Las frutas de sartén son el resultado de las masas de pan o de pastelería que en lugar de ser horneadas, se fríen en aceite u otra grasa. Estas masas fritas pueden tener distintas formas y tamaños y a su vez, distintos nombres, podemos poner muchos ejemplos, en nuestra gastronomía hay un amplio repertorio de recetas de frutas de sartén, como los buñuelos, las flores manchegas, los pestiños, las hojuelas, las rosquillas, las almojábanas, los churros e incluso los donuts, entre otros.
La creación y denominación de frutas de sartén a estos productos de masa frita es el legado de la gastronomía andalusí. Obviamente hoy en día el repertorio de estos dulces es mucho mayor, aunque el término frutas de sartén está cayendo en desuso.
Una de las referencias escritas más antigua y conocida de las frutas de sartén es la que realizó Cervantes, aunque hay algunas más. Cada región de nuestro país cuenta con sus recetas tradicionales, igual que suelen ser fechas especiales las de su consumo. De hecho, en Al-Andalus no preocupaba que fueran dulces muy calóricos, porque se tomaban de forma ocasional y en celebraciones especiales.
En Semana Santa, en Navidad, en Carnaval… son muchas las fiestas al cabo del año en las que tradicionalmente se toman frutas de sartén, aunque hay algunas que se encuentran en las panaderías, pastelerías o en los hogares como un producto más, como los mencionados churros o las porras, como los donuts, los chuchos… son productos de repostería que tienen como base la elaboración de las frutas de sartén.
Aunque son una delicia, no conviene abusar de las frutas de sartén, además de los ingredientes de la masa y su paso por la fritura en aceite, estos dulces suelen terminar bañados en miel, azúcar y/o licores. Una bomba energética ideal para continuar tradiciones y degustar en compañía de los nuestros en ocasiones especiales.