En Estados Unidos crece la popularidad de la leche no pasteurizada y de los productos lácteos derivados en general, poco a poco se suman personas al consumo de este tipo de productos que no han sido sometidos al proceso térmico que tiene como cometido reducir la presencia de microorganismos patógenos. Los consumidores argumentan que esta leche contiene más enzimas beneficiosas, ácidos grasos esenciales, más calcio y otros minerales, más vitaminas, etc.
Sin embargo, la leche no pasteurizada plantea problemas de salud pública que obligan a evitar su consumo, en el caso de Estados Unidos, se ha realizado un estudio en el que se incluyen estadísticas que merece la pena que los consumidores conozcan. En base a las estadísticas de consumo del periodo 2009-2014, se constata que los consumidores que toman este tipo de leche tienen hasta 840 veces más probabilidades de sufrir une enfermedad alimentaria. Además, tienen hasta 45 veces más posibilidades de ser hospitalizados si sufren una enfermedad por el consumo de esta leche, datos que deberían hacer pensar a quienes alaban las bondades de la leche no pasteurizada.
El informe de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos apunta que, de momento, sólo el 3’2% de la población consume leche no pasteurizada o leche cruda y un 1’6% consume queso que se ha elaborado con este tipo de leche, productos que son responsables del 96% de las enfermedades causadas por los productos lácteos contaminados. Esto preocupa al CDC, sobre todo sabiendo que a medida que aumente su consumo, se incrementarán de forma significativa los casos de personas que enferman por este motivo.
Lo cierto es que dado el auge del consumo de este tipo de leche y derivados lácteos en el país, y en respuesta a quienes quieren comercializar estos productos sin pasteurizar, en algunos Estados se han relajado las restricciones en los últimos años, algo que preocupa a los expertos en salud. Como ya comentábamos aquí, muchos consumidores buscan alternativas a los productos lácteos y los datos de consumo muestran que cada vez se consume menos leche, sin embargo, durante los últimos 15 años se han multiplicado los brotes asociados a los productos lácteos no pasteurizados, coincidiendo con la flexibilización de las leyes, que han permitido un mayor acceso de los consumidores a este tipo de productos.
En el año 2004, se contabilizaban 29 Estados que prohibían su comercialización, en el año 2011 el número se redujo a 20, por lo que a mayor disponibilidad de este alimento, mayor es el riesgo de contraer una enfermedad. Los expertos comentan que este grave problema de salud pública afecta cada vez a un mayor número de niños, ya que son consumidores de este producto porque los padres consideran que les proporciona una mayor carga nutricional. Los datos son bastante concluyentes, el CDC analizó cuatro patógenos habituales en la leche cruda, Salmonella, E. coli, Campylobacter y Listeria monocytogenes.
En base a las estadísticas de salud pública del periodo 2011-2014, se constató que los productos lácteos no pasteurizados fueron responsables de prácticamente la totalidad de los casos en enfermedades y hospitalizaciones que se producen cada año en Estados Unidos por enfermedades relacionadas con los productos lácteos. De acuerdo que los consumidores de leche cruda representa un pequeño porcentaje de la población como ya hemos comentado, pero en comparación con los consumidores de productos lácteos pasteurizados, tienen hasta 838’8 veces más probabilidades de sufrir una enfermedad y hasta 45’1 veces más probabilidades de ser hospitalizados.
El CDC lamenta que a pesar de todas las advertencias que ha lanzado, la FDA (Agencia de Medicamentos y Alimentación), el USDA (Departamento de Agricultura de Estados Unidos), diversos departamentos de salud locales y estatales, así como algunos consumidores, consideren que la leche que no ha sido sometida al proceso de pasteurización sea más nutritiva, obviando los graves riesgos que representa para la salud. Para los expertos, uno de los puntos responsables del problema es la falta de definición y regulación de lo que se considera natural, recordemos que la FDA todavía está inmersa en el proceso de definición y posiblemente aún pasarán algunos años hasta que concluya, de ello hablábamos aquí.
Los expertos hablan de este tema explicando que los alimentos considerados naturales no son necesariamente más seguros que los convencionales, un ejemplo claro es la leche sin pasteurizar. El temor del CDC es que siga la tendencia de relajar las leyes y permitir la venta de este tipo de leche y sus derivados, a través de este artículo del CDC podéis acceder a todos los detalles de la investigación.
Sería interesante contar con los datos de un estudio similar con la leche cruda que se comercializa en España, según AECOSAN (Agencia Española de Consumo, Seguridad Alimentaria y Nutrición), la leche cruda (leche producida por la secreción de la glándula mamaria de vacas, ovejas, cabras o búfalas, que no ha sido calentada a una temperatura superior a 40 grados centígrados y no se ha sometido a un tratamiento con un efecto equivalente) se puede comercializar en nuestro país cumpliendo los controles mínimos obligatorios que determinan que el producto cumple con los requisitos higiénico-sanitarios.
En Europa también se ha observado un aumento del interés de los consumidores por la leche cruda durante los últimos años, como en el caso de Estados Unidos, su consumo se ha asociado a un incremento de las enfermedades por su consumo. Para conocer en profundidad los riesgos de la leche cruda, así como la atribución de beneficios saludables erróneos, os recomendamos leer este completo post publicado en el blog Gominolas de Petróleo, que os ilustrará perfectamente sobre el tema.
Fotos | Yaniv Ben-Arie