Sustain es una organización del Reino Unido que trabaja en favor de las prácticas que mejoren la salud y bienestar de los ciudadanos, defiende la agricultura sostenible, el respeto medioambiental, las condiciones laborales… en definitiva, promueve la equidad en lo que respecta a agricultura y alimentación. El caso es que Sustain, en el marco de su campaña para mejorar la alimentación infantil (Children’s Food Campaign), además de trabajar para que las escuelas ofrezcan menús saludables, proteger a los niños del fast food y promover un etiquetado transparente que incluso los niños puedan entender, ahora pide al Gobierno del país que aplique un impuesto sobre las bebidas azucaradas.
Los responsables de esta organización aseguran que un impuesto en los refrescos en el Reino Unido de 20 peniques por litro de refresco (unos 0’25 euros), reduciría el consumo de este tipo de bebidas especialmente entre los niños y los adolescentes. También solicita que el dinero recaudado con este impuesto se destine a programas para mejorar la salud infantil y proteger el entorno en el que crecen los niños.
Las bebidas azucaradas están en el punto de mira de esta organización y de otras 70 organizaciones de todo tipo que avalan la campaña, explican que no ofrecen beneficios nutricionales y que están directamente vinculadas con todo tipo de problemas de salud, obesidad, caries, enfermedades coronarias, cáncer, diabetes… enfermedades que costarán a la sociedad a través del sistema sanitario unos 50.000 millones de libras en el año 2050 si no se toman medidas. Se asegura que el impuesto de los refrescos lograría reducir el gasto sanitario en unos 39 millones de libras en un plazo de 20 años.
Consideran que la introducción del impuesto sería la forma más práctica y eficaz de hacer frente a una importante fuente de calorías y azúcares que son indeseables en la dieta de niños y jóvenes. Como ejemplo de que es viable instaurar este tipo de gravamen, la organización cita el impuesto de los refrescos en México, Hungría o Francia entre otros países, aseguran que los ciudadanos de estos países ya están disfrutando de los beneficios derivados de esta tasa. Malcolm Clark, coordinador de la Children’s Food Campaign explica que los políticos del Reino Unido ya no pueden poner como excusa que se trata de una medida impopular o que es una política errónea. Explica que es una obligación del Gobierno empezar a luchar para mejorar la alimentación de niños y jóvenes.
De todos modos hay que decir que la idea de aplicar impuestos en alimentos y bebidas considerados no saludables no es una novedad, de ello se lleva hablando en el Reino Unido desde hace años. Los líderes políticos han asegurado que no tienen intención de gravar alimentos y bebidas, además afirman que todas aquellas iniciativas que quieran gravar en la alimentación como solución para mejorar la salud de los ciudadanos, no lograrán su objetivo. Algunos expertos e investigadores están a favor del uso de herramientas como las tasas o aumentar el precio de los alimentos y bebidas poco saludables para lograr alcanzar objetivos nutricionales, pero también plantean bajar el precio de los alimentos saludables, algo que se debería impulsar con más notoriedad en esta campaña y más sabiendo que cada vez son más caros. Lamentablemente saben que no van a lograr que se aplique una política para equilibrar la fiscalidad entre ambos tipos de alimentos y bebidas.
A todo esto hay que añadir que otros estudios demuestran que un impuesto en las bebidas azucaradas tendría muy poco efecto sobre los actuales niveles de consumo, en este sentido merece la pena recordar las conclusiones de Jack Winkler, profesor en políticas nutricionales de la Universidad Metropolitana de Londres (Reino Unido) actualmente retirado, aseguran que son medidas poco eficaces y con las que no se va a alcanzar el supuesto objetivo enmarcado en la política de salud. En cambio, existen algunos ejemplos que muestran que reducir el precio de los alimentos y bebidas considerados saludables sí tendrían un efecto a corto plazo, de ello hablábamos aquí.
En esta campaña que persigue gravar los refrescos, se habla de los países que han aprobado esta medida pero se obvian a los países que la han rechazado y que son muchos, provocando consecuencias políticas para quienes propusieron este tipo de gravámenes. Esta es una de las razones por las que ningún político del Reino Unido se aventurará a aplicar este tipo de tasas. A pesar de todo, se sigue luchando por alcanzar el objetivo, pero no está nada clara la efectividad de este tipo de tasas. Quizá se deberían tener en cuenta otros alimentos que también promueven el sobrepeso y la obesidad y que parecen obviarse o no se les da la misma importancia que a las bebidas.
Llevan muchos años en el Reino Unido solicitando este tipo de reglamentación, cada campaña es un fracaso, pero a diferencia de las anteriores, se hace hincapié en la salud de los niños y no de la población en general, quizá crean que hablar de la infancia facilite que se pueda aprobar la tasa. En España se realizó una fugaz propuesta por la Federación de Usuarios Consumidores Independientes pero no se ha vuelto a hablar del tema. Es curioso, con el afán recaudatorio que tiene el Gobierno, sorprende que no hayan intentado hacerlo con la excusa de mejorar la salud de la población.
A través de la página de la campaña podréis conocer más detalles sobre la solicitud realizada.
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