La calidad alimentaria de los productos chinos aumenta, y eso se debe a todos los escándalos alimentarios que han protagonizado sus productos. A lo largo del pasado año se han intervenido diversas partidas de productos que podían resultar tóxicos y peligrosos para la salud humana, aunque esta situación no sólo se ha dado con los productos de alimentación. El auge exportador chino se ha visto truncado ante estos acontecimientos recientes y las previsiones indican que este será un año difícil ante la desconfianza que presentan los mercados mundiales.
Las exigencias occidentales han obligado al país a realizar distintas estructuraciones de sus medios de control y a aplicar nuevas legislaciones que puedan garantizar la satisfacción de los mercados, esto implica grandes cambios y por supuesto, más inversión económica. Las nuevas normas alimentarias aplicadas en China, los nuevos controles y análisis, nuevos impuestos, etc., afectan a los productores y exportadores del país, los costes de producción han aumentado debido al gasto generado por nuevas instalaciones, tecnología o certificados que garanticen la seguridad de los alimentos.
Un ejemplo que encontramos en la publicación Pueblo en Línea, nos muestra que las exportaciones de manzanas que realiza el país están sometidas a unas estrictas condiciones para garantizar que los índices de residuos relacionados con los productos fitosanitarios (pesticidas, abonos químicos, etc.), se encuentran dentro de los valores que aceptan los mercados occidentales. De todo esto se quejan algunos empresarios chinos, además, parecen no estar de acuerdo con las soluciones adoptadas por la Unión Europea, en las que un experto verifica la calidad de los alimentos antes de que sean enviados a los países de destino.
No nos parece una actitud positiva la disconformidad que muestran este grupo de empresarios, parece que tan sólo se preocupan por mantener los beneficios económicos que antes generaban, la precaria situación de las empresas, las deficientes condiciones de la mano de obra, la ausencia de controles que garantizasen la calidad de los productos, es como si no quisieran reconocer la necesidad de trabajar de forma correcta.
Nos sorprende que se indique que se ha hecho una montaña de un grano de arena, aludiendo a un exceso de polémica por parte de los medios de comunicación y que todo se debe a una maniobra de mercado para reducir la gran competitividad que ofrecía el mercado chino. Todas estas declaraciones se pueden perfectamente rebatir, son cientos de casos constatados mediante análisis realizados por instituciones y expertos. Lógico que pudieran ofrecer mejores precios y más competitivos.
Ahora China se enfrenta a nuevos cambios y una vez que se realicen y se encuentren en armonía con las exigencias de calidad y salubridad exigidas, las restricciones de las que se quejan esos empresarios chinos, desaparecerán. Por fortuna, los cambios son aceptados por una buena parte de productores y empresarios y se esfuerzan por ofrecer la calidad demandada, poco a poco se adoptan las medidas necesarias para ello.
Indudablemente, el gigante asiático ha sufrido un duro varapalo, pero ha resultado beneficioso no sólo para los mercados internacionales, también para ellos mismos, ya que gracias a ello, pueden convertirse en un corto plazo de tiempo en un máximo referente del buen hacer y la calidad. La confianza de los consumidores será recuperada poco a poco.
Vía | Pueblo en Línea