En 2016 la EFSA (Agencia de Seguridad Alimentaria de la Unión Europea) presentaba una reevaluación de los colorantes alimentarios permitidos antes del año 2009, uno de ellos era el dióxido de titanio (E-171), colorante utilizado para el blanqueamiento y el efecto opaco de algunos alimentos como, por ejemplo, las salsas o los productos de panadería, pero también se utiliza en quesos, yogures, caramelos de color blanco, compuestos multivitamínicos, productos de cosmética y otros productos.
La agencia consideró que este aditivo no representaba un problema para la salud de los consumidores, aunque apuntaba que existían lagunas de conocimiento y recomendaba realizar nuevos estudios, de ello hablábamos aquí. Pues bien, tras una nueva evaluación realizada a petición de la Comisión Europea el año pasado, la EFSA determina que el dióxido de titanio no es seguro como aditivo alimentario, dando la razón a numerosos estudios presentados en los últimos años sobre los problemas de genotoxicidad.
La evaluación actualizada revisa el resultado de la evaluación realizada en 2016, teniendo en cuenta, además, todos los estudios que se elaboraron posteriormente, como el realizado por expertos del National Institute for Agronomic Research (Instituto Científico de Investigación Agronómica de Francia), en el que se concluía que las nanopartículas de dióxido de titanio se extendían por todo el organismo afectando al sistema inmune y aumentando el riesgo de sufrir cáncer. O como la investigación realizada por expertos de la Universidad de Binghamton y la Universidad Estatal de Nueva York que apuntaba que el dióxido de titanio podía afectar a los procesos digestivos. O como el estudio realizado por investigadores de la Universidad de Sidney (Australia), en el que se apuntaba que el aditivo provocaba enfermedades inflamatorias intestinales y cáncer colorrectal.
Lo cierto es que antes de la evaluación del año 2016 ya existían varios estudios que advertían del riesgo del E-171 y con los años se han ido sumando nuevos estudios demostrando que el colorante puede ser peligroso para la salud. Los responsables de la nueva evaluación han tenido en cuenta todos los estudios y datos científicos disponibles hasta la fecha, y el veredicto es que ya no se puede considerar al dióxido de titanio como un aditivo alimentario seguro, apuntando que no se han podido excluir los problemas de genotoxicidad (posible daño genético que pudiera ocasionar) tras el consumo de partículas de dióxido de titanio. Los investigadores explican que, aunque tras la ingesta oral la absorción de partículas de este aditivo es baja, se acumulan en el organismo, incrementando el riesgo de dañar el ADN y provocar cáncer.
Merece la pena recordar que la BEUC (Organización Europea de Consumidores) solicitó en 2019 que la CE prohibiera el uso de este aditivo, algo a lo que se oponía a Asociación de Fabricantes de dióxido de titanio (TDMA) indicando que la solicitud no tenía fundamento. Además, recordaba que el IARC (Centro Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer de la OMS) clasifica al dióxido de titanio como un posible carcinógeno para los seres humanos, pero se trata de un riesgo que sólo está presente en el caso de que el producto sea inhalado, por lo que no se podía aplicar a los productos alimentarios. Es de suponer que el dictamen de la EFSA y las pruebas aportadas, dejarán sin argumentos a esta organización y aquellas empresas que siguen empeñadas en seguir utilizando el aditivo.
Según los expertos de la EFSA, la evidencia de los efectos tóxicos generales del E-171 no fueron concluyentes, pero sobre la base de los nuevos datos y los métodos analíticos reforzados,no han podido descartar la preocupación por la genotoxicidad y, por tanto, no se ha podido determinar un nivel seguro sobre la ingesta diaria. Si no hay garantías de seguridad, lo lógico es que se prohibiera inmediatamente ¿no? De momento se ha informado de los resultados a los gestores de riesgos de CE y los Estados miembros de la UE, ahora son ellos los que decidirán qué medidas se deben adoptar.
Podéis conocer todos los detalles de la revisión a través de este artículo publicado en la página oficial de la EFSA.
Foto | wuestenigel