Hay distintas elaboraciones tradicionales en varias culturas que utilizan la yema de huevo para hacer dulces, algunas de ellas han podido surgir para consumir yemas que hayan quedado después de utilizar las claras en otra receta, pero también como principal protagonista de la elaboración, y aunque hablamos del uso de yemas de huevo en dulce, no siempre se destinan a los postres, es el caso del huevo hilado.
Parece ser que el huevo hilado es una elaboración tradicional de la cocina portuguesa, pero su uso está muy generalizado en otros países, como en el nuestro. Quizá en Navidad y en otras fiestas en las que la gastronomía tiene mucho protagonismo, es la época en la que más se concentra la inclusión de huevo hilado en los platos, pues principalmente su aplicación es decorativa.
El huevo hilado, también llamado cabello de bruja o hilo de huevo (fios de ovos en portugués), se compone de yema de huevo y almíbar, y a veces una pequeña proporción de clara de huevo. Parece ser que en conventos y monasterios se utilizaban las claras para ‘almidonar’ la ropa, quedando entonces un excedente de yemas de huevo. Cuentan que los exploradores portugueses tomaron ejemplo de la elaboración del huevo hilado en Japón y Tailandia entre los siglos 16 y 18. En la cocina oriental es habitual además, aromatizar el almíbar en el que se cuecen los hilos de yema con agua de rosas o esencias de otras flores.
Su elaboración no es complicada, pero sí necesita un poco de dedicación y un utensilio especial, el colador para huevo hilado (aunque siempre hay posibilidad de utilizar otros accesorios de cocina que proporcionan resultados muy similares) por ello es mucho más habitual comprarlo hecho, sobre todo desde que en los últimos años se ha establecido en los lineales de los supermercados.
Seguramente la mayoría de vosotros conocéis el huevo hilado, lo habéis probado, comprado o incluso elaborado, es un clásico en la decoración de entremeses o en presentaciones de estilo afrancesado en las mesas festivas, como acompañamiento y decoración en canapés, con jamón cocido, marisco, empanadas… Además de ser un elemento decorativo, que tiempo atrás era muy apreciado (son como cabellos finos, dorados y brillantes), el sabor que aporta es un contraste al salado, además de la textura, se acaba fundiendo en el paladar.
Como curiosidad, hay un plato tradicional de la cocina callejera tailandesa que lleva estos ‘hilos de oro’, se trata de una especie de taco, una tortita crujiente que se rellena con crema de coco, se añaden otros ingredientes salados, cebolla, hierbas aromáticas… y se termina con el huevo hilado (thong foi), se conoce como Khanom buang. El huevo hilado también es común en Japón (keiran somen) o en Camboya (vawee).
En los próximos días os vamos a mostrar la receta y fotos del paso a paso para la elaboración de huevo hilado, es posible que os apetezca hacerlo para probar y para incorporarlo a algunos de vuestros platos, sobre todo de cara a las próximas celebraciones navideñas, ya sabéis que sólo necesitaréis huevo, agua y azúcar.
Foto | Monjolo