Según las conclusiones de un estudio realizado por el CSIC (Consejo Superior de Investigaciones Científicas), la microflora gastrointestinal influye en el peso corporal, así que dependiendo de su composición podría favorecer la obesidad. La microflora gastrointestinal es el conjunto de bacterias que viven en nuestro intestino en dos modalidades distintas de relación, comensalismo (compartiendo mesa) proceso del que sólo una especie obtiene beneficio, y simbiosis, una interacción entre distintos organismos que reporta beneficios a todos los organismos que participan.
En este caso la investigación se ha centrado en los bacteroides, género de bacterias perteneciente al primer grupo, aunque se trata de bacterias que sí benefician al ser humano. El otro grupo estudiado ha sido el formado por los clostridium que habitan en los intestinos y que no se consideran bacterias patógenas como lo son otras especies de la familia.
En la investigación participaron 36 adolescentes que padecían sobrepeso u obesidad, y se les sometió a una dieta específica y un plan de actividad física durante 10 semanas. Con este estudio los investigadores han podido constatar diferencias en las respuestas ofrecidas por cada organismo ante un mismo tratamiento. Trece jóvenes perdieron menos de dos kilos durante la investigación, mientras que el resto superaron los cuatro kilos de reducción de peso. La conclusión es que la composición de la microflora gastrointestinal influye en el aporte energético recibido por el organismo y por tanto en el peso corporal.
Al parecer, poseer una población de bacteroides más significativa y una población de clostridios más reducida en el organismo, provocaba una mejor respuesta en la pérdida de peso, estos índices bacterianos no se establecían en los trece jóvenes que no superaron los dos kilos de reducción de peso. Tras realizar distintos análisis en la ingesta energética, en los componentes de la dieta o en las heces, los investigadores detectaron mayor carga energética con relación a este último elemento del grupo de los adolescentes con menor reducción de peso.
Gracias a este descubrimiento, se pueden desarrollar en un futuro nuevas estrategias nutricionales contra la obesidad, quizá sería una buena herramienta a utilizar junto a la nutrigenética o dieta del ADN.
Los expertos indican además que se podría modular la composición de la flora bacteriana para reducir la incidencia de las enfermedades metabólicas asociadas a las bacterias que viven en nuestro sistema digestivo. Esta sería una de las explicaciones sobre por qué una misma dieta influye de modo distinto en cada persona.
Puedes consultar más detalles sobre la investigación a través de la página oficial del CSIC o a través de la revista científica digital Obesity.
Foto | Eduardo Deboni