La Comisión Europea presentó recientemente el informe del Sistema de Alerta Rápida para Alimentos y Piensos (RASFF) 2017, según el documento, el año pasado se logró un récord en el intercambio de información que ayudó a detectar y eliminar productos alimentarios que podían suponer un riesgo para la seguridad alimentaria en la Unión Europea. Según los autores del informe, este es un sistema sólido que ha ido evolucionando desde su creación en 1979, hasta ser una parte muy importante a la hora de garantizar la seguridad alimentaria en Europa y fuera de sus fronteras.
El sistema RASFF comunicó en 2017 en la Unión Europea un total de 3.832 notificaciones de riesgos relacionados con alimentos o piensos, de ellos, 942 se clasificaron como alerta, clasificación que se emite cuando se detecta en el mercado un alimento que supone un grave riesgo para la salud y requiere que se lleve a cabo una actuación rápida, como la retirada del producto en cuestión. El tipo de alertas detectadas fueron principalmente la presencia de salmonella en la carne de aves de corral, cuya identificación se realizó con mayor frecuencia en los alimentos transfronterizos de la UE.
Otra buena parte de las alertas tuvo que ver con la presencia de metilmercurio en el pez espada que circulaba en el mercado comunitario. Por otro lado, un mínimo porcentaje de alertas estuvieron relacionadas con los piensos y los materiales de contacto con los alimentos. Se apunta que se realizaron un gran número de notificaciones relacionadas con residuos de fipronil en los huevos y que gracias al intercambio de información, se pudieron rastrear y eliminar los huevos afectados del mercado.
El informe es extenso y proporciona información sobre las notificaciones por categoría de peligro (rechazos fronterizos, notificaciones informativas, de alerta, así como noticias relacionadas con la seguridad de los productos alimentarios) y clasificación, número de alertas por países, gráficos sobre la evolución del número de notificaciones en los últimos años, las principales categorías alimentarias de peligro y el país de origen, el tipo de riesgo, como las adulteraciones, la presencia de residuos de pesticidas en los alimentos, la presencia de micotoxinas, etc.
Sin embargo, no se realiza una autocrítica, no se apunta cómo se puede mejorar el sistema, en qué se han cometido errores, etc., decimos esto porque como ya comentamos aquí, la Unión Europea no protege debidamente a los consumidores de los escándalos alimentarios, ya que se apunta el caso del fipronil, merece la pena recordar que el sistema de trazabilidad no funcionó, inicialmente se informó que no existía ningún riesgo y posteriormente se emitió la alerta, no se ha sabido a ciencia cierta el número de granjas que fueron afectadas por el problema, se sospechaba que durante al menos todo un año se estuvo utilizando fipronil en granjas de los Países Bajos, pero no hubo modo de comprobarlo y tampoco se pudo saber si los huevos contaminados han sido exportados a otros países.
En definitiva, no se puede presentar el sistema como muy eficaz y con capacidad para proteger a los consumidores cuando se ha demostrado que en varios escándalos alimentarios, no ha funcionado correctamente ni con la rapidez que debiera. En la actualidad no se puede garantizar la trazabilidad, no se cuenta con disposiciones que obliguen a las autoridades a informar rápida y exhaustivamente a los consumidores sobre los riesgos detectados en un producto alimentario, no se informa sobre las empresas y productos implicados, no existen pruebas específicas para las empresas alimentarias, y así un largo etcétera. Por todo ello, es difícil que el Sistema de Alerta Rápida para Alimentos y Piensos pueda funcionar correctamente.
Recordemos que la organización alemana Foodwatch, elaboró un informe titulado ‘Cómo falla la legislación de la UE a la hora de proteger a los consumidores de los escándalos de alimentos’, denunciando todas estas cuestiones y proponiendo soluciones, de todo ello hablábamos en este post. La CE propuso hace unos meses la puesta en marcha de un paquete de reformas para la legislación alimentaria europea, centrándose en las disposiciones sobre evaluación de riesgos para productos fitosanitarios, pero olvidándose del resto de problemas, algo lógico teniendo en cuenta que el presidente de la Comisión Europea Jean-Claude Juncker, no ve la necesidad de actuar, asegurando que todos los productos alimenticios en la UE se pueden rastrear a lo largo de la cadena de suministro, escándalos como el de los huevos con fipronil demuestran lo contrario.
Cierto es que el RASFF ayuda a detectar y reaccionar ante problemas relacionados con la seguridad alimentaria, pero si se llevara a cabo una exhaustiva reforma como la propuesta por Foodwatch, el sistema de alertas sería mucho más eficaz. A través de este enlace (Pdf), podréis leer el informe RASSF 2017, para conocer todas las alertas emitidas por este sistema y cómo se han obviado los problemas y contratiempos que se han tenido con algunas alertas.