En varias ocasiones hemos hablado de investigaciones que han puesto al descubierto las manipulaciones de las investigaciones científicas por la industria alimentaria, práctica que se lleva a cabo desde hace décadas. Se puede citar, por ejemplo, la investigación de la Universidad de California, que destapó que un estudio recibió una subvención de la industria del azúcar para minimizar la relación entre el consumo de este endulzante y las enfermedades cardíacas, enfatizando que el mayor riesgo procedía del consumo de grasas saturadas.
Otros ejemplos son el cese de actividad de Global Energy Balance Network, organización que luchaba contra la obesidad a través del balance energético y que recibía contribuciones económicas de Coca Cola, o los sesgos de las investigaciones sobre los beneficios de los edulcorantes artificiales que puso al descubierto esta investigación australiana, el caso es que se pueden varios ejemplos y probablemente sean sólo la punta del iceberg. Hoy conocemos una campaña puesta en marcha a gran escala por Foodwatch Holanda, ya que se considera que la investigación científica alimentaria depende cada vez más del financiamiento de la industria agroalimentaria, situación que, evidentemente, no está exenta del riesgo del conflicto de intereses.
Como inicio de la campaña, la organización de consumidores ha lanzado el «Manifiesto contra la venta de la ciencia«, como respuesta a esa creciente asociación pública-privada y los riesgos que de ella se derivan. Paralelamente se propone una serie de medidas que tienen el cometido de proteger la ciencia alimentaria independiente, como la puesta en marcha de un fondo de investigación independiente, y un mejor cumplimiento y control del código de conducta que permita garantizar la calidad e integridad científica.
Hablando de los Países Bajos (aunque se podría aplicar a otros países), según Foodwatch Holanda, la investigación científica depende cada vez más de las subvenciones que proporciona la industria alimentaria, y es que cada vez es mayor la dependencia del financiamiento externo, algo que provoca presión y mayor competencia, a lo que hay que sumar los conflictos de intereses, la accesibilidad del público en general al conocimiento, la alteración del equilibrio entre las diversas agendas académicas, sociales y económicas y, por supuesto, la libertad académica.
La organización de consumidores considera que quien paga determina, por lo que la industria alimentaria influye en la investigación nutricional, la financiación deriva en muchas ocasiones en resultados favorables para quien subvenciona los estudios, se intenta minimizar los resultados desfavorables, y se reduce el margen para la investigación social y fundamental en relación a los alimentos seguros y saludables. Dado que la investigación científica depende cada vez más del financiamiento de la industria, los intereses económicos prevalecen sobre el conocimiento y otras cuestiones, y esto debe cambiar, así que para ello Foodwatch ha puesto en marcha el mencionado manifiesto solicitando que los internautas participen firmándolo. Este escrito tiene cuatro mensajes que se enviarán a investigadores, universidades, industria alimentaria y Gobierno del país con el propósito de conseguir que se tomen las medidas oportunas para que la ciencia alimentaria y de la nutrición sea totalmente independiente.
A las universidades se les pide cumplir escrupulosamente con el código de conducta para la integridad científica, que se establezca un fondo para la investigación independiente en el que las empresas alimentarias podrán participar, pero no podrán influir en los resultados de las investigaciones. Por otro lado, también se pretende asegurar que las investigaciones sean de interés para la sociedad, a través de los denominados Comités de Integridad Científica. A la industria alimentaria se le pide que contribuya económicamente a través de un fondo para la ciencia independiente que contrarreste lo que está ocurriendo ahora, que la investigación está financiada principalmente en interés del marketing. Con un fondo independiente se pueden, además, priorizar los intereses de la sociedad y restablecer la confianza en la ciencia.
A los investigadores se les solicita que cumplan con el código de conducta, que rechacen la financiación de una investigación si ésta no es del interés de la sociedad, que exista un 100% de transparencia a la hora de cooperar con empresas alimentarias, que no se firme ningún contrato que pueda violar el código de conducta… Finalmente, al Gobierno se le pide que no se despreocupe de la investigación y la deje cada vez más en manos de la industria alimentaria, que apoye la toma de decisiones sólo en investigaciones que cumplan con el código de conducta, y que acuerde los principios que determinan si un estudio es o no de interés para la sociedad.
En este artículo publicado en la página de la organización de consumidores podréis conocer todos los detalles de la campaña, y a través de este enlace podréis conocer más información del “Manifiesto contra la venta de la ciencia”.
Foto 2 | Las lentejas de agua contienen gran cantidad de vitamina B12 bioactiva