Un grupo de investigadores del INTA (Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria de Argentina) logró desarrollar hace unos años una primera variedad de patata mejorada con CRISPR, para que no se oxide cuando se pela, corta o golpea debido a la recogida de la cosecha, el transporte o la manipulación y procesamiento. Es la primera variedad que se desarrolló utilizando la técnica de edición genética CRISPR-Cas9, y ahora se anuncia que llegará en breve al mercado argentino.
Recordemos que anteriormente hemos hablado del desarrollo de otros alimentos como, por ejemplo, las manzanas Arctic Golden y Arctic Granny en Estados Unidos, cuya característica principal es que no se oxidan al pelarlas, no aparece ese tono marrón o pardeamiento enzimático sobre la superficie de las manzanas, aunque en este caso, se trataba de unas variedades transgénicas que generaban cierto rechazo.
En el caso de la nueva variedad de patata que ha sido desarrollada a partir de la variedad Desiree, los expertos han utilizado la edición genética CRISPR (Clustered Regularly Interspaced Short Palindromic Repeats)-Cas9, herramienta que permite “cortar y pegar” secuencias específicas de ADN, pero de una misma especie, por lo que no se puede hablar de modificación genética o transgénicos, donde se incluye la transferencia de genes de otras especies.
El denominado pardeamiento enzimático se produce por la oxidación de la patata y es causante de alterar la textura, el color y el sabor, afectando a la calidad y las propiedades nutricionales. Este problema es causante de grandes pérdidas para los agricultores, además de ser un factor que contribuye al desperdicio alimentario en todos los eslabones de la cadena alimentaria.
Los expertos del INTA desactivaron con la herramienta genética el gen que codifica la expresión de las enzimas polifenol oxidasa, causantes de la oxidación o pardeamiento. En las pruebas realizadas se constató que las ralladuras de esta variedad de patata editada genéticamente podían mantenerse hasta 48 horas expuestas al aire sin que se produjera el pardeamiento, algo que no ocurre con patatas tradicionales, ya que en cuestión de pocos minutos se inicia el proceso de oxidación adquiriendo ese tono marrón.
Anteriormente, la nueva variedad de patata fue sometida a la Instancia de Consulta Previa ante la autoridad regulatoria argentina, que arrojó como conclusión que esta variedad se podía considerar convencional porque no integra genes de otra variedad u otras especies, por tanto, no se puede considerar una variedad transgénica. Los investigadores comentan que es posible replicar el procedimiento con otras variedades que puedan ser de interés para los consumidores de países latinoamericanos y del mundo en general.
También explican que este año se registrará la nueva variedad y a partir de ese momento las empresas agrícolas podrán solicitar la licencia para su cultivo, y apuntan que si las empresas agrícolas de otros países están interesadas, podrían obtener la autorización para el cultivo. Merece la pena recordar que hace unos meses la FAO presentó los resultados de una evaluación sobre el impacto de la edición genética en la seguridad alimentaria, concluyendo que no era esencial crear un conjunto de regulaciones y dando, en cierto modo, el beneplácito a la edición genética para mejorar los alimentos, de ello hablábamos en este post.
Cultivar y comercializar alimentos editados genéticamente ya es una realidad, y es probable que en pocos años se puedan encontrar todo tipo de alimentos desarrollados utilizando la herramienta de edición genética CRISPR-Cas9. Podéis conocer todos los detalles de la noticia a través de este artículo publicado en Agro–Bio.