Recientemente, el PNUMA (Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente) ha dado a conocer un informe sobre el Índice de desperdicio de alimentos 2021, y a juzgar por las conclusiones, los avances para reducir el desperdicio de alimentos en el mundo se realizan mucho más despacio de lo que se esperaba.
Los datos muestran que de media, se desperdician unos 74 kilos de comida por persona y año en los hogares, en restaurantes y tiendas de alimentación se calcula que acaparan el 17% de media de todos los alimentos desechados, también citan el desperdicio generado en cada eslabón de la cadena alimentaria, y el resultado es que un tercio de los alimentos que se producen no se consumen.
El enorme volumen de pérdidas y desperdicio de alimentos tiene efectos negativos significativos desde el punto de vista medioambiental y socioeconómico, por ejemplo, se calcula que los productos alimenticios que se desperdician se asocian a un 10% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero, a esto podemos sumar el trabajo y tiempo perdido, el gasto inútil de recursos como la tierra y el agua, el gasto energético y, por supuesto, las pérdidas económicas que todo ello conlleva.
El informe concluye que es prioritario trabajar para reducir de forma más acelerada el desperdicio y la pérdida de alimentos en toda la cadena alimentaria, desde el lugar en el que se producen hasta el plato del consumidor, con ello se obtendrán beneficios significativos tanto para las personas como para el planeta, por ejemplo, mejorar la seguridad alimentaria, afrontar mejor el cambio climático y los retos de futuro, reducir la presión que se ejerce sobre recursos como el agua, la tierra, la biodiversidad o los sistemas actuales de gestión de recursos.
Los miembros del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente consideran que todo este potencial y beneficios han sido infravalorados e infrautilizados, se piensa que este potencial se ha pasado por alto porque la verdadera escala del desperdicio de alimentos y sus impactos no se han entendido bien. No es extraño que se piense en fracaso a la hora de alcanzar el Objetivo de Desarrollo Sostenible 12.3 (ODS 12.3), donde se apunta la necesidad de reducir el desperdicio alimentario en un 50% para el año 2030. Por cierto, recordemos que algunos estudios apuntan que el desperdicio alimentario podría incrementarse en unos 2.100 millones de toneladas antes de 2030, se trata de un toque de atención que merece tenerse en cuenta.
El PNUMA comenta que el presente informe tiene como objetivo contribuir en el avance del ODS 12.3 de dos maneras, la primera es presentar la recopilación de datos y los correspondientes análisis completos sobre pérdida y desperdicio alimentario, a partir de ahí, realizar una estimación sobre su volumen a nivel mundial y nacional. Los cálculos realizados son estimaciones que varían en confianza dependiendo de la región y el sector, pero ofrecen una nueva perspectiva de la magnitud del problema y de su capacidad de prevención sustancial en países de bajos, medios y altos ingresos.
La segunda manera es que el informe proporciona una metodología para que los países puedan calcular el desperdicio de alimentos, a nivel doméstico, en el comercio minorista, etc., a fin de poder hacer un seguimiento del progreso que se realiza de cara a alcanzar la meta del ODS 12.3, el PNUMA asegura que aquellos países que utilicen la metodología propuesta, obtendrán pruebas y datos más fiables. Contar con datos precisos ayuda a desarrollar una mejor estrategia a nivel nacional en la lucha contra el desperdicio alimentario
Volviendo al informe, se trata de un documento de 100 páginas que ofrece todo tipo de datos, explica la metodología utilizada, datos específicos por regiones, estimaciones, tablas y gráficos, resúmenes sobre los datos clave, etc. También se informa sobre los desafíos de la metodología utilizada y sus limitaciones, así como los beneficios que ofrece a cada nación una medición lo más precisa posible de la pérdida y el desperdicio de alimentos, por supuesto, también se ofrece una serie de recomendaciones, algunas de ellas se plantean desde hace años, otras son más recientes.
Los investigadores comentan en el documento que nadie compra comida para tirarla, pero esas pequeñas cantidades que se desechan a diario y que parecen insignificantes suman y al final suponen un enorme volumen, de ahí la necesidad de aumentar la conciencia de las personas como un factor clave y determinante. Los responsables del PNUMA explican que lamentablemente estamos acostumbrados a tirar comida olvidando lo que ha costado producirla y su valor, por ello se considera que los hogares son una parte muy importante del problema.
Así que se concluye que el mayor volumen del desperdicio se genera a nivel del consumidor, al menos así se muestra en los países que contaban con datos de calidad sobre el desperdicio alimentario. Un dato curioso del informe es el que afirma que el desperdicio de alimentos per cápita en los hogares es similar en los países de altos, medianos y bajos ingresos, mientras que anteriormente se apuntaba que en los países desarrollados la causa eran los consumidores y en los países en vías de desarrollo los problemas eran la producción, el transporte y el almacenamiento. Por eso se asegura que los datos demuestran que es necesario actuar sobre todos los consumidores a nivel mundial y sin distinciones.
A través de este enlace (Pdf) podréis tener acceso al informe completo que ha publicado el PNUMA.