Abordamos la última parte del documental La guerra de los cultivos transgénicos (V), recordemos que en La guerra de los cultivos transgénicos (IV) nos quedábamos con la incógnita del veredicto del tribunal de justicia canadiense sobre la demanda realizada por la compañía biotecnológica Monsanto al agricultor canadiense Percy Schmeiser. La policía genética inspeccionó los campos de cultivo de este agricultor detectando colza transgénica “cultivada de forma ilegal”, en realidad se había producido una contaminación genética y no había sido sembrada por Percy Schmeiser. Monsanto basaba los argumentos de la denuncia en la patente, es decir, los OMG son propiedad de la empresa que los desarrolla sea cual sea el sitio en el que se encuentren y sea cual sea el modo en el llegaron, y por ello solicitaba el pago de una indemnización, el embargo de los cultivos y una multa por utilizar semillas que no habían sido adquiridas legalmente.
El juicio que se realizaba en el Tribunal Supremo de Canadá era de gran importancia y podría sentar un precedente sin igual sobre los alimentos transgénicos proporcionando a las empresas biotecnológicas un control absoluto de sus productos y sobre los agricultores. El futuro de la biotecnología estaba en juego, si Monsanto perdía el proceso, tendría que irse de Canadá.
Resulta gracioso escuchar a uno de los representantes de Monsanto argumentando que esta empresa invierte en países, fomenta la innovación y la investigación, respeta la propiedad intelectual e invierte en los países mejorando sus sistemas económicos, pero para ello deben contar con un ambiente favorable, es decir pleno consentimiento a sus actuaciones y decisiones sobre los alimentos transgénicos, algo que en absoluto se debería consentir.
Finalmente se dio a conocer el veredicto, el tribunal reconocía el derecho de propiedad de Monsanto sobre las semillas transgénicas, pero también la hacía responsable de la diseminación de las semillas que aparecieran en otros campos de cultivo por la acción de diferentes agentes, el aire, las abejas, los pájaros, etc., no sería una excusa para poder sancionar a los agricultores. Recordemos que hasta un 65% de los agricultores canadienses manifestaban que en sus campos había aparecido colza transgénica, signo evidente de la contaminación que se estaba produciendo.
Percy Schmeiser no tuvo que pagar ninguna indemnización saliendo bien parado de la situación, resulta incluso sorprendente sobre todo conociendo el gran poder de Monsanto y la influencia ejercida en los países desarrollados. En los países subdesarrollados la situación es muy distinta, una economía más precaria, unos líderes mucho más tolerantes y moldeables y una carencia legislativa son el cóctel ideal para que se desarrollen rápidamente todo tipo de cultivos transgénicos sin los estudios adecuados que garanticen la inocuidad para el medio ambiente y la población.
Sería interesante leer el post sobre las berenjenas transgénicas que en poco tiempo comenzarán a producirse en la India, se trata de un nuevo alimento cuestionado por numerosos científicos al contener toxinas con un lamentable historial, como sería el caso de la toxina Cry1Ac obtenida de la bacteria Bacillus thuringiensis, un patógeno utilizado antaño como insecticida comercial. Esta toxina fue la causante de que miles de ovejas murieran y se dieran cientos de casos de diferentes tipos de alergias en los agricultores que manipulaban los cultivos de algodón que la portaban. Se pueden citar muchos más casos en los que Monsanto domina la situación y utiliza los terrenos de los países subdesarrollados como campos de pruebas, con la excusa de ofrecer productos tolerantes al estrés hídrico y mejorar la situación alimentaria, se cultiva todo tipo de productos transgénicos, esto lo referenciábamos en el post Alimentos desarrollados en sequía extrema.
Es interesante destacar que la reclamación sobre los derechos de propiedad de las empresas biotecnológicas sobre sus patentes transgénicas no ha tenido lugar en algunos países en vías de desarrollo y un ejemplo de ello sería Brasil. Esto quiere decir que los OMG estaban oficialmente prohibidos al no existir una legislación sobre ellos, quienes los cultivaban lo hacían de forma ilegal. En el documental podemos conocer el caso de Milton Amarante, un agricultor brasileño que comenzó a plantar hace algunos años soja transgénica procedente de Argentina (podemos conocer la situación actual de la soja transgénica en Argentina a través del documental sobre la soja transgénica, un documento escalofriante que muestra las graves consecuencias de su cultivo).
Milton Amarante comenzó a cultivar la soja modificada genéticamente mezclándola con otros tipos de soja, esta variedad transgénica se plantaba en el centro del campo de cultivo dejando la tradicional en los márgenes a fin de evitar que las autoridades conocieran su cultivo. El agricultor proporcionó soja transgénica a otros agricultores y en poco tiempo la soja transgénica se propagó por todo el país de forma ilegal, hasta el 80% de la soja de este país es transgénica. Resulta gracioso saber que Brasil prohibía el cultivo de OMG y sin embargo actualmente es el segundo productor mundial de soja transgénica.
Evidentemente son muchos los agricultores que están a favor de los transgénicos y así lo manifiestan los de este país, destacan todas las supuestas ventajas, mayor producción mayor calidad, mayor limpieza de la recolección, etc. Manifiestan incluso que nunca dejarán de plantar soja transgénica indicando que sólo una orden judicial les podría obligar. Esto es algo que posiblemente nunca ocurrirá y más sabiendo que prácticamente toda la soja que produce el país es transgénica, las autoridades no podrían hacer nada al respecto.
Esto ha ocurrido en un país donde están prohibidos los cultivos transgénicos, ¿qué ocurre en aquellos países donde sí están permitidos? De la Unión Europea se puede citar el caso de España, país que parece un campo de pruebas de los alimentos transgénicos, basta con conocer las continuas noticias que muestran los distintos estudios en los que se cultivan diferentes variedades transgénicas, o los informes que indican un espectacular crecimiento de este tipo de cultivos.
Monsanto se ha introducido de lleno en otros países europeos como por ejemplo Rumanía, la mayoría de los agricultores cultivan OMG, sobre todo soja transgénica. Es evidente que la alimentación biotecnológica obligada será una realidad y posiblemente los OMG sean instaurados en todos los países, a nivel Europeo ya se está encargando José Manuel Durao Barroso, presidente de la Comisión Europea, que continuamente intenta convencer a todos los miembros comunitarios de los beneficios de los transgénicos y argumentando entre otros, la competitividad, el volumen de negocio, el cambio climático y la efectividad de los OMG para combatir el hambre.
Los agricultores rumanos incluso sufren la escasez de semillas transgénicas y solicitan más, el país está volcado en la producción, sin duda, algo lamentable. El principio de precaución es totalmente obviado, esperemos que no nos tengamos que lamentar en los próximos años. Cada vez se cultivan más alimentos transgénicos y somos los consumidores quienes debemos intentar frenar su proliferación, sobre todo si nos importa el futuro de las próximas generaciones…
Anteriores capítulos:
La guerra de los cultivos transgénicos (I)
La guerra de los cultivos transgénicos (II)
La guerra de los cultivos transgénicos (III)
la guerra de los cultivos transgénicos (IV)