Implantes cerebrales para frenar el trastorno por atracón o alimentación compulsiva

Investigadores de la Facultad de Medicina Perelman de la Universidad de Pensilvania (Estados Unidos), han llevado a cabo con éxito un estudio piloto que podría marcar un antes y un después en el tratamiento de trastornos alimentarios relacionados con la pérdida de control, como la bulimia o los atracones compulsivos, entre otros. En este nuevo estudio, los expertos han utilizado implantes cerebrales para frenar el trastorno por atracón o alimentación compulsiva, se trata de unos dispositivos que detectan la actividad cerebral relacionada con el antojo de comer, esta región del cerebro se denomina núcleo accumbens y está implicada en el procesamiento del placer y su recompensa, el miedo, las adicciones, etc.

Lo cierto es que en el año 2017 se realizó un estudio similar, pero con roedores de laboratorio a los que les colocaron los dispositivos que, además de monitorear y detectar la actividad relacionada con el impulso de comer, podían emitir pulsos eléctricos que permitían bloquear esas señales para inhibir el consumo excesivo de alimentos. En el nuevo estudio (ensayo clínico) han participado dos personas diagnosticadas con obesidad severa y trastorno por atracón o alimentación compulsiva, que se caracteriza por la ingesta de una gran cantidad de comida en un corto espacio de tiempo.

Los investigadores comentan que la actividad eléctrica distintiva de baja frecuencia en el núcleo accumbens surge justo antes de sufrir estos episodios o antojos, pero no se producen antes de los atracones normales. En el estudio con los roedores se estimuló el núcleo accumbens para interrumpir esta actividad cuando estaba relacionada con el deseo de comer de forma compulsiva. Estos dispositivos se colocaron quirúrgicamente debajo del cuero cabelludo, y desde ahí, unos cables atravesaban el cráneo hasta el núcleo accumbens en cada hemisferio cerebral.

A las dos personas que participaron en el estudio se les implantó el dispositivo y los expertos realizaron un seguimiento durante seis meses de la actividad cerebral y los episodios de atracón compulsivo. El sistema monitoreaba y detectaba las señales del núcleo accumbens, activándose la emisión de pulsos eléctricos que interrumpían las señales relacionadas con el deseo de comer de forma compulsiva. Los resultados han mostrado que durante el periodo del ensayo, los episodios de atracones se redujeron de forma significativa y en consecuencia, se logró una reducción de peso corporal.

De hecho, una de las personas del ensayo clínico mejoró tanto, que ya no cumplía con los criterios para seguir en el estudio sobre el trastorno por atracón, destacando que en principio no sufrió efectos secundarios adversos y significativos, aunque seguramente se seguirá realizando un seguimiento para constatar que no se producen con el tiempo.
El uso de un dispositivo similar no es nuevo, recordemos que se utilizan desde hace tiempo para tratar la epilepsia cuando los medicamentos no funcionan, de hecho, desde hace tiempo se exploran distintas aplicaciones, un ejemplo es el citado estudio con roedores de laboratorio. Los expertos comentan que este ensayo ha sido un estudio de viabilidad, cuyo objetivo era determinar la seguridad del procedimiento en seres humanos, los resultados obtenidos han sido significativos y, según los investigadores, impresionantes y emocionantes.

Como decíamos, el ensayo clínico ha sido un éxito, además del periodo de seis meses de seguimiento con los dispositivos, los investigadores han realizado un seguimiento de otros seis meses una vez finalizado el ensayo, constatando que el procedimiento es seguro. Ahora han empezado a reclutar nuevos pacientes para hacer un nuevo ensayo mucho más amplio, ya que sólo dos personas no son suficientes para validar los resultados.

En Estados Unidos el trastorno por atracón es considerado uno de los trastornos alimentarios más comunes y afecta a millones de personas, quienes lo padecen tienen episodios de comer de forma compulsiva y suelen sufrir sobrepeso u obesidad. Las personas que padecen este problema tienen la sensación de perder el control sobre lo que comen y continúan comiendo más allá de la saciedad. El tratamiento, una vez validado, podría ser una solución para reducir de forma significativa la incidencia del trastorno, además, con los ajustes convenientes, podría utilizarse para tratar otros trastornos alimentarios.

Podéis conocer todos los detalles del trabajo a través de este artículo publicado en la página de la universidad, y en este otro publicado en la revista científica Nature Medicine.

Foto | Wendelin Jacober

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