Desde que se anunció que Francia introduciría el etiquetado de origen en la carne procesada y en los productos lácteos como medida de prueba durante un plazo de dos años, otros países han seguido el ejemplo, se ha producido un efecto dominó en los proyectos de etiquetado de origen de los alimentos. Según la legislación europea sobre la información alimentaria que se facilita a los consumidores, se permite la introducción del etiquetado obligatorio adicional si existe la evidencia de que la mayoría de los consumidores consideran que esta información es importante para ellos, algo que sucede en los países donde se está planteando la medida.
Ahora Grecia y Finlandia quieren el etiquetado de origen para los productos lácteos, han solicitado, como hizo Francia, un periodo de prueba al que no se puede negar la Unión Europea. Es una medida que contará con la simpatía del Parlamento Europeo, ya que en varias ocasiones ha solicitado un etiquetado obligatorio del país de origen para la carne, la leche y derivados con el propósito de ofrecer más transparencia en la cadena alimentaria, reforzando así la confianza de los consumidores.
Grecia ha notificado a la Comisión Europea etiquetar en origen la leche, los productos lácteos y la carne de conejo, Finlandia notifica el etiquetado de origen para la leche y el aguamiel, ambas notificaciones serán comentadas y analizadas por el Comité permanente de plantas, animales, alimentos y piensos de la UE. Recordemos que anteriormente ya habíamos hablado del Proyecto de Ley de Italia que pretende etiquetar el origen de la leche y los productos lácteos, además Portugal y Lituania pondrán en marcha este etiquetado de origen en algunos productos lácteos. No hay duda de que se ha producido el efecto dominó desde el anuncio de Francia, cada vez son más los países que requieren este tipo de información.
A pesar de que según el reglamento comunitario, los Estados miembros están autorizados a introducir en las etiquetas alimentarias esta información, siempre que se justifique por razones de protección de la salud o porque así lo quieren la mayoría de los consumidores, según explican aquí, la Comisión Europea aprobará este tipo de solicitudes siempre que sean por un periodo limitado de tiempo. Esto parece una contradicción, ya que según la legislación, este tipo de medidas las podrían aplicar los países comunitarios con carácter indefinido.
En Finlandia, el Ministro de Agricultura y Silvicultura tiene la intención de que este etiquetado se ponga en marcha a partir de marzo de 2017, como en el caso de otros países, se considera que el etiquetado de origen debería ser introducido en la legislación de la UE. Grecia, por su parte, anuncia que una vez que reciba luz verde para la puesta en marcha de la prueba, el etiquetado empezará a funcionar seis meses después, es decir, entre marzo y abril del año que viene aproximadamente. El Ministro griego considera que esta medida defiende los intereses de los productores de leche y carne del país, ya que se pone freno a la competencia desleal y aumenta la garantía de calidad de la leche, del queso y de otros productos sometidos a prácticas de competencia desleal.
Organizaciones como FoodDrinkEurope (FDE), representante de la industria agroalimentaria de la Unión Europea, manifestaron su postura en su momento indicando no estar de acuerdo con este tipo de decisiones. Explicaban que este tipo de medidas tendría un impacto negativo en el mercado y pasaría factura a productores y consumidores, y que el etiquetado de origen obligaría a realizar cambios complicados y además costosos en la cadena de suministros. Además advirtió que se produciría un aumento del precio de los alimentos. Pues no, en ninguna de las solicitudes se habla de aumento del precio de los alimentos, complicaciones, etc.
A algunos Estados miembros ya no les convence la explicación de que este tipo de medidas son proteccionistas y pueden provocar la fragmentación del mercado único en el sector de los alimentos y las bebidas. Pero lo cierto es que después de tantos escándalos alimentarios, es necesario identificar el país de origen como una medida que proporciona confianza y mejora la seguridad. En vez de hablar de fragmentación del mercado, deberían hablar de transparencia y solidez, que es precisamente lo que persigue el etiquetado de origen. Como ya explicamos en su momento, querer saber de dónde proceden los alimentos que se adquieren no se puede considerar una medida proteccionista.
Por cierto, merece la pena recordar que en el Reino Unido, a pesar del Brexit, también se solicitó al secretario de Medio Ambiente, Andrea Larson, el etiquetado de origen de la carne y de los productos lácteos de forma obligatoria, algo a lo que se opone la FDF (Federación de Alimentos y Bebidas), que considera que restringiría la cadena de suministro, sería una carga para lograr objetivos económicos, provocaría el aumento del precio de los alimentos y, además, no añadiría ningún valor relacionado con la calidad o seguridad del producto. Tanta negativa por parte de las empresas para brindar esa información sobre el origen de sus productos da mucho que pensar.
Parece que esto no ha hecho más que empezar, es posible que en las próximas semanas otros países soliciten la misma medida, al final a la UE no le quedará más remedio que introducir en la legislación comunitaria la obligación de proporcionar la información sobre el origen de los alimentos en las etiquetas de los productos. Estaremos atentos a las nuevas peticiones que se realicen.
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1 comentarios
Yo quiero que la naranja valenciana tenga claramente y en letras grandes el etiquetado de origen.