En Estados Unidos, la EWG (Environmental Working Group), organización sin ánimo de lucro que se dedica a la protección de la salud y del medio ambiente, ha realizado un nuevo estudio en el que ha encontrado glifosato en la mayoría de cereales para el desayuno de los niños. Recordemos que el glifosato es el principal componente activo de diferentes herbicidas como el Roundup, siendo el más utilizado en el mundo. A esto hay que añadir que se trata de un compuesto asociado a los alimentos transgénicos, ya que muchos de ellos se han desarrollado para que sean resistentes a la acción del glifosato.
El pasado mes de agosto se llevó a cabo un primer análisis en el que se analizaron diferentes marcas de cereales para el desayuno, encontrando la presencia de glifosato en la mayoría de muestras analizadas. En esta ocasión se trata de un segundo análisis que se centra en los cereales para los niños, descubriendo que, de las 28 muestras analizadas, 26 contenían glifosato en una cantidad superior a la que los investigadores de la EWG consideran un límite seguro.
Claro, que la presencia del glifosato en este grupo de cereales no debería sorprender, recordemos que en 2015, grupos de consumidores estadounidenses, investigadores y algunas empresas alimentarias, contrataron los servicios de laboratorios independientes para determinar la presencia de trazas de este compuesto en los productos alimentarios. Los resultados mostraban que el glifosato estaba presente en muchos alimentos, incluso en la leche de fórmula o en la leche materna.
Compañías como General Mills o Quaker se han pronunciado sobre estos resultados, afirmando que se trata de un estudio engañoso, ya que los cereales son seguros y cumplen con los niveles establecidos por los organismos reguladores, considerando que el estudio es un intento de acaparar protagonismo y titulares. Estas compañías comentan que las reglas establecidas por la FDA (Agencia de Medicamentos y Alimentación) y la EPA (Agencia de Protección Ambiental) son muy estrictas, estableciéndose el límite legal máximo para el contenido de glifosato en la avena en 30 ppm (partes por millón), cantidad superior a la que la EWG considera segura.
También se ha pronunciado la empresa biotecnológica Monsanto sobre este estudio, comentando que todos los niveles detectados en el estudio están muy por debajo de los límites establecidos por la EPA, apuntando que, en el caso del nivel más alto detectado, 2’837 ppm, un adulto tendría que consumir unos 36 kilos de cereal todos los días para poder alcanzar el límite establecido por la Agencia de Protección Ambiental. Claro, que la EWG está hablando de cereales para el desayuno orientados a los niños y para los investigadores de esta organización los niveles no son los adecuados para proteger su salud, recordando que según el Centro Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer de la OMS, el glifosato es posiblemente cancerígeno para los seres humanos.
En el análisis realizado por Anresco Laboratories se incluyeron 10 muestras de diferentes tipos de Cheerios de General Mills y 18 muestras de diferentes productos de la marca Quaker de PepsiCo, como cereales para el desayuno, barritas de cereales, harina de avena, etc. El nivel más elevado de glifosato fue de 2.837 partes por millón en los cereales para el desayuno Quaker Oatmeal Squares, lo que supone casi 18 veces más que el punto de referencia de salud infantil determinado por la EWG, lamentablemente se trata de un punto de referencia que no tiene validez de cara a los organismos reguladores o las empresas.
Desde Environmental Working Group comentan que el hecho de que el contenido en glifosato esté dentro de unos límites legales establecidos, no significa que sean unos niveles seguros, sobre todo porque la normativa sobre plaguicidas del gobierno federal está desactualizada y no se basa en los resultados de los últimos descubrimientos científicos. A esto se añade que los estándares establecidos por la EPA para pesticidas y otros productos químicos presentes en los alimentos, están muy influenciados por los intereses de la industria alimentaria, es decir, se puede decir que se acusa a la EPA de favorecer los intereses de los fabricantes de productos alimenticios.
Son varios los estudio realizados en los que se concluye que los límites legales sobre contaminantes en los alimentos, el aire, el agua potable… no protegen eficazmente la salud pública y en especial, la salud de los niños y otros grupos de riesgo que son más sensibles a los efectos de los químicos tóxicos. La EPA estableció en 2008 el límite del glifosato para la avena en 30 ppm, mucho antes de que agencias como el IARC consideraran la sustancia como probable cancerígeno, y mucho antes de que la Oficina del Estado de Salud Ambiental y Evaluación de Riesgos de California (OEHHA) determinará el riesgo de cáncer y otros problemas de salud por esta sustancia.
Lo cierto es que la exposición al glifosato de los consumidores estadounidenses es muy elevada, siendo mucho mayor que la exposición que sufren los consumidores de la UE, y la razón es precisamente que la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos permite unos niveles mayores de este compuesto que los permitidos por la UE. Esto debería ser un argumento para que se llevara a cabo una nueva evaluación a fin de actualizar la normativa del país.
Según leemos aquí, la EWG puso en marcha una petición en colaboración con Just Label It pidiendo a General Mills, Quaker y otras compañías de la industria alimentaria, para que adquieran materia prima producida sin glifosato, en sus manos está esconderse detrás de una normativa federal obsoleta o escuchar a sus clientes y asumir la responsabilidad de sanear su cadena de suministros.
Foto 2 | Global Justice Now