz que el uso de insecticidas convencionales de amplio espectro. Con respecto a los insecticidas, los insectos evolucionan y luchan por sobrevivir, logran desarrollar mecanismos defensivos como la resistencia a estos insecticidas selectivos. Posteriormente apareció la barrera defensiva de la toxina Bt, el mecanismo de los insectos es el mismo, la lucha por la supervivencia, adaptarse desarrollando nuevos mecanismos, entonces se pusieron en marcha medidas como los refugios. Pero ahora estos sirven de poco dado que la resistencia es dominante y pasa a las siguientes generaciones. En principio, para que una polilla de siguiente generación tuviera esa resistencia, los dos padres debían contar con este mecanismo defensivo. Pero el apareamiento con insectos localizados en el refugio o «comedero» daba lugar a nuevos individuos que no sobrevivirían a la acción del maíz insecticida, la técnica funcionó bien unos años en Estados Unidos.
Ahora aparece la excepción de la regla, la descendencia adquiere la resistencia como rasgo común dominante, algo en lo que los expertos trabajan para desvelar. En Sudáfrica muchos agricultores siguen cultivando el maíz transgénico que integra la toxina Bt, pero deben utilizar al menos un pesticida, por lo que su siembra ya no resulta tan atractiva y rentable. A esto sumamos el nuevo mecanismo en el que la resistencia de los insectos al maíz transgénico se hereda como rasgo dominante, por lo que ahora es necesario replantear nuevas estrategias, la siembra de refugios ya no tiene mucha razón de ser, al contrario, puede facilitar la procreación y expansión de nuevas polillas resistentes. Como sabemos, la estrategia que se ha adoptado es desarrollar nuevas variedades de maíz que incluyen más de un gen, un ejemplo es el maíz transgénico SmartStax, éste incorpora hasta ocho genes distintos para poder soportar la acción de diferentes herbicidas, el ataque de varias especies de insectos y soportar diferentes enfermedades.
Esta solución a medio plazo puede terminar siendo contraproducente, es posible que esta variedad de polilla u otros insectos puedan adaptarse rápidamente ante las nuevas variedades y desarrollar resistencia que podrá transmitirse como rasgo dominante. Los investigadores plantean una alternativa, un cambio de estrategia, en vez de dotar al maíz con nuevas armas que probablemente serán superadas, trabajar en una gama de toxinas contra la polilla utilizando componentes biológicos, como por ejemplo, hongos patógenos o avispas parasitarias. Podéis conocer todos los detalles de la investigación a través del artículo publicado en Plos One, y a través de la página del IRD (Institut de recherche por le développement).
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