La dieta cetogénica se caracteriza por ser una alimentación con bajo contenido en carbohidratos y alto contenido en grasas, poco o mucho la conoceréis porque esta dieta ha estado en el centro de los debates de nutrición y alimentación en los últimos años. Es popular entre quienes buscan perder peso o mejorar su salud metabólica, y es seguida y elogiada por sus posibles beneficios en algunas enfermedades neurológicas como el Alzheimer.
Sin embargo, el impacto de la dieta cetogénica en trastornos autoinmunes como la esclerosis múltiple, el lupus y las enfermedades inflamatorias intestinales, está comenzando a captar la atención de investigadores y científicos. Recientemente, un estudio elaborado por investigadores de la Universidad de California (Estados Unidos), concluyó que este tipo de alimentación podría tener efectos significativos en la reducción de la inflamación, así como en la modulación del sistema inmunológico, lo que abre nuevas posibilidades para el tratamiento de estas patologías.
El mecanismo principal detrás de la dieta cetogénica (clasificada en la posición 25 según el ranking de las mejores dietas para 2024 de US News & Word Report) es el cambio metabólico que provoca en el organismo. Al restringir de forma drástica los carbohidratos, el cuerpo entra en un estado de cetosis, donde utiliza las grasas como principal fuente de energía y produciendo compuestos denominados cuerpos cetónicos, siendo uno de ellos el β-hidroxibutirato (βHB), actúa como combustible para las células y tiene propiedades antiinflamatorias y moduladoras del sistema inmunológico.
En la investigación se apunta que el β-hidroxibutirato, al ser producido en mayores cantidades con esta dieta, interactúa con las bacterias del intestino promoviendo la formación de un metabolito denominado ácido indol-láctico (ILA). Este compuesto tiene la capacidad de inhibir la activación de ciertas células inmunitarias, como son las células T helper 17, implicadas en algunas enfermedades autoinmunes como la esclerosis múltiple, enfermedad crónica que afecta el sistema nervioso central y concretamente al cerebro y la médula espinal, y que se caracteriza por infringir daño en la mielina, sustancia que recubre y protege las fibras nerviosas, lo que interfiere con la transmisión de señales entre el cerebro y el resto del organismo.
En los ensayos realizados con roedores de laboratorio, los investigadores han determinado que la dieta cetogénica disminuye significativamente la gravedad de la esclerosis múltiple experimental. Incluso al administrar directamente el compuesto βHB, o al alterar la microbiota a través de la dieta a ratones con esta enfermedad, los expertos lograron replicar los efectos beneficiosos. Los resultados sugieren que los beneficios podrían no depender exclusivamente de la dieta, también de los metabolitos y las alteraciones en la microbiota intestinal que se asocian a ella.
Hay que decir que la investigación aún se encuentra en etapas iniciales, pero los descubrimientos podrían ser relevantes para una variedad de enfermedades autoinmunes como la Esclerosis múltiple, donde la reducción de la inflamación en el sistema nervioso central y la modulación de las células T implicadas en la enfermedad, hacen de esta dieta una opción prometedora. También sería efectiva con el Lupus eritematoso sistémico, ya que se plantea la posibilidad de que el impacto inmunológico del β-hidroxibutirato podría ayudar a controlar la hiperactividad inmunitaria que es característica del lupus. Podría ser efectiva en enfermedades inflamatorias como la enfermedad de Crohn y la colitis ulcerosa, donde el eje intestino-microbiota juega un papel importante, etc.
Si se confirman los resultados en los seres humanos, la dieta cetogénica podría cambiar la forma de tratar las enfermedades autoinmunes. Esto no sólo ayudaría a quienes quieran seguir esta dieta estricta, también a otros que podrían beneficiarse de productos basados en sus principios, como alimentos especiales con βHB o suplementos diseñados para mejorar el sistema inmunológico. El segmento de mercado de los alimentos y bebidas funcionales podría verse beneficiado si lanzaran productos específicos para enfermedades autoinmunes, como barritas energéticas o bebidas con βHB, para consumidores que buscan opciones menos restrictivas pero con beneficios similares.
De todos modos, hay que decir que no todo son beneficios, la dieta cetogénica ha sido criticada por sus posibles efectos secundarios, como es el aumento del colesterol y una disminución en la tolerancia a la glucosa. A esto hay que añadir que su estricta composición (recordemos la dieta de la sardina) la hace difícil de mantener a largo plazo para muchas personas. También es importante considerar que los estudios más prometedores se han realizado con animales y todavía no está del todo claro si lo que se ha descubierto se puede aplicar a los seres humanos.
Otro factor clave del estudio es el papel del microbioma intestinal, ya que los resultados obtenidos muestran que los cambios inducidos por la dieta cetogénica en las comunidades bacterianas intestinales, son fundamentales para esos efectos terapéuticos. Por ejemplo, se constató un incremento en poblaciones bacterianas como la Lactobacillus murinus que producen ácido indol-láctico, una molécula que tiene propiedades antiinflamatorias. Estos resultados destacan la importancia de abordar las interacciones entre la dieta, el microbioma y el sistema inmunológico como un todo.
Hay que esperar a que se desarrollen nuevos estudios y especialmente ensayos con seres humanos antes de considerar que la dieta cetogénica ofrece una esperanza prometedora para quienes padecen enfermedades autoinmunes. Podéis conocer todos los detalles de la investigación a través de este artículo publicado en la página de la Universidad de California, y de forma más extensa en este otro (Pdf) publicado en la revista científica Cell.
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