Un grupo de investigadores del Instituto de la Viña y el Vino de Ponferrada, ha empezado a trabajar en el desarrollo de hongos transgénicos contra el mal olor del vino, hongos que podrían sustituir a una de las especies de hongos responsables de la producción de cloroanisoles, compuestos volátiles resultantes de la metabolización de pesticidas que causan el olor a húmedo o rancio en el vino. Al parecer, el Trichoderma longibrachiatum, una especie perteneciente al género Trichoderma, es el mayor productor de cloroanisoles, eliminando el hongo se reducirían significativamente las posibilidades de que se produjeran malos olores fúngicos.
Los expertos indican que la especie de hongo está muy extendida y que es imposible combatirla, siendo una de las formas de contaminación ambiental existentes que afectan a la industria del vino. Para desarrollar los hongos transgénicos contra el mal olor del vino, los investigadores han caracterizado el gen responsable de codificar la enzima que provoca el problema, la idea es crear hongos que no contengan el gen e inocular de forma artificial en la materia prima (corcho) evitando que otras variedades de Trichoderma longibrachiatum se desarrollen. Los expertos procedieron a cristalizar y purificar la enzima responsable de la producción de tricloroanisol y posteriormente caracterizaron el gen responsable de su activación.
A través de León Noticias podemos saber que los hongos transgénicos serían eliminados de los tapones de corcho antes de su utilización a fin de que no pasen a la cadena alimentaria, sin duda, será un proceso complicado y ya veremos si puede garantizar el 100% de la erradicación de los hongos modificados genéticamente para que no se puedan introducir en el vino y por tanto, en la cadena alimentaria.
De lograr el objetivo, posiblemente aparecerían dos denominaciones diferentes de corcho, producido de forma natural y producido con ayuda de hongos transgénicos. La investigación es interesante y permitiría reducir hasta la mitad las pérdidas relacionadas con los malos olores fúngicos en los vinos. Se calcula que la mitad de los aromas fúngicos proceden de la presencia de cloroanisoles, hay que recordar que los compuestos más frecuentes encontrados en los vinos son el tricloroanisol, tetracloroanisol, triclorofenol y tribromoanisol, de ellos, el más oloroso y detectable es el tricloroanisol o TCA.
Hasta el momento sólo se han identificado la mitad de los aromas fúngicos relacionados con los cloroanisoles, por lo que queda un largo camino para identificar el resto de sustancias que también guardan relación con el olor o sabor a moho en el vino. Como apunte cabe destacar que una cantidad inferior a 10 nanogramos de cloroanisoles produce el aroma o mal olor del vino, superando esta cantidad se apreciaría también en el sabor. Por otro lado, la presencia de estas sustancias provoca que el vino pierda cualidades, es un problema que afecta a un 6% de la producción y cuyas pérdidas se estiman en unos 1.000 millones de dólares (720.000.000 millones de euros).
Puedes conocer más detalles sobre la investigación a través de la publicación digital Fungal Genetics and Biology.