La Unión Europea promueve tres tipos de etiquetado de calidad, la DOP (Denominación de Origen Protegida), etiqueta que identifica el origen de un alimento, las características que tiene asociadas y la zona de producción, la IGP (Indicación Geográfica Protegida), etiqueta que identifica el origen de un producto, sea una región o un país, que posee una característica que se atribuye a su origen geográfico, y en el que una de las fases de la producción tiene lugar en la zona geográfica definida, y la ETG (Especialidad Tradicional Garantizada), etiqueta que protege una receta tradicional y el método de producción.
Estas etiquetas tienen como objetivo, por un lado proteger a los productores de los alimentos que tienen cualidades y características especiales, y por otro ayudar a los consumidores a la hora de tomar una decisión en la compra de los alimentos. Pues bien, según una investigación llevada a cabo por los investigadores de la Universidad de Aarhus (Dinamarca), el etiquetado de calidad alimentaria de la Unión Europea influye poco en los consumidores dependiendo de la zona donde vivan. Los expertos trataron de determinar la influencia de las etiquetas DOP, IGP y ETG en la elección de compra de los consumidores, constatando que el conocimiento de estas etiquetas es bastante bajo dependiendo de la región europea, son más conscientes del valor de estas etiquetas los habitantes del sur de Europa que los habitantes del norte de Europa.
Según los expertos, desde el punto de vista del consumidor la calidad alimentaria se compone de experiencias, características como el gusto, el origen, el método de elaboración o la salubridad se tienen en cuenta, sin embargo, las etiquetas de calidad de la UE, que precisamente transmiten esos valores, sólo se tienen en cuenta en la medida que los consumidores las conocen, las entienden y las valoran a la hora de tomar una decisión en la compra de un alimento. Lamentablemente y como decíamos antes, parece que una buena parte de consumidores (especialmente los que viven en las regiones del norte de Europa) desconocen lo que hay detrás del etiquetado de calidad comunitario.
Se argumenta como una posible razón la proliferación de registros de alimentos con DOP, IGP y ETG en las regiones del sur. Desde el mes de enero del presente año 1.312 productos alimentarios obtuvieron el derecho a llevar una de las tres etiquetas, 608 recibieron la DOP, 651 la IGP y 53 la ETG. La mayoría de los registros pertenecían a productos del sur de Europa, 279 de Italia, 226 de Francia, 185 de España…, en cambio, en los países del norte como Suecia y Dinamarca se registraron con una de estas certificaciones de calidad 7 y 6 productos respectivamente, sin duda, es una diferencia considerable.
Muchos de los productos alimentarios que se caracterizan por su origen geográfico o tradicional son los preferidos por determinados segmentos de consumidores, lo que demuestra que valoran el origen, los métodos de producción, la zona donde se elaboran, etc. Existe un interés renovado de los consumidores por los alimentos tradicionales y por ello buscan esas señas de identidad comunitarias. Los productores quieren conseguir las etiquetas de calidad como herramienta diferenciadora de marketing, por su parte los Gobiernos están interesados en el funcionamiento de estos sistemas, ya que es un modo de controlar las cualidades, el origen y la calidad de los alimentos.
La Comisión Europea puso en marcha, en su momento, los planes para la protección de los productos artesanales en Europa por las imitaciones que aparecían en el mercado, se esperaba que con las certificaciones se podría ayudar a los productores de la UE a mantener la reputación y calidad de los alimentos a fin de poder mantener la competitividad y la rentabilidad. Claro, que esto funciona un poco mejor en el sur de Europa, en el norte este etiquetado parece pasar desapercibido. De todos modos, incluso en las regiones del sur este etiquetado no termina de calar, los investigadores indican que la sensibilización de los consumidores ante estas etiquetas es baja.
Los expertos explican que es necesario realizar nuevas investigaciones sobre todo en los puntos de venta de los productos, es de suponer que el objetivo es constatar qué es lo que miran los consumidores a la hora de adquirir un producto, cuántos se fijan en la etiqueta de calidad, etc. Podéis conocer más detalles de esta investigación a través de este artículo publicado en la revista científica Food Control.
