Cada vez son más los países que pretenden instaurar impuestos en los alimentos poco saludables con la excusa de mejorar la salud de los consumidores, la medida es un filón de ingresos a explotar. Algunos expertos como Jack Winkler, profesor en políticas nutricionales de la Universidad Metropolitana de Londres (Reino Unido) actualmente retirado, aseguran que son medidas poco eficaces y con las que no se va a alcanzar el supuesto objetivo enmarcado en la política de salud. Es más, asegura que gravar los alimentos asociados al sobrepeso y la obesidad puede provocar un efecto negativo.
Para el profesor, el coste de los alimentos es una herramienta importante con la que se podría mejorar la alimentación y la salud de los consumidores, pero lo cierto es que no va a conseguir que se reduzca el consumo de estos productos. El investigador invita a analizar el resultado obtenido en los países en los que se ha grabado sobre los alimentos, los resultados son poco concluyentes, la variación del consumo ha sido poco significativa, lo que demuestra que estas medidas son poco eficaces para mejorar la alimentación de la población, en cambio, se podría decir que son beneficiosas para engrosar las arcas de los estados. Jack Winkler invita a un cambio significativo en el que predominen aquellas políticas que ayuden a reducir el coste de los alimentos saludables como una opción más acertada.
Sin embargo, algunos estudios muestran lo contrario a lo que asevera el experto, en la revista Healt Affairs se daba a conocer un estudio que pretendía demostrar que aplicar impuestos de este tipo en Estados Unidos era beneficioso. Gravar los refrescos azucarados con un centavo por cada 20 gramos de bebida (12 centavos por una lata de 33 cl.), permitiría reducir el consumo hasta en un 15% en adultos con edades entre los 24 y los 65 años. También se hace referencia a las consecuencias beneficiosas, como la reducción de enfermedades, muertes, y por supuesto gasto médico, de todo ello hablábamos en el post Impuesto de los refrescos en Estados Unidos. Pero como decíamos, era un estudio y no se había llevado a la práctica, quizá los resultados no serían los esperados.
El objetivo a alcanzar es que los alimentos saludables sean más baratos, pero ¿cómo se puede conseguir esta meta?, las claves las facilita en un artículo publicado en el British Medical Journal. El experto sugiere diferentes líneas de trabajo para poder mejorar la salud de los consumidores, debe ejercerse más presión política y social sobre la industria alimentaria para que los costes de los alimentos considerados saludables sean más reducidos, modificar las políticas agrarias europeas y modificar las políticas nacionales en materia de alimentación y salud, las importaciones de alimentos deben condicionarse a los ingredientes más saludables, es un modo de presionar a la industria alimentaria de otros países a mejorar la calidad de los alimentos que producen.
Para el profesor, el precio de los alimentos es un condicionante y un claro inconveniente, los más saludables son también más caros, asegura que no es porque se encarezca la producción, sino porque se aplican márgenes de beneficios mucho más elevados. La razón es que aquellos consumidores que son conscientes de la necesidad de alimentarse con productos de calidad, están dispuestos a pagar más dinero por lo que consideran que es lo más adecuado para su salud.
El profesor facilita un ejemplo, producir refrescos sin azúcar es más económico que producirlos en su versión completa, con azúcares y calorías, por tanto, el margen de beneficios para estas empresas es mayor. Basándonos en los costes de producción, si estas bebidas se comercializaran con un margen más reducido, serían más baratas y se incrementarían las posibilidades de que los consumidores las adquirieran. Con respecto a la política agraria, un aumento de precios que afectara directamente a la industria, gravando la grasa y el azúcar, la obligaría a reformular los productos sin que afectara a los extremos de la cadena, a agricultores y consumidores. Los fabricantes deberían reducir los niveles de grasas, azúcares, etc., para ser competitivos y poder vender sus productos evitando esos impuestos directos.
El planteamiento es el mismo que han realizado expertos y asociaciones de consumidores de otros países, las políticas para mejorar la calidad de los alimentos deberían actuar directamente sobre la industria, sin embargo, el peso recae sobre el consumidor o sobre el productor, por lo que no es extraño que se crea que el fin es puramente recaudatorio. Si no hay en el mercado bebidas con exceso de azúcar, siendo todas saludables, el problema de los refrescos y su relación con el sobrepeso y la obesidad desaparecería, pues así con el resto de alimentos.
Estas son las conclusiones de un especialista en políticas nutricionales, pero como dicen en el citado estudio de Health Affairs, sería necesario poder contar con pruebas que lo demostraran. Al respecto, seguramente se realizarán más estudios en torno al impacto de reducir el precio de los alimentos saludables. De momento, en países como Hungría, Francia o Dinamarca, ya se ha adoptado este sistema recaudatorio, otros barajan instaurarlo, pero, ¿cuándo podremos conocer el caso de un país que trabaje para reducir el precio de la alimentación saludable?
Foto | Like the Grand Canyon
2 comentarios
¡Más gasto en educación pública y de calidad es lo que hace falta! Más concienciamiento medioambiental, social, nutricional y todo el que se os ocurra inculcados desde chiquititos.
En eso estamos totalmente de acuerdo Miguel, pero también es importante que cambie la política alimentaria.
Saludos