Como sabemos, se cree que la actual pandemia de coronavirus se originó en la ciudad china de Wuhan, y concretamente en los denominados mercados húmedos o mercados de comida al aire libre, donde se puede encontrar alimentos procedentes de animales sacrificados o animales vivos listos para ser sacrificados. Como curiosidad, merece la pena saber que se denominan mercados húmedos por la costumbre de mojar de forma abundante y exagerada los suelos para limpiarlos de los restos de los sacrificios de animales que se llevan a cabo.
Desde hace algún tiempo, un equipo de la OMS (Organización Mundial de la Salud) está presente en la ciudad china con el propósito de averiguar cómo el SARS-CoV-2 se transmitió de los animales a los seres humanos. A esto hay que sumar otra complicación, todavía no se ha determinado exactamente el origen del virus, aunque algunos investigadores, como los del Departamento de Biotecnología Microbiana, Bioquímica y Alimentación de la UFS (University of The Free State) en Sudáfrica, apuntan una relación entre la producción alimentaria, las pandemias pasadas y las que han de llegar, de hecho, creen que la demanda de carne asequible y el aumento de la ganadería intensiva podrían desencadenar futuras pandemias.
Muchas pandemias han tenido su origen en los animales, se trata de enfermedades infecciosas zoonóticas que se transmiten de animales a seres humanos y viceversa, se puede citar el ébola, la gripe española, la salmonelosis, etc. Son algunos ejemplos de pandemias humanas graves cuyo origen ha sido el consumo de murciélagos, de carne de mono, o de carne de cerdo en el caso de la gripe española, enfermedad que se inició y extendió en los cerdos, y terminó transmitiéndose al ser humano.
Los expertos sudafricanos comentan que, si bien algunas pandemias pasadas se originaron por el consumo de especies de animales exóticos, es importante que se reconozca el papel que tienen las prácticas agrícolas generalizadas impulsadas por la creciente demanda de carne asequible porque, aunque se habla cada vez más de reducir el consumo de carne, lo cierto es que año tras año se baten récords de demanda y consumo, especialmente en los países emergentes. Los investigadores explican que la demanda de carne impulsa prácticas agrícolas más económicas y menos controladas en esos países (aunque también en los países industrializados en menor medida), citan la alimentación que no es de calidad, el poco espacio para la crianza, los controles deficientes en materia de bienestar animal y sacrificio, el uso indiscriminado de antibióticos con fines no terapéuticos, etc.
Otros ejemplos de enfermedades zoonóticas que se han propagado fácilmente en el marco de las prácticas agrícolas son la encefalopatía espongiforme bovina (EEB) o la cepa altamente peligrosa de gripe aviar H5N1. Con esto se quiere decir que no hay que culpar exclusivamente a las prácticas alimentarias “exóticas”, ya que las nuestras también provocan muchos problemas. Sobre el H5N1, los expertos comentan que su tasa de mortalidad se sitúa en un 65% pero, por fortuna, aún no ha desarrollado la transmisión de persona a persona, algo que si ocurriera, podría provocar una gravísima pandemia.
Los investigadores creen que es necesario profundizar en la relación entre la ganadería intensiva y la propagación de pandemias, de lo contrario, es posible que en un futuro se produzcan brotes que sean potencialmente peligrosos y devastadores. En nuestra opinión, es importante abordar las prácticas agrícolas y ganaderas, pero también reducir el consumo de carne en favor del bienestar animal, así como de la salud humana y del planeta, ya que la crianza intensiva se abandonaría forzosamente. Los expertos tienen la sensación de que el COVID-19 es simplemente un ensayo general de una gran pandemia real, algo que comparten muchos otros expertos.
Podéis conocer más detalles de la noticia a través de este artículo publicado en la página oficial de la Universidad del Estado Libre.