La realidad del salmón de piscifactoría, un problema global que afecta al medio ambiente y a los consumidores

El salmón ha pasado de ser un símbolo de lujo gastronómico, a un producto de consumo masivo, pero detrás de esta accesibilidad y omnipresencia en los supermercados se esconde un problema global que afecta al medio ambiente y a los consumidores, esta problemática es alarmante para algunos expertos, ya que abarca desde el bienestar animal hasta la sostenibilidad medioambiental. Los informes recientes como el publicado por Foodwatch, muestran la realidad del salmón de piscifactoría, dejando claro que la cría intensiva de salmón está lejos de ser una solución sostenible para satisfacer la demanda mundial.

En el año 2023 Noruega, que es uno de los mayores productores de salmón de piscifactoría del mundo, registró la muerte de unos 100 millones de salmones en sus instalaciones acuícolas, un nuevo récord que destaca la magnitud de los problemas que tiene este sector. Según el informe «Faule Fische» de Foodwatch, uno de cada seis salmones criados en estas granjas acuícolas, murió antes de alcanzar su tamaño comercial. Las causas principales incluyen las infecciones masivas, las infestaciones de parásitos como los piojos de mar y las lesiones resultantes de las condiciones de la masificación.

Los piojos de mar son unos pequeños crustáceos que se alimentan de la piel y sangre del salmón, causándoles heridas profundas y debilitando su sistema inmunológico, lo que en ocasiones deriva en infecciones fatales. El impacto es tan severo que los expertos describen el proceso como si los salmones fueran «devorados vivos». Recordemos que en el año 2017 ya hablábamos de la problemática del salmón en el post Los salmones de piscifactoría están obesos, deprimidos, sordos, sufren escoliosis y tienen piojos, y muchos de estos problemas se asocian a la crianza en cautividad.

Además del sufrimiento animal, la industria del salmón de piscifactoría tiene un impacto devastador en los ecosistemas marinos, ya que cada año, aproximadamente unos 200.000 salmones criados en cautividad escapan al océano en Noruega. Se trata de ejemplares debilitados por las enfermedades, algunos tienen alteraciones genéticas y representan una amenaza para las poblaciones de salmón salvaje y trucha marina, ya que pueden transmitirles esas enfermedades y problemas genéticos por competir por los recursos y el apareamiento.

De ahí que una investigación presentada por expertos de la Escuela de Ciencias Biológicas de la Universidad de East Anglia, concluyera que era necesario que el salmón de piscifactoría estuviera esterilizado, sobre todo si se trata de salmones modificados genéticamente, de ese modo se evitarían los problemas citados en el caso de que algunos ejemplares escapen a mar abierto y así preservar la genética del salmón salvaje y evitar la degradación de la especie.

Claro, que el problema no se limita sólo a Noruega, en Escocia, que es otro país importante en la producción de salmón, las muertes de salmones en las piscifactorías alcanzaron los 15 millones de ejemplares en 2022, muertes que según los expertos fueron agravadas por el cambio climático, la mala calidad del agua y el uso intensivo de antibióticos y productos químicos. Hablando de antibióticos, merece la pena recordar que el salmón que produce Chile contiene demasiados antibióticos, así se concluía en un informe elaborado por Oceana. Según este documento, el salmón de Chile superaba en 21 veces la cantidad de antibióticos que se utiliza en la producción de carne de vacuno, y en 5.700 veces el uso del fármaco por la industria noruega del salmón.

Según la investigación de Foodwatch, el actual modelo de producción daña el medio ambiente y contribuye a la inseguridad alimentaria. La dieta del salmón de piscifactoría incluye grandes cantidades de aceite y harina de pescado, productos derivados de la pesca intensiva en regiones como África Occidental. Esta práctica exacerba la sobreexplotación de los océanos y afecta a las comunidades costeras que dependen de los recursos marinos. Sobre la harina de pescado, merece la pena recordar que en ella se han encontrado genes de resistencia a los antibióticos, por lo que existe un riesgo potencial de que sean transferidos a los microorganismos que afectan a los seres humanos a través de la cadena alimentaria, en este caso a través del salmón de piscifactoría.

Problemas en la calidad del salmón de piscifactoría para los consumidores

La calidad del salmón de piscifactoría es también motivo de preocupación, en comparación con su homónimo salvaje, estos salmones tienen hasta tres veces más grasa, lo que hace que sean menos nutritivos. Algunos estudios han demostrado que su contenido de ácidos grasos omega-3 que son beneficiosos para nuestra salud, se ha reducido significativamente debido a cambios en su dieta. Esta investigación que podéis leer en este post, fue realizada por expertos de la Universidad de Stirling (Reino Unido) y concluía que el nivel de este ácido esencial se había reducido hasta el punto que habría que consumir dos raciones de salmón de piscifactoría, para recibir la misma cantidad de ácidos grasos omega-3 que anteriormente aportaba una sola ración.

Como comentábamos al principio, algunas investigaciones han identificado deformidades en los salmones de piscifactoría, como la escoliosis, la sordera y los problemas de crecimiento, problemas que son consecuencia directa de las prácticas intensivas de crianza donde se priorizan la rapidez de la producción sobre el bienestar animal. Esta problemática ha llevado a que se pongan en marcha algunas iniciativas que dicen basta a esta situación, recordemos que el año pasado un grupo de cocineros de Reino Unido pusieron en marcha una campaña en contra del salmón de piscifactoría. Los chefs dejaron de servir salmón de cultivo en los menús de sus restaurantes argumentando sobreexplotación, problemas de salud animal y problemas medioambientales, falta de calidad en el producto y lo más importante, las consecuencias que tienen estas explotaciones para el salmón salvaje.

Como decíamos, esta decisión se basa tanto en principios éticos como en preocupaciones sobre la calidad del producto, como alternativa, los cocineros promueven el consumo de pescados más sostenibles, como la trucha de piscifactoría de Cornualles. Estas acciones son un paso en la dirección correcta, pero la realidad es que el impacto es bastante limitado. Por ello, para generar un cambio significativo, es necesario que los países, los consumidores y los gobiernos se unan a este movimiento.

Los consumidores tienen un papel muy importante en este escenario, informarse sobre el origen del pescado que compran y optar por productos certificados con sellos que sean de confianza, ya que los sistemas actuales de certificación como el sello ASC no siempre garantizan transparencia, lo que dificulta la elección informada. El sello ACE (Aquaculture Stewardship Council) es una certificación internacional que, en teoría, garantiza que los productos procedentes de la acuicultura, como pescados y mariscos, cumplen con estándares específicos de sostenibilidad ambiental, bienestar animal y responsabilidad social.

Las grandes cadenas de supermercados también deben asumir su responsabilidad, por ejemplo, en Alemania, la organización de consumidores Foodwatch ha lanzado una petición para exigir a cadenas como Aldi y Edeka que dejen de vender salmón procedente de Noruega hasta que la industria solucione esos problemas estructurales que tienen.

Hacia una solución sostenible con el salmón de acuicultura

Para resolver esta crisis es necesario llevar a cabo cambios profundos en la industria de la acuicultura, y para ello se propone:

-La reducción del uso de productos químicos y antibióticos.

-La implementación de técnicas de crianza menos intensivas para mejorar el bienestar de los peces.

-Una mayor inversión en investigación y tecnología para reducir las pérdidas y reducir los impactos ambientales.

Foodwatch recomienda mientras tanto que los consumidores tomen decisiones más responsables, reduciendo el consumo de salmón de piscifactoría, o buscar alternativas más sostenibles, ya que de este modo se puede contribuir a un cambio que es necesario para proteger nuestros océanos y garantizar un futuro más saludable para todos. Podéis conocer más detalles del estudio a través de este artículo publicado en la página de la asociación de consumidores y a través de esta página sobre la campaña que se está realizando para que los supermercados de Alemania no comercialicen salmón de Noruega.

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