La historia de los buñuelos parece que no es tan antigua como podamos pensar, aún así, no se conoce con exactitud el origen de este dulce que en esta época adquiere mayor espacio en nuestra mesa.
Hay quien piensa que los buñuelos derivan de la palabra “puñuelo”, una especie de bola que los romanos amasaban con sus puños, otros piensan que la palabra proviene del francés “beignet”. Pero como sabemos que buena parte de los dulces de tradición tienen origen árabe, podemos quedarnos con esta procedencia en la historia de los buñuelos.
Se conoce que en España se encuentran recetas de buñuelos desde el siglo XVI y se dice que uno de los postres favoritos de los árabes que estaban aposentados en Granada, eran los buñuelos de agua miel, una masa que se freía en aceite y posteriormente se bañaba en miel hirviendo.
Actualmente se pueden elaborar buñuelos de distintas formas y con distintas variantes, se aromatizan con limón, canela, vainilla… se rellenan de crema, frutas o simplemente los infla el viento. Esta es la receta de buñuelos de viento, los que vamos a elaborar esta tarde.
Os mostraremos la elaboración de uno de los dulces más sencillos en cuanto a ingredientes y elaboración, además son de gran tradición durante la Cuaresma, se hacen en todos los países cristianos, siempre fermentados y bien hinchados para que se distingan del pan ácimo que se come de forma ritual en los banquetes de Pascua hebrea.