El Consorcio del Genoma del Cacahuete es una extensión de La Iniciativa Internacional del Genoma del Cacahuete (International Peanut Genome Initiative), este organismo ha sido el encargado en los últimos años de coordinar los esfuerzos realizados por una coalición de científicos internacionales, empresas y otras entidades, para descifrar el mapa genético del cacahuete. Pues bien, tras varios años de investigación, el trabajo realizado ha dado sus frutos y por fin se han obtenido nuevos datos sobre el genoma del cacahuete.
Con el mapa genético del cacahuete se espera alcanzar diversas metas, desarrollar nuevas variedades más resistentes a las enfermedades, a las plagas o al cambio climático, mejorar el rendimiento y la tolerancia al estrés ambiental, y por supuesto, mejorar también las cualidades organolépticas y el aporte vitamínico entre otras cosas. Para los investigadores era prioritario poder desvelar el mapa genético a fin de promover los cultivos, la competitividad y mejorar la rentabilidad en un marco ambiental sostenible. También apuntan que con este trabajo se contribuye a garantizar la seguridad alimentaria mundial, especialmente en aquellos países donde más se cultiva y consume, como por ejemplo China, la India o Estados Unidos entre otros.
El cacahuete (Arachis hypogaea) es un alimento muy importante a nivel nutricional y comercial, es una fuente rica en aceite, proteínas e hidratos de carbono, tiene un importante contenido en niacina, calcio, fósforo, magnesio, zinc, ácido fólico, riboflavina, vitamina E, tiamina, hierro, etc. Para muchas familias es una fuente primaria de calorías y un modo de subsistir. Se estima que a nivel mundial se cultivan aproximadamente unos 24 millones de hectáreas de cacahuetes al año con una producción media de 40 millones de toneladas métricas, esto nos da una idea de su importancia. Con las mejoras antes descritas se podrá ayudar a los agricultores de los países en vías de desarrollo para que produzcan mejores cosechas utilizando menos pesticidas u otros productos fitosanitarios.
A pesar de que el cacahuete es una leguminosa que se cultiva desde hace miles de años y se ha logrado producir de forma intensiva con éxito, apenas se sabía nada sobre su estructura genética debido a su complejidad, según los investigadores, es como si se hubiera estado cultivando a ciegas. Apuntan que han tenido más complicaciones para desvelar el mapa genético debido a que disponían de poca información en comparación con otros alimentos que se han secuenciado. Parece ser que el origen del cacahuete actual es el resultado de un cruce natural entre dos especies silvestres, la Arachis duranensis y la Arachis ipaensis. Éste se produjo en el norte de Argentina hace unos 4.000-6-000 años. Dado que eran dos especies diferentes, el cacahuete de hoy en día es poliploide, es decir, el cacahuete puede integrar dos genomas separados, cada uno de una de las especies y que se denominan subgenomas A y B.
Para determinar la estructura del cacahuete se secuenciaron los genomas de las dos especies antes indicadas, ya que la fusión de ambas es representativa del cacahuete actual. Con ello se logró tener acceso al 96% del mapa genético, a través de este mapa se dispone de una herramienta para mejorar la resistencia ante las enfermedades y a la sequía, y se podrá mejorar la productividad. El genoma de las dos especies ha servido de modelo para comprender el mapa genético y determinar los marcadores del desarrollo de los vínculos entre un determinado gen y una característica particular de la planta. Estas secuencias genéticas van a servir de guía para descifrar los cambios genéticos que llevaron a la domesticación del cacahuete, caracterizado por el aumento del número y tamaño de las semillas, a través de este enlace tenéis acceso a la información sobre los dos genomas parentales.
La secuenciación del genoma del cacahuete puede verse como un gran avance en el mundo de la genómica de las plantas, pero también tiene un enorme potencial para la estabilización de la agricultura, especialmente en los países en vías de desarrollo, ya que como hemos indicado, serán necesarios menos recursos para poder obtener una buena producción. Con el lanzamiento de esta herramienta genética, los investigadores de todo el mundo van a poder trabajar para desarrollar con mayor eficacia nuevas variedades que contengan las características deseadas.
Dada la actual situación del cambio climático que hemos conocido a través del informe reciente del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), descifrar los mapas genéticos de las especies con las que nos alimentamos es prioritario para poder garantizar la seguridad alimentaria en el futuro. Podéis conocer todos los detalles del proyecto del que nos hablan en UGA (Universidad de Georgia) a través de la página Peanut Bioscience.
Foto | Ceg