El Tribunal Federal de Justicia de Alemania ha ampliado la protección de los derechos de autor a los alimentos que se preparan en los restaurantes, convirtiendo a los platos en propiedad artística del chef que los crea. Por tanto, para poder fotografiarlos será necesario contar con el permiso del chef, ya que de lo contrario se estaría violando la Ley de Propiedad Intelectual. Según explica el abogado Niklas Haberkamm de la firma de abogados Lampmann, Haberkamm & Rosenbaum, un plato elaborado creado en un restaurante puede ser un trabajo protegido por Copyright, su creador tiene derecho a decidir dónde y en qué medida la obra puede ser reproducida.
Como sabemos, algunos restaurantes promueven el uso de Instagram y otras redes sociales, invitan a que los usuarios compartan lo que van a comer, ya que se trata de un canal publicitario de interés, de ello hablábamos en este post. En Estados Unidos los comensales se convierten en una especie de embajadores de algunos restaurantes, las fotografías que difunden sirven a los propietarios de los establecimientos para informar a los usuarios utilizando el mismo hashtag sobre promociones, ofertas, etc.
Claro, que también ocurre todo lo contrario, recordemos que el año pasado hablábamos del Restaurante L’Auberge du Vieux Puits (Francia) del chef Gilles Goujon, reconocido con tres estrellas Michelin, el cocinero consideraba que compartir las fotografías de sus platos a través de los medios sociales afectaba a su propiedad intelectual y daba pie a que otros cocineros pudieran copiarlos.
Quizá la sentencia siente precedente y este tipo de medidas se trasladen a otros países, ahora en Alemania hacer fotos de platos de restaurantes viola la Ley de Propiedad Intelectual, el objetivo de dicha ley es proteger las creaciones personales y no importa si la acción es para uso no comercial, como por ejemplo compartir la fotografía en las redes sociales, o con fines comerciales. Hasta el momento ningún chef ha presentado una queja por la violación de sus derechos de autor, pero puede suceder tarde o temprano, según explican desde Anwalt, una empresa dedicada a ofrecer servicios de abogacía y asesoramiento, un plato de comida se puede considerar perfectamente arte, pero dependerá del diseño del plato, de la comida y del restaurante, fotografiar unas patatas fritas no será un problema.
Una infracción de los derechos de autor puede suponer una sanción económica elevada, por lo que los abogados de la empresa antes mencionada recomiendan prudencia y sobre todo pedir permiso al propietario del restaurante o al chef. Ya puestos, habría que pedir el permiso por escrito o tener una prueba de que se ha permitido compartir la fotografía, quien dice que después el cocinero no se arrepienta y decida denunciar una violación de sus derechos de autor. Algo que hay que tener en cuenta, el propietario de un restaurante está legalmente en su derecho de prohibir tomar fotografías en el interior del establecimiento o en su defecto, establecer una serie de normas tal y como hizo Heston Blumenthal a principios de este año.
En el artículo de Anwalt.de realizan una distinción entre los restaurantes con estrella y los demás restaurantes o la comida diaria, de los primeros explica que fusionan la cocina y el arte, los platos son obras de arte y por tanto están sujetos a los derechos de autor. La comida de diario, sea de casa, de un restaurante de menús, de un Food Truck, etc., no realiza ninguna aportación artística (eso es discutible). Por tanto, el consejo que proporciona The Local es que si visitáis un restaurante con estrellas Michelin, antes de tener el impulso de realizar fotografías de la comida reflexionéis un momento, ya que podría traer malas consecuencias para el bolsillo.
Presentar cargos contra quienes difunden las imágenes a través de Instagram, Facebook, Twitter, etc., probablemente no sea una buena decisión para el negocio, como decíamos al principio, en la mayoría de ocasiones se comparten las fotografías y son una potencial fuente de publicidad y promoción para los restaurantes. De todos modos hay que respetar y no cuesta nada pedir permiso, una negativa será una oportunidad perdida para el cocinero o el propietario del establecimiento. Sobre este tema os invitamos a leer este interesante artículo publicado en Die Welt.
Foto | Brigham Young University