Según los resultados de un estudio elaborado por BEUC (Organización Europea de Consumidores), Eurogroup for Animals (Eurogrupo para los Animales) y European Public Health Alliance (Alianza Europea de Salud Pública), la elección de alimentos está condicionada por una compleja red de influencias externas, y una buena parte de ellas están orientadas a maximizar la elección de alimentos nutricionalmente pobres.
El estudio hace referencia a entornos alimentarios, es decir, al contexto físico, económico, político y sociocultural por el que los consumidores tomamos decisiones a la hora de comprar, preparar y consumir los alimentos. Recordemos que en las decisiones de compra todo influye, el precio, las ofertas y promociones, la colocación de los productos alimenticios en las estanterías, el tipo de envase y color, etc.
Maximizar entornos alimentarios donde los alimentos son nutricionalmente pobres, favorece el incremento de diferentes enfermedades no transmisibles asociadas a la alimentación, lo que deriva en una peor calidad de vida y salud, y en una mayor carga para el sistema sanitario. Por ello, se considera prioritario que quienes elaboran las políticas, trabajen para revertir la situación, es decir, mejorar los entornos alimentarios ayudando a que los consumidores puedan elegir opciones más saludables y sostenibles.
Según los responsables del estudio, muchos entornos alimentarios de la UE, sea de forma deliberada o circunstancial, captan la atención de los consumidores, y tomamos decisiones poco saludables, recordemos que hasta el 70% de los productos alimenticios de un supermercado son ultraprocesados, y ya sabemos los riesgos que se asocian a este tipo de alimentos, tener una peor salud mental, riesgo de cáncer colorrectal… aunque un estudio más reciente apunta que este tipo de alimentos pueden incrementar el riesgo de padecer cualquier tipo de cáncer.
Y no son sólo el cáncer o los problemas de salud mental, estos alimentos poco saludables contribuyen al incremento del riesgo de enfermedades cardiovasculares, enfermedades respiratorias crónicas, diabetes, enfermedades hepáticas, etc., siendo todo el conjunto responsable del 90% de causas de muerte en la Unión Europea.
Lamentablemente, el precio de los alimentos tiene mucho peso en la elección, según el estudio, existe una clara tendencia del comercio minorista hacia los alimentos menos saludables, ya que son más baratos y accesibles que los productos considerados saludables. A esto hay que añadir que las ofertas de compras múltiples benefician con frecuencia a los productos poco saludables. Dichas ofertas se colocan en lugares destacados y estratégicos, invitando a los consumidores a su compra, si se trata de segmentos poblacionales específicos como, por ejemplo, los niños, los productos alimenticios se colocan a la altura de los ojos, lo que aumenta las posibilidades de venta.
La situación socioeconómica también influye mucho, los barrios de consumidores con un estatus socioeconómico más bajo, favorecen a menudo una mayor presencia de establecimientos de comida rápida, menos saludable y más económica. Según el estudio, en países como Inglaterra hay cinco veces más probabilidades de encontrar establecimientos de comida rápida en aquellas áreas con economías más deprimidas, en comparación con las áreas que son de mayor estatus socioeconómico.
El estudio titulado “The illusion of choice – Why someone already decided what you will eat for lunch” (La ilusión de la elección: por qué alguien ya decidió lo que vas a comer), se ha publicado coincidiendo con el lanzamiento de una nueva «revisión de evidencia» realizada por SAPEA, organismo que proporciona asesoramiento científico independiente y forma parte del Mecanismo de Asesoramiento Científico de la Comisión Europea. Según esta revisión, se confirman las fuertes influencias a las que están sujetas las elecciones alimentarias de los consumidores.
Parece ser que el próximo otoño la Comisión Europea presentará una propuesta de marco legislativo para sistemas alimentarios sostenibles, como una de las iniciativas emblemáticas enmarcadas en la estrategia Farm to Fork (del Campo a la Mesa), cuyo objetivo es favorecer la transformación de los entornos alimentarios, hacia entornos alimentarios que sean saludables y sostenibles.
Lo cierto es que cambiar el actual sistema alimentario requiere mucho esfuerzo político, social y, por supuesto, la colaboración de las empresas alimentarias, pero también se necesita que el precio de los alimentos saludables sea más bajo, algo que muchas veces se obvia y que muchos estudios demuestran que es necesario para encauzar a los consumidores hacia compras más saludables. Podéis conocer todos los detalles del estudio a través de este artículo publicado en la página de BEUC.