Hoy conocemos una campaña llevada a cabo por Foodwach, una asociación alemana sin ánimo de lucro que intenta defender los intereses y derechos de los consumidores alemanes, para recoger firmas y evitar que la Comisión Europea incremente la tasa de mercurio permitida en el pescado grande. Según comenta la organización, la información está reflejada en un documento del pasado mes de mayo en el que se propone reducir la tasa permitida de mercurio en los peces pequeños de 0,5 a 0,1 miligramos por kilogramo de pescado. En cambio con los peces más grandes o depredadores, como por ejemplo, el pez espada o el atún, se pretende incrementar el límite de uno a dos miligramos por kilogramo (el doble).
Hay que tener en cuenta que las especies de peces más grandes contienen un nivel muy elevado de este neurotóxico, inicialmente se mantuvo más elevado que en el resto de especies (1 miligramo) a fin de facilitar el comercio a pesar del riesgo para la salud, y ahora, la CE vuelve a anteponer los intereses económicos a los de la salud de los consumidores europeos proponiendo aumentar el máximo nivel permitido de mercurio en este tipo de pescado.
No es la primera, y tampoco será la última vez que la Comisión Europea modifica el umbral de seguridad de algún elemento tóxico presente en los alimentos con el objetivo de facilitar el comercio internacional. Podemos recordar por ejemplo la modificación del nivel de seguridad de las aflatoxinas presentes en los cereales y frutos secos, incrementándolo de 4 a 10 microgramos para poder seguir manteniendo la actividad económica con terceros países, dado que sus productos superaban los valores permitidos de aflatoxinas, de todo ello hablábamos aquí.
Volviendo al tema del mercurio, se trata de un metal cuya volatilidad facilita que sea transportado a rincones lejanos después de haber sido emitido a la atmósfera a través de diversas actividades humanas, metalúrgicas, mineras, industriales, etc. El mercurio se introduce en el ciclo del medio ambiente y termina depositándose en los ambientes acuáticos, transformándose en una potente neurotoxina denominada metilmercurio. Esta neurotoxina es el resultado de la metilación del mercurio en algas y bacterias, precisamente el alimento de muchos peces pequeños, una vez ingerido no se excreta y se aloja de por vida en el organismo de los peces, a su vez, éstos son alimento de peces más grandes, por lo que el metilmercurio pasa de una especie a otra acumulándose, de ahí que las especies más grandes contengan mayor cantidad de este elemento.
Al comer pescado nos convertimos en los últimos receptores de esta neurotoxina peligrosa, en el caso de las mujeres embarazadas se ha recomendado que no se abusase del consumo de pescado, sobre todo de las especies grandes debido al riesgo de que la neurotoxina pueda traspasar la placenta y terminar alojándose en el cerebro del feto, lo que podría provocar diversos retrasos en las funciones motoras del futuro bebé. Otros estudios apuntan que en adultos existe una relación entre una alta ingesta de metilmercurio y los trastornos nerviosos o problemas cardiovasculares, aunque todavía hay que realizar más investigaciones para determinar cómo afecta la toxina a nivel cardiovascular.
La Comisión Europea quiere aumentar la tasa de mercurio permitida en el pescado de mayor tamaño y Foodwach considera que este cambio es contrario a la protección de la salud de los consumidores europeos, no tiene sentido justificar el aumento del nivel límite de exposición a la neurotoxina en peces grandes reduciéndolo en los peces pequeños, sobre todo porque los limites en las especies grandes ya son muy elevados. Lo correcto habría sido reducir los dos y acercarse un poco más a las recomendaciones que proporciona el Comité Mixto FAO/OMS, indicando que el contenido de metilmercurio que se considera seguro por kilo de pescado es de 1’6 microgramos por kilo de peso corporal y por semana (para proteger al feto y a los niños menores de tres años), como se puede observar, los parámetros entre la normativa comunitaria y el Comité Mixto FAO/OMS son muy distintos.
El director general de la asociación alemana de consumidores explica que el límite de exposición a la neurotoxina está basado en objetivos políticos y económicos, considera que en realidad se trata de un «truco» para ocultar la flexibilización de facto de los límites. Alterar el máximo permitido en el pescado pequeño no tendrá una repercusión beneficiosa para el consumidor, pero el cambio propuesto en el pescado grande si lo hará y de forma negativa, todo sea por los intereses políticos y económicos. Según las investigaciones de la EFSA (Agencia de Seguridad Alimentaria de la Unión Europea), los peces grandes o depredadores que están al final de la cadena alimentaria como los que hemos citado al principio, tienen a menudo un mayor nivel de metilmercurio y superan los valores máximos permitidos, esto provoca que el 50% de las capturas no se puedan comercializar. Con la flexibilización de la norma se lograría reducir la cantidad de capturas que no se pueden comercializar a un 14’5%, lo que irremediablemente aumenta el riesgo para la salud de los consumidores.
La organización alemana Foodwatch ha pedido a la CE que renuncie a flexibilizar el máximo permitido de la neurotoxina en los peces grandes y en su lugar, que tome medidas para reducir aún más los valores actuales. De momento se ha puesto en marcha una campaña de recogida de firmas en contra de las intenciones de la Comisión Europea, y aunque aún no se ha tomado una decisión, seguramente no se tardará mucho, dado que este tema lleva varios meses sobre la mesa de la CE y existen muchos intereses para que se modifiquen los valores máximos permitidos de metilmercurio en los peces grandes.
A través de este enlace (Pdf) accederéis al documento de trabajo de la Comisión Europea y en este artículo de Foodwach, podréis conocer más detalles sobre la noticia,