Ya podemos disfrutar de las habas frescas, aunque las podemos encontrar desde finales de invierno, a nosotros nos llegan las que cultivan unos amigos ahora. Tiempo atrás íbamos nosotros mismos a cogerlas, es una de nuestras pasiones, coger frutas, verduras, hortalizas o lo que podamos, directamente del árbol o la planta.
Nos traen unas habas frescas y tiernas, con buen calibre y un color precioso. Ricas para comer en ensalada o en guisos, las habas son un alimento muy nutritivo, y necesarias para una dieta equilibrada.
Proporcionan muchas vitaminas, entre las que destacan el ácido fólico, entre otras vitaminas del grupo B y la vitamina C. Poseen menos hidratos de carbono que las habas secas y más fibra, lo que las convierten en un alimento menos calórico y más adecuado para las dietas de control de peso. En cuanto a los minerales, destaca el hierro, el magnesio y el potasio.
De las habas también se aprovecha todo, si están tiernas se puede cocinar la vaina que proporciona también muchos nutrientes. Habiendo sido catalogadas como un alimento para las clases más desfavorecidas, hoy en día son toda una delicia que ofrece elaboraciones culinarias muy satisfactorias para los paladares más exigentes.
Las habas, originarias de Oriente Medio, son muy consumidas en España, distintas regiones cuentan con platos tradicionales elaborados a partir de esta leguminosa, como las habas a la catalana, también es muy común prepararlas con jamón, combinarlas con hierbabuena, saladas y servidas como aperitivo… También es común acompañarla de cereales, como el arroz, debido a que las habas son pobres en un aminoácido esencial, la metionina.
Las variedades de habas más cultivadas en nuestro país son la Muchamiel, de la zona mediterránea de Alicante, la Aguadulce o Sevillana, una variedad precoz de gran tamaño, la Granadina, considerada la más resistente al frío y la Mahon, de vainas más estrechas y resistentes a la sequía.
Si vas a comprar habas tiernas, procura asegurarte de que las vainas estén crujientes y limpias, con un color verde brillante. Una vez en casa consérvalas en un lugar fresco, seco y protegido de la luz, en el frigorífico pueden mantenerse hasta una semana, pero si están bien frescas, cuanto antes las consumas, más las disfrutarás.