Un grupo de investigadores de la Universidad de Utah (Estados Unidos) ha realizado un estudio con roedores de laboratorio en el que se concluye que la fructosa es más tóxica que el azúcar de mesa o la sacarosa, provocando la reducción de la capacidad reproductiva y la vida de los roedores hembras. En este estudio se suministró a los animales dosis proporcionales de los endulzantes que toman muchas personas.
Se trata del primer estudio con más base y solidez en el que se muestra una clara diferencia entre el jarabe de maíz de alta fructosa y el azúcar de mesa en dosis equivalentes a las que toman los seres humanos, al menos así lo consideran los biólogos que han realizado el estudio. El jarabe de maíz es un edulcorante creado en la década de los 70 a partir del almidón (la reserva alimenticia de la planta compuesta por amilosa y amilopectina) o fécula de maíz, se trata de un producto parecido al azúcar de mesa debido a su similar composición, fructosa y glucosa, incluso azúcar y jarabe de maíz contienen las mismas calorías.
El uso extendido del jarabe de maíz de alta fructosa se debe a que se trata de una alternativa edulcorante más económica para la industria de las bebidas y los alimentos procesados, además resulta de interés por ser un producto que suaviza la textura del alimento o bebida en el que se adiciona, logra retener la humedad y añade volumen al producto. Sin embargo, hasta la fecha se han realizado varios estudios en los que se asocia con problemas como el sobrepeso, la obesidad, el riesgo de hipertensión y otros problemas de salud. Sobre los riesgos y peligros del azúcar ya hemos hablado en otras ocasiones, os recomendamos ver este documental.
Volviendo al estudio, en la investigación no se encontraron diferencias en la supervivencia, reproducción o cambios en la territorialidad de los ratones machos al introducirles en la dieta sacarosa o jarabe de maíz de alta fructosa, es decir, que los diferentes tipos de endulzantes son igualmente tóxicos para los ratones machos. Los expertos explican que el jarabe de maíz de alta fructosa está presente en muchos alimentos procesados, el azúcar de mesa está presente en los alimentos horneados y contienen una cantidad similar de fructosa y glucosa, la diferencia es que en el jarabe de maíz está formado por monosacáridos o moléculas separadas, y el azúcar de mesa o sacarosa son disacáridos compuestos formados por enlaces químicos de fructosa y glucosa.
Los investigadores explican que el debate sobre los peligros relativos a la sacarosa y la fructosa son importantes ya que empezaron a hacerse evidentes las epidemias de diabetes, obesidad y problemas metabólicos en la década de los 70, momento en el que como ya hemos indicado, se introdujo en la alimentación el jarabe de maíz de alta fructosa y se produjo una transición, sustituyendo el azúcar y otros endulzantes por este jarabe, y constituyendo este producto la mitad del consumo de azúcar en el organismo humano.
Los expertos explican que anteriores trabajos, así como la documentación científica resultante de otros estudios, muestran que la adición del azúcar en general es perjudicial para la salud, por lo que es necesario reducir este endulzante. Posteriormente se empezó a investigar sobre los tipos de endulzantes, como por ejemplo el jarabe de maíz de alta fructosa, y la necesidad de reducir su contenido en los alimentos y bebidas.
En el año 2013 se realizó un estudio en el que se concluyó que los ratones alimentados con un dieta de un 25% de calorías en forma de fructosa añadida, en el caso de los roedores hembra incrementaban hasta el doble el riesgo de mortalidad y en el de los machos eran un 25% menos territoriales y tenían menos capacidad de reproducirse. En el nuevo estudio se compararon dos grupos de roedores que fueron alimentados con dos tipos de dieta que contenía un 25% de calorías procedentes de azúcares procesados. Un grupo recibió una mezcla de monosacáridos fructosa-glucosa como los procedentes del jarabe de maíz de alta fructosa y el otro recibió sacarosa.
Se determinó que el grupo de ratones hembra con una dieta de fructosa-glucosa tenía una tasa de mortalidad 1’87 veces mayor que el grupo de ratones hembra que siguieron la dieta con la adición de sacarosa. Además se constató que se redujo la descendencia en el primer grupo en un 26’4% en comparación con el segundo grupo. En los machos (ambos grupos) se perdió la capacidad territorial y la reproductiva, lo que sugiere que la sacarosa es tan perjudicial como el jarabe de maíz de alta fructosa en la población de roedores machos. Los investigadores apuntan la posibilidad de que intervengan otros factores más importantes que las diferencias entre las dietas en los machos, diferencias que posiblemente sean heredadas.
Sobre la mayor mortalidad de los roedores hembra, los investigadores creen que este grupo se somete a un metabolismo mayor que deriva en una crisis energética, cuando paren, se aparean y mientras están gestando la segunda camada están amamantando a la primera camada. Otras diferencias constatadas entre ambos grupos independientemente del sexo son el aumento de peso, las diferencias en la tolerancia a la glucosa, los cambios en la microbiota del intestino y su asociación a diferentes enfermedades metabólicas tanto en roedores como seres humanos.
Aquí explican que entre un 13 y un 25% de los estadounidenses llevan una dieta que contiene un 25% o más de calorías en forma de azúcares añadidos, el mismo porcentaje que se ha utilizado en esta investigación. Recordemos que los azúcares añadidos son aquellos endulzantes que se agregan a los alimentos durante el procesamiento o la preparación, no son azúcares naturales presentes en los alimentos como por ejemplo los que contiene la fruta. Los expertos explican que en la dieta de los estadounidenses, el 44% del azúcar procede de la sacarosa, el 42% del jarabe de maíz de alta fructosa y el 14% de la melaza, la miel, concentrados de agave, etc. A nivel mundial el jarabe de maíz de alta fructosa representa el 8% del consumo de azúcar a través de la dieta, lo que muestra que el mayor riesgo se corre en Estados Unidos.
Podéis conocer más detalles del estudio, sus procedimientos y conclusiones a través de este artículo publicado en la revista The Journal of Nutrition.
Foto | Muffet