El pasado mes de febrero Jamie Oliver recibió el premio TED 2010 por su campaña Food Revolution y por toda su labor en pro de mejorar la salud de los niños y de la población en general. TED (Tecnología, Entretenimiento y Diseño) es una entidad sin ánimo de lucro que abre vías de expresión y difusión de deseos y buenas ideas en distintos campos, véase educación, cultura, tecnología, política, etc.
Cada año se entregan los premios TED, dotados con 100.000 dólares, que Jamie Oliver invertirá en sus proyectos sociales, enseñar sobre alimentación saludable a los niños y a la sociedad o mejorar la dieta de las escuelas, entre otras actuaciones de su Food Revolution (Revolución alimenticia). En la entrega de premios, celebrada el pasado 10 de febrero en Long Beach (California) Jamie Oliver tuvo la oportunidad de realizar un discurso para expresar sus deseos y sus desengaños, podéis verlo en el vídeo superior, subtitulado en castellano (y otros idiomas) si clicáis en ‘View subtitles’ (junto al play).
Es una charla muy interesante que dura unos 18-20 minutos y que inicia dando un dato escalofriante sobre el triste final al que puede llevar una mala alimentación. Se presenta como luchador incansable para ‘salvar vidas a su manera’, sin medicinas, sólo educando e informando sobre la alimentación, un arma que nos une a las mejores cosas de la vida.
Estados Unidos es un país poderoso que cuenta con una población de lo más insalubre, la mala alimentación conduce al sobrepeso y a la obesidad y a las enfermedades que de ello derivan. Jamie Oliver expone que las últimas cuatro generaciones de adultos estamos proporcionando a los niños una alimentación que les dará una vida más corta, ‘sus hijos morirán diez años más jóvenes que ustedes por el entorno de alimentación que hemos creado a su alrededor’.
Palabras duras con las que el cocinero británico intenta tocar la fibra, ningún padre desea ese futuro para sus hijos, pero cierto es que en muchos hogares haría falta que Jamie Oliver estuviera a diario recordándolo, o como mínimo que se grabaran un CD con el discurso para escucharlo todas las mañanas.
Habla sobre la industria, sobre la comida rápida, las raciones o porciones, los productos procesados de los supermercados, el etiquetado de los alimentos… ¿cómo pueden decir que un alimento es bajo en grasas si está lleno de azúcar?. ¿Y en los hogares?, se ha dejado de heredar la cultura de la alimentación, de la cocina con productos frescos y naturales.
La escuela es otra piedra en la que tropieza la nutrición y la salud alimentaria, los cocineros de los colegios no son los culpables, ellos hacen lo que les ordenan, y eso es lo que está mal. El sistema lo manejan contables, sin relación alguna con la alimentación. Los contables con un presupuesto ajustado y sin conocimientos de nutrición sólo se preocupan de llegar con el presupuesto y en consecuencia, se compran los productos más baratos, los menos saludables.
Jamie Oliver plantea soluciones, siendo imprescindible la implicación de los Gobiernos, comenta algo similar a lo que pudimos también escuchar de Ferrán Adrià sobre la educación, todos los niños deberían salir de la escuela con nociones de cocina y alimentación, sabiendo hacer diez recetas que le ‘puedan salvar la vida’.
Un discurso muy interesante y como explica el cocinero, lo importante es que las personas se den cuenta del problema y cambie la comida chatarra por la comida saludable, la recesión no es impedimento para ello, el tiempo tampoco lo es, ¿por qué nos da miedo que los niños cojan un cuchillo o unas tijeras y no nos da temor proporcionarles una alimentación basura que les conducen a la enfermedad?
Jamie Oliver reconoce que hay personas que están haciendo cosas maravillosas por cambiar la situación actual, el problema es que a pesar de que quieren llegar a más y más niños, no hay dinero. Es necesario asignarles los recursos, ojalá, igual que debería haber un Jamie Oliver en cada barrio, en cada pueblo o en cada ciudad, luchando por que la alimentación sea una fuente de salud y un acto de placer.
El deseo de Jamie Oliver es entre todos formemos un movimiento fuerte y sostenible para educar a todos los niños sobre la comida, para inspirar a las familias a cocinar otra vez y ayudar a que las personas en todo el mundo puedan pelear de frente contra la obesidad.