Un 40% de la tierra utilizada para producir los alimentos que consumen los habitantes de la Unión Europea se encuentra fuera de Europa, para organizaciones medioambientales como Amigos de la Tierra, la huella del uso de la tierra de la Unión Europea es irresponsable, injusta e insostenible. Productos y servicios para el consumo de los europeos, se producen cada vez más fuera de las fronteras comunitarias, lo que provoca un enorme impacto medioambiental y social relacionado con el uso del suelo en diferentes países del mundo. La huella de la tierra es un indicador que se basa en el consumo, mide la cantidad total de tierra utilizada en el país y en el extranjero para producir bienes y servicios que son consumidos por un país o región. Con esta herramienta su puede cuantificar el grado de dependencia de la UE de la tierra de terceros países, siendo un recurso vital para la protección de este recurso y su uso sostenible.
Amigos de la Tierra considera que es de vital importancia que se tenga en cuenta esta situación en las decisiones políticas que adopte la UE, sin embargo, la Unión Europea tiene un conocimiento limitado de la cantidad de tierra que se utiliza en el mundo para satisfacer sus necesidades, así como el impacto medioambiental que esto provoca. Según el informe elaborado por la organización ecologista titulado “The True cost of consumption the EU’s land footprint”, la UE necesita casi 270 millones de hectáreas de tierras agrícolas para producir sus alimentos, un 40% de este volumen se utiliza fuera de las fronteras europeas, para la producción de aceite de palma, soja, carne, etc., siendo el volumen de tierra comparable a un área que comprende la suma de Italia y Francia.
Para la ONG es un problema subyacente a la comida que consumen a diario los ciudadanos comunitarios, lamentablemente no se realiza un seguimiento según las políticas comunitarias actuales. Esto provoca que no se lleven a cabo acciones encaminadas a reducir el impacto de la huella del uso de la tierra de la Unión Europea a fin de reducir los problemas y riesgos que se generan en el sistema global del uso del suelo. En el informe explican que más del 70% de la huella de la tierra de la UE en el año 2010 estaba relacionada con la producción de productos de origen animal, siendo la carne el alimento que más recursos e impacto provocó, un 30% de las tierras agrícolas y un 27% de las tierras de cultivo se asociaron a la producción de carne de vacuno, cerdo, cordero y pollo.
Productos como los aceites vegetales representaron un 14% de la huella terrestre de la UE, algo que ha ido creciendo año tras año como consecuencia de la demanda de biocombustibles, de hecho, esta creciente demanda ha provocado que grandes extensiones de bosques de países como Indonesia se hayan convertido en plantaciones de aceite de palma que privan a las comunidades locales de la tierra con la que podrían producir sus alimentos. Un 18% de esta huella se atribuye a productos de origen animal que no son alimentarios, como por ejemplo el cuero. En lo que respecta a los productos alimenticios a base de vegetales, el trigo es el producto con una mayor huella de la tierra acaparando un 8% de la cantidad total, frutas y hortalizas representan un 6%, café, cacao, té, cerveza y vino acaparan un 9%.
Es una dependencia de terceros países que crece y que evidentemente está relacionada con la demanda de la UE para poder abastecerse de alimentos y productos a lo largo del año, según el estudio elaborado por la ONG, esta dependencia crece de forma lenta pero constante. Conociendo cuáles son las consecuencias, Amigos de la Tierra pide un cambio radical en la forma en la que Europa utiliza el suelo, para evitar el daño medioambiental que ello provoca y los problemas que causan a las comunidades rurales de terceros países. Se propone una transición hacia una forma de agricultura más respetuosa como la ecológica, capaz de funcionar para las personas y el planeta.
Debido a la falta de datos, el informe elaborado por la ONG se centra sólo en las tierras de cultivo y pastizales (praderas y estepas) para la producción de alimentos y productos no alimenticios, no se han contabilizado los datos que corresponderían a sectores como la silvicultura, la vivienda o las infraestructuras, por lo que la huella del uso de la tierra de la Unión Europea es mucho mayor de lo que refleja este informe. Tanto la Comisión Europea como la Unión Europea reconocen el problema y consideran que debe ser abordado creando una serie de hojas de ruta para cambiar y reducir el impacto que genera la UE en terceros países, pero se trata sólo de palabras, ya que no se ha llevado a cabo ninguna acción, algo lógico porque como hemos comentado en otras ocasiones, parece que los intereses económicos están por encima de la conservación del planeta o de la salud de las personas.
La huella del uso de la tierra de la Unión Europea para la producción de alimentos y servicios es irresponsable, injusta e insostenible, los datos muestran que es un problema que crece año tras año que está afectando seriamente a otros países. Pero esto no ocurre sólo en la UE, merece la pena retomar la lectura de este estudio sobre la globalización alimentaria desarrollado de forma conjunta por expertos del CIAT (Centro Internacional de Agricultura Tropical) y el USDA (Departamento de Agricultura de Estados Unidos) en 177 países del mundo, en él se concluye que casi el 70% de los alimentos que se consumen proceden de otros países.
Se podría decir que esta dependencia de la producción de terceros países es prácticamente obligada, podemos citar el estudio del año 2013 en el que el ambientalista Lester Brown comentaba que en Europa se estaba alcanzando el límite fisiológico de los cultivos, lo que ha provocado que la capacidad de producir alimentos esté estancada, siendo un problema que impide incrementar la productividad para satisfacer las necesidades alimentarias de las próximas décadas, por lo que es lógico que se dependa cada vez más de la producción de terceros países.
En el informe de Amigos de la Tierra se proporcionan nueve recomendaciones a quienes se encargan de las políticas comunitarias, como por ejemplo el establecimiento y supervisión de los objetivos de la UE para reducir la huella de la tierra en cada Estado miembro, poner en marcha políticas que permitan reducir el consumo de productos producidos de forma intensiva, promover la reducción de la cría y producción de ganado, impulsar el cultivo de otros alimentos en suelo comunitario, como por ejemplo las legumbres, etc. Hay muchas más recomendaciones, pero quizá son difíciles de aplicar tal y como está establecido el sistema, se deberían realizar muchos cambios y por otro lado se tendría que poder asegurar con ellos la alimentación de la creciente población europea.
Podéis leer el informe completo The True cost of consumption the EU’s land footprint, a través de este enlace (Pdf).