Ayer se llevó a cabo en Bruselas la votación para la aprobación de dos nuevas variedades de cultivos transgénicos y la renovación del permiso para el cultivo del único maiz modificado genéticamente aprobado en la Unión Europea, el maíz transgénico Mon 810 de Monsanto. Las dos nuevas variedades presentadas fueron el maíz modificado genéticamente Bt11 y la variedad 1507, en ninguno de los dos casos se alcanzó la mayoría cualificada, es decir, obtener como mínimo un 65% de los votos a favor o en contra.
Lo mismo ocurrió con la renovación del permiso para el cultivo de maíz transgénico MON810 en suelo comunitario, hay que recordar que esta votación ya se celebró en enero con resultados similares. En esta ocasión y hablando del maíz MON 810, sólo votaron a favor de su renovación ocho Estados miembros, por supuesto, uno de ellos es España, lo que representa un 34’5% de la población de la UE, muy lejos de esa mayoría cualificada. Seis Estados se abstuvieron en esta votación y 14 votaron en contra.
Los datos con respecto a las nuevas variedades transgénicas fueron similares, incluso peores, ya que sólo seis Estados votaron a favor, lo que representa un 30’45% de la población comunitaria. Y ¿ahora qué pasa?, pues con casi toda seguridad se puede decir que se renovará el permiso para el cultivo del maíz MON 810, recordemos que cuando no se obtiene la mayoría cualificada a favor o en contra (se han abstenido varios países), la decisión recae sobre la Comisión Europea, ya que, según la legislación, la CE está obligada a tomar decisiones sobre aquellos temas pendientes que no terminan de resolverse, como es en este caso.
Decimos que posiblemente se renovará porque la Comisión Europea ha respaldado siempre el cultivo de transgénicos, cuando una decisión de estas cuestiones ha recaído sobre este organismo se ha procedido a la aprobación sin que nada se pueda hacer al respecto. Quizá sería hora de cambiar la legislación sobre la mayoría cualificada, evitar que se abstengan en la votación los distintos países, o aprobar o denegar obteniendo una mayoría simple. Claro, que esta situación legislativa, favorece a la CE y a las empresas para las que parece estar trabajando este organismo.
La Federación Internacional de Agricultura Ecológica (IFOAM) ha pedido a la Unión Europea que retire las tres propuestas, la aprobación de los dos cultivos indicados y la renovación del permiso del maíz MON 810, ya que la votación muestra que la mayoría de Gobiernos de los Estados Miembros, no están de acuerdo con la aprobación de los tres cultivos, pero esta es una solicitud que cae en saco roto por la cuestión de la mayoría cualificada. Por otro lado, esta organización ha aprovechado para destacar el fuerte crecimiento que está experimentando el mercado de los alimentos ecológicos, algo que muestra claramente qué es lo que quieren los ciudadanos comunitarios.
El presidente de esta asociación ha asegurado que la UE no necesita transgénicos, ya que este tipo de cultivos lo único que hacen es crear problemas y costes adicionales a los agricultores que cultivan alimentos tradicionales o ecológicos. Autorizar alimentos que están prohibidos en 17 Estados Miembros no tiene sentido alguno, la CE debería realizar lo que es más relevante para los ciudadanos europeos, pero este es un deseo que no se cumplirá. La razón es sencilla, la principal premisa de la Comisión Europea es el comercio y los intereses económicos, por lo que es fácil que apruebe las propuestas indicadas.
Greenpeace opina lo mismo, quizá no se ha alcanzado una mayoría cualificada, pero es evidente que existe un gran número de rechazos que supera claramente al número de países que avalan la aprobación. Por su parte, organizaciones como EuropaBio, responsable de promover la biotecnología alimentaria como una de las ciencias más adecuadas para hacer frente a algunos de los problemas a los que se enfrenta la humanidad, denuncia lo que considera un tema político que pretende superar la ciencia a la hora de autorizar un alimento transgénico en la UE, recordemos que algunos investigadores consideran que la oposición a los transgénicos en Europa se basa en la política y no en la ciencia.
Según leemos aquí, EuropaBio considera que lo mejor que puede hacer Europa es apoyar la innovación y la competitividad, así como implementar políticas que estén basadas en la ciencia y no en prejuicios. Por otro lado, considera necesario permitir que empresas e investigadores tengan acceso a los sistemas de autorización fiables y favorables a la innovación, que garantizan la puesta en el mercado de productos fiables y seguros, alimentos que contribuyen a la seguridad alimentaria y la sostenibilidad.
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