Hace un tiempo os hablamos de los grelos, una hortaliza típica en la gastronomía gallega, ésta brota de los nabos. Pero antes de ser grelo es nabiza, protagonista en esta receta de Lasaña de nabizas y carne que comparte en vuestra sección Hoy Cocinas Tú El Químico Cocinero (aunque su nick sea en masculino, es una fémina, podéis acceder a su blog).
Y nos presenta su receta de lasaña de nabizas y carne con un dicho popular, os lo transcribimos a continuación:
«Do nabo sae a nabiza
da nabiza sae o grelo.
Nabo, nabiza e máis grelo
trinidade do galego.
Son tres persoas distintas
un só Deus verdadeiro»
Por si no quedó suficientemente claro, la cronología es la que sigue: en agosto se siembran los nabos (raíz engrosada), en octubre-noviembre ya se pueden disfrutar las nabizas (primeras hojas) y en febrero podemos empezar a recoger los grelos (tallo y hoja del que saldrán flores). En España el principal productor y consumidor de grelos es Galicia. De hecho, «Grelo de Galicia» es una Indicación Geográfica Protegida reconocida por la Unión Europea desde octubre de 2009.
Tanto las nabizas como los grelos se caracterizan por su sabor amargo. Si este sabor os resulta demasiado fuerte, se puede suavizar escaldándolos con agua hirviendo. Como curiosidad, añadiré que los grelos recogidos después de una helada son más tiernos, lo que acorta el tiempo de cocción: en mi casa dirían que «la helada coció los grelos».
Ingredientes
- 1 manojo de nabizas
- 200 gramos de carne de cerdo picada
- 12 placas de lasaña
- 1 cebolla
- 1 pimiento rojo
- 150-200 ml de salsa de tomate
- c/n queso de Arzúa-Ulloa
- 200 ml de nata para cocinar
- sal
- aceite de oliva virgen extra
- pimienta negra
Elaboración
Antes os cuento algunos detalles sobre los ingredientes. Este plato, lo he elaborado en otras ocasiones con la verdura que tenía a mano: grelos (incluso en lata, que dan menos trabajo por venir ya cocidos, y supongo que son más fáciles de obtener fuera de Galicia), espinacas, acelgas… También lo he cocinado con todo tipo de placas de lasaña: de sémola de trigo duro, que hay que cocer antes de montar el plato, con placas de lasaña fresca, la única pega es que no la tienen en todas las tiendas, y como en este último caso, con pasta precocida. En cada caso seguiremos las indicaciones del fabricante, que en mi caso fueron sumergir durante 15 minutos las placas de lasaña en agua caliente durante 15 minutos removiendo de vez en cuanto. La verdad es que se ahorra tiempo. En cuanto al queso, se necesita que sea graso, fundente. A mí me encanta el gusto que da un Arzúa-Ulloa.
Una vez lavadas las nabizas en agua bien caliente, los picamos muy menudas y las cocemos en agua hirviendo con sal. Yo aproveché incluso los tallos, porque eran tiernos y los encuentro muy sabrosos. Mientras cuecen, salteamos en una sartén la cebolla y el pimiento rojo picado picados. Cuando las nabizas estén cocidas, las escurrimos bien y las añadimos al sofrito. Cocinamos durante unos minutos y añadimos la carne picada, sazonando con sal y pimienta negra. Cuando la carne empiece a estar hecha, añadimos la salsa de tomate (al gusto, yo voy añadiendo de manera que haga más jugoso el relleno, pero sin «ahogarlo») y dejamos que el relleno se siga haciendo a fuego lento 5 minutos más.
Para el montaje final, uso una fuente rectangular de bordes altos, y antes de lanzarme compruebo con las placas de lasaña cómo colocarlas. En el fondo de la fuente vertemos un chorro de nata líquida, de manera que se cubra todo el fondo. A continuación, ponemos sucesivamente una capa de placas de lasaña, una capa del relleno preparado y trocitos de queso de Arzúa (3 o 4 trocitos por placa de lasaña).
Se repiten las capas en este orden, hasta que se acaba el relleno. Sobre la última capa de pasta ponemos unos trocitos de queso y rociamos con nata líquida, la idea es que la superficie esté húmeda y no se queme en el horno, no se trata de sumergir en nata. En el horno precalentado a 180º centígrados, metemos la lasaña durante 15-20 minutos. De vez en cuando, conviene abrir y con una cuchara mojar la superficie con la nata. Se puede finalizar con unos minutos de gratinado, para dar un color atractivo.
Mi única preocupación era que el sabor amargo y algo ácido de las nabizas destacase demasiado. En mi opinión, y creo que puedo hablar también en nombre del catador, es que todos los sabores se combinaron de una manera «amistosa», con su personalidad pero sin avasallar. La Lasaña de nabizas y carne es un plato bastante sencillo y completo. Me atrevo a pensar que es una buena manera de hacer comer verdura a aquellos a los que no les entusiasma.
El Químico Cocinero