Hace unos días un grupo de investigadores de la Universidad Carnegie Mellon daba a conocer un estudio en el que se concluía que la lechuga crea tres veces más emisiones de gases de efecto invernadero que el bacon, aseguraban que frutas, verduras, mariscos o productos lácteos eran más perjudiciales para el medio ambiente por su elevado gasto en recursos, lo que resultaba en un mayor nivel de gases de efecto invernadero por caloría de producto. Los expertos analizaron la huella hídrica, las emisiones de gases responsables del calentamiento del planeta y el gasto energético asociado a los patrones de consumo de diversos alimentos, una de las conclusiones ya la hemos citado.
Se estudiaron parámetros como el tipo de cultivo y los procedimientos para llevarlo a cabo, el procesamiento, el transporte, las ventas, el almacenamiento de los hogares, etc., a fin de conseguir datos sobre el gasto de recursos energéticos, el agua y la liberación de gases de efecto invernadero. En el caso de la lechuga, durante todo el proceso, desde su producción hasta que llega a la mesa de los consumidores, los expertos destacaban que un 40% de ellas se desechaban en este camino. Por otro lado, para poder mantener las lechugas en buen estado en todos los eslabones de la cadena, el gasto energético se disparaba y en consecuencia, también el impacto medioambiental.
Al analizar la carne de cerdo se comprobó que energéticamente es un alimento más eficiente, es más fácil de transportar y mantener, siendo su gasto energético más reducido, de ahí que la conclusión final fuera que la lechuga genere muchas más emisiones de gases de efecto invernadero que productos como el bacon o la panceta. Con estos resultados se destaca que las directrices del Departamento de Agricultura estadounidense ha cometido errores en sus directrices dietéticas sobre el consumo de más fruta y verdura, ya que una dieta rica en estos alimentos produciría más emisiones de gases que favorecen el calentamiento global, que la dieta estadounidense habitual.
Evidentemente, este estudio ha generado una gran polémica, sobre todo porque varias investigaciones realizadas durante los últimos años han llegado a la conclusión de que es prioritario reducir el consumo de carne para reducir los efectos del calentamiento del planeta, siendo necesario cambiar el modelo de dieta apostando por una mayor ingesta de productos vegetales, grano, frutas, etc. Las conclusiones presentadas por los investigadores de la Universidad Carnegie Mellon han tenido respuesta, expertos del Livable Future’s Food Production and Public Health Program del Centro Johns Hopkins explican que hay un error en esta investigación ya que se realizaron las comparativas por calorías de producto, algo que puede inducir a equivocación.
Para Brent Kim, uno de los expertos del Centro Johns Hopkins, resulta absurdo comparar el impacto ambiental entre la panceta y la lechuga utilizando como denominador común las calorías, hay que tener en cuenta que una porción de lechuga tiene menos calorías que un chicle, no ocurre lo mismo con una porción de panceta. Es decir, sería necesario consumir una enorme cantidad de lechugas para igualar las calorías que contiene un trozo de panceta, concretamente 93 cuencos de lechuga equivaldrían a cuatro lonchas del producto cárnico. En definitiva, la carne sigue siendo uno de los alimentos menos eficientes para alimentar a la humanidad, del mismo modo que está demostrado que el tabaco provoca cáncer.
La lechuga no es peor para el medio ambiente que el bacon, quizá lo sería si tuvieran la misma cantidad de calorías. Hay que tener en cuenta que la comparativa se ha realizado con la carne de cerdo que en teoría, y según el gráfico que podréis ver en este estudio, es uno de los animales que menos emisiones de metano produce. No se ha hablado sobre los beneficios para la salud de comer uno u otro alimento, dado que el tema central de la investigación era la asociación entre la emisión de gases de efecto invernadero con la producción de determinados alimentos.
Se podría pensar que el estudio que concluye que la lechuga es peor que el bacon para el medio ambiente habría sido financiado por la industria cárnica, o sus autores tendrían alguna relación con ella, pero hay que decir que fue financiado por la Fundación Colcon, una organización sin ánimo de lucro que tiene como objetivo fomentar el entorno sostenible para garantizar la calidad de vida de las personas, abordando las principales causas y consecuencias de la superpoblación y sus efectos adversos en los recursos naturales.
Podéis consultar el estudio de la Universidad Carnegie Mellon a través de este artículo de la citada universidad, y en este otro de la revista científica Springer Link. La conclusión final de este estudio es que una dieta vegetariana no necesariamente tiene que tener un bajo impacto en el medio ambiente, y que comer carne no es algo tan malo para el medio ambiente como afirman varios investigadores y organizaciones que defienden la reducción de la producción de carne. En este artículo de Vegan podéis leer la contestación y la explicación de los supuestos errores cometidos en el estudio.
De todos modos es un tema a analizar con más profundidad, el hecho de que el 40% de la producción de lechugas se desechen a lo largo de los eslabones de la cadena alimentaria da que pensar, y es causa de que se incremente la cantidad de gases GEI asociados a su producción.
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