Un informe de True Animal Protein Price (TAPP), organización sin ánimo de lucro que trabaja para hacer que la producción y consumo de carne y productos lácteos sean más sostenibles (a través del aumento de precios e impuestos), ha presentado al Parlamento Europeo una propuesta en la que pide la inclusión de un impuesto de la sostenibilidad en la carne que se comercializa en la Unión Europea, en el marco de la Estrategia del Campo a la Mesa (Farm to Fork Strategy), punto que aparece en el Pacto Verde Europeo (The European Green Deal) del que hablábamos aquí.
La propuesta se debatirá el próximo día 5 de febrero en el Parlamento Europeo, se trata de un impuesto a la carne que tendrá en cuenta la pérdida de biodiversidad y las emisiones de gases de efecto invernadero, y de salir adelante, podría aplicarse en los estados miembros a partir del año 2022. La propuesta determina que el dinero que se recaudaría con el impuesto en el caso de ser aplicado, se destinaría a inversiones en una transición hacia prácticas agrícolas más sostenibles.
Según TAPP, es el momento de actuar políticamente sobre las consecuencias medioambientales derivadas de la producción y consumo de proteína de origen animal, cuyo precio se ha mantenido relativamente bajo durante bastante tiempo (claro que esta percepción varía dependiendo del punto de vista). Esta organización considera que ahora se cuenta con una solución justa para los agricultores, ya que apoya la transición hacia un sistema alimentario sostenible que mayoritariamente debe basarse en los alimentos vegetales, siendo una medida seria para hacer frente al cambio climático.
El impuesto se denomina «Cargo de sostenibilidad«, siendo un gravamen cuyo valor se basa en los costes sociales resultantes del consumo de carne, lo que se pretende es que los consumidores tomen decisiones sostenibles basadas en los precios, si la carne es muy cara, el consumo se reducirá. Se quiere establecer el impuesto y ajustarlo gradualmente a medida que mejora la comprensión del impacto de la producción de carne, el avance del sector en la reducción de la huella medioambiental, así como otras variables. Para calcular el impuesto se tendrán en cuenta muchos aspectos, el impacto del uso de la tierra en la biodiversidad, las enfermedades que sufre el ganado, las emisiones de gases de efecto invernadero y otras emisiones contaminantes, la densidad poblacional, etc.
Cada tipo de carne (pollo, vacuno, cerdo…) tendrá un impuesto basado en las estimaciones de los costes asociados a los parámetros antes comentados, se apunta que con el fin de asegurar que se alcancen los objetivos climáticos, el gravamen podría variar al alza. El estudio realizado por TAPP incluye tablas con las estimaciones de los cargos de sostenibilidad a la carne (impuestos), así como cálculos sobre la caída del consumo de cada tipo de carne, asegurando que dependiendo del tipo, su consumo podría caer entre un 30% y un 70% para el año 2030.
Se calcula que con el gravamen se recaudarán en 2030 unos 32.200 millones de euros, ingresos que aseguran que se destinarán a ayudar a los hogares con ingresos limitados por pérdidas del poder adquisitivo, para incentivar al sector ganadero para que reduzca aún más su huella medioambiental, etc. TAPP comenta que aplicar el cargo de sostenibilidad en la carne es poner en práctica el principio de que quien contamina paga, además de facilitar que los consumidores tomen decisiones sostenibles y responsables en la compra de alimentos, provocar un cambio en la agricultura y la ganadería hacia un modelo de trabajo más respetuoso y sostenible, etc.
Mucho se habla de la carne y de cómo afecta su producción y consumo al calentamiento del planeta, como sabemos, la ganadería es responsable del 14’5% de las emisiones de GEI (Gases de Efecto Invernadero) a nivel mundial, ¿y el 84’5% restante? Si se aplica un impuesto a la carne, también es necesario pensar en aplicar un impuesto de la sostenibilidad a otros sectores e industrias que tienen una notable contribución en las emisiones contaminantes y de gases efecto invernadero.
Por cierto, hay estudios que apuntan que algunos alimentos básicos provocan un enorme impacto ambiental, sólo la producción de soja, arroz, maíz, aceite de palma y trigo, generan más emisiones de gases de efecto invernadero que los producidos de forma individual por casi cualquier país del mundo, de ello hablábamos aquí (¿habría que aplicar un impuesto similar?. Los impuestos son una de las soluciones fáciles que son bien vistas por los gobiernos, ya que suponen nuevos ingresos a las arcas del estado, pero lo de invertir después el dinero en la sociedad, es algo un poco difícil de creer.
Probablemente el lobby de la industria cárnica hará toda la presión posible para que esta propuesta se desestime, pronto tendremos nuevas noticias. A través de este enlace (Pdf), podréis conocer el estudio elaborado por True Animal Protein Price.