Desde nuestra pequeña cocina hemos sido testigos de la grandeza y la fragilidad de la humanidad. La DANA, especialmente, nos recordó la fuerza implacable de la naturaleza y la importancia de mantenernos unidos en solidaridad.
Pero también nos mostró la necesidad de exigir a quienes nos gobiernan que tomen decisiones responsables para proteger nuestro planeta y a sus habitantes. Cada uno de nosotros, desde nuestro pequeño rincón, podemos marcar la diferencia. Debemos hacerlo.
Que el 2025 sea un año de acción, donde cada plato que cocinemos sea un acto de resistencia y cada gesto de solidaridad, una semilla de cambio.
Brindemos por un futuro más justo y más humano. Que cada día pueda ser una celebración de la vida. Salud y prosperidad.
Mar y Javier