La invasión de Rusia a Ucrania es el mayor ataque militar convencional en suelo europeo desde las guerras yugoslavas, es un drama que se traduce en miles de muertos, millones de refugiados, la destrucción de un país, un enorme golpe para la economía mundial y para la seguridad alimentaria, entre otras cuestiones. Pero, como ocurre casi siempre, una situación desastrosa para unos, es la oportunidad de otros para sacar diferentes beneficios, en este sentido, hoy nos hacemos eco de una denuncia de la organización de consumidores Foodwatch, en la que se pone de relevancia que esta guerra es utilizada por la agroindustria para promover sus intereses.
Los lobbies de la industria agroalimentaria no han perdido el tiempo hablando de soberanía y seguridad alimentaria, exigen un debilitamiento de las regulaciones en materia de pesticidas, alimentos modificados genéticamente, siembran dudas sobre los objetivos del Pacto Verde Europeo, etc. Se trata de aprovechar esta crisis intentando poner en marcha medidas de emergencia que sirven a sus intereses, y que habían sido frenadas hasta antes de la guerra. Según Foodwatch, con la excusa de las amenazas que se ciernen sobre los mercados de alimentos por la guerra, los grupos de presión de la agroindustria proponen soluciones como revisar o suspender por completo la parte agroalimentaria del Pacto Verde Europeo, pudiéndose citar de este pacto la reducción del uso de pesticidas en un 50% para el año 2030.
De hecho, ya se han producido algunos cambios de postura, se puede citar como ejemplo al presidente francés Emmanuel Macron, que ahora declara que adaptará la ‘Estrategia del Campo a la Mesa’ (Farm to Fork Strategy), uno de los puntos del Pacto Verde Europeo (The European Green Deal), ya que considera que el texto se basaba en un escenario distinto y que actualmente Europa no puede producir menos. Se han realizado peticiones por parte de países como España, Italia y Portugal para facilitar la importación de alimentos de América del Norte y del Sur, concretamente alimentos para animales que contengan transgénicos, con la consiguiente flexibilización de la legislación en materia de alimentos modificados genéticamente.
Se ha luchado durante años para reducir al máximo los límites de residuos de pesticidas presentes en los alimentos, pero han bastado unas semanas para que se relajen las normas, así se deduce de una solicitud realizada también por España, Italia y Portugal, pidiendo excepciones a las normas de la Unión Europea sobre los límites máximos de residuos de pesticidas en productos alimenticios que importa Europa.
Para Foodwatch, se trata de un paso atrás que tira por tierra años de trabajo, advierte que los plaguicidas más peligrosos para la salud y el medio ambiente, cuyo uso está prohibido en la UE pero que se siguen produciendo en Europa para ser usados por terceros países, pueden regresar con más facilidad a nuestros platos a través de la importación de alimentos en lo que se describe como un efecto «boomerang», algo de lo que ya hablábamos el año pasado. Por ello, se considera totalmente inaceptable que se considere la posibilidad de flexibilizar los límites máximos de residuos de pesticidas en los productos alimenticios importados.
La actual crisis demuestra que el actual sistema de la industria agroalimentaria es muy dependiente y está alejado de los problemas sociales y ambientales, es un sistema hiperglobalizado y ultradependiente, que hace que sea muy frágil ante las crisis, favorecer los intereses de los lobbies de la agroindustria no hace más que empeorar la situación. Por esta razón, diversas organizaciones han enviado una carta al presidente y el ministro de agricultura francés, con el fin de evitar la instrumentalización de la guerra en Ucrania por parte de quienes están a favor del actual sistema del sector agrícola.
La organización de consumidores considera que es mejor producir y distribuir mejor, que producir más y a cualquier precio, por ello es necesario tener en cuenta la mejora de la resiliencia del sistema alimentario europeo, así como su contribución a los equilibrios alimentarios globales y la protección del planeta. Se considera necesario reducir la dependencia de las importaciones para la alimentación animal, reduciendo además la ganadería y la tierra agrícola que se dedica a su alimentación. Reducir la importancia de los cultivos energéticos (cultivos vegetales de crecimiento rápido que se destinan a la obtención de energía, o como materia prima para obtener otras sustancias como combustibles), en favor de cultivos de alimentos.
Reinvertir en el cultivo de leguminosas que contribuyen a enriquecer el suelo, prohibir la especulación alimentaria en los mercados financieros con control del precio de los cereales, ya que no se debe permitir que el derecho a la alimentación sea un producto financiero. Apoyar a los agricultores para que puedan llevar a cabo una transición agrícola, reducir el desperdicio alimentario desde su origen, y otras medidas que han estado sobre la mesa desde hace años y que ahora parecen estar en peligro debido a la guerra y la presión de los lobbies de la agroindustria.
Os recomendamos acceder a la página oficial de Foodwatch Francia y conocer más detalles sobre la denuncia de la instrumentalización de la guerra en Ucrania por parte de quienes defienden la agricultura productivista.
Foto 1 | Olivier Bacquet
Foto 2 | Jordi Payà