El fast food con impuestos adicionales es un tema que se baraja desde el año 2003, cuando un grupo de médicos británicos propuso esta medida con el propósito de combatir la obesidad. Ya entonces los índices de obesidad se disparaban de forma alarmante y se barajaban todo tipo de soluciones.
Posteriores investigaciones realizadas por expertos del Reino Unido pertenecientes al Queen’s Medical Center de Nottingham, indicaban que con una medida como esta se lograrían reducir las enfermedades cardiovasculares y se salvarían al menos 3.000 vidas al año. Entonces se proponían tres tipos de impuestos, uno paras aquellos alimentos ricos en grasas saturadas, otro para gravar cualquier producto que pudiera afectar a la salud del consumidor y finalmente, un tercer impuesto que gravaría a aquellos alimentos que presentaban excesiva cantidad de azúcares, grasas o sal, parecía una buena medida, el fast food con impuestos añadidos podría ser una realidad.
Evidentemente resulta algo gracioso que pretendan penalizar al consumidor ante el riesgo de obesidad en lugar de penalizar a las empresas que elaboran estos productos.
Ahora hemos conocido que el Gobierno de Francia estudia la posibilidad de gravar con nuevos impuestos a aquellos alimentos que presenten un contenido graso más elevado, hamburguesas, pizzas, sándwiches, fast food en general y a las bebidas que contengan exceso de azúcares. Se pretende gravar con un IVA de un 14,1% más de lo que actualmente se paga, es decir casi un 20% de IVA. El Gobierno francés pretende así, luchar contra el sobrepeso y la obesidad, el propósito es reducir los problemas de salud que parecen aumentar día a día de forma escandalosa.
El verdadero temor del Gobierno francés es el continuo aumento del gasto del estado por estas patologías y por el posible peligro que corre la financiación y la protección social del país (un símil a la Seguridad Social española).
Aunque no todo acaba aquí, el Gobierno francés también tiene intención de gravar más en el alcohol y la razón para ello es que el alcohol es responsable de determinados problemas de salud. La presión fiscal que pretenden implantar todavía no se ha hecho efectiva a causa de la inflación, el Gobierno espera que baje para poder aplicar los nuevos impuestos.
Quizá se les ha olvidado que también respiramos y que la contaminación del aire provoca numerosas enfermedades sobre todo respiratorias ¿no deberían imponer un impuesto por respirar? Así respiraríamos menos y por tanto, tendríamos menos riesgos de sufrir este tipo de enfermedades y en consecuencia reduciríamos el gasto del Estado en temas de salud.
Es realmente increíble, como decíamos al principio, lo lógico sería obligar a las empresas a que proporcionaran alimentos saludables, pero como son los consumidores el eslabón más débil de la cadena, son quienes pagan las consecuencias. Además, al Gobierno francés le viene muy bien la recaudación extra, saben que se seguirán comiendo alimentos menos beneficiosos para la salud, igual que se sigue fumando.
Si Francia aplica nuevos impuestos en el fast food, no será extraño que la medida sea rápidamente secundada, ya que todos los Gobiernos pecan de lo mismo, ansias recaudatorias.
Vía | Finanzas.com
2 comentarios
Por una vez veo que estamos de acuerdo, frente a la voracidad recaudatoria e intervencionista de los gobiernos 😉 ¡Que no sirva de precendente! 😉
Por otra parte sólo señalar el problema de la arbitrariedad de este tipo de medidas y los efectos colaterales que suelen traer. ¿Gravaremos el coulant de chocolate de Michel Bras?, más que nada porque con un 50% de mantequilla es un poco más insano que un BigMac 😉 A ver si resulta que Roca tenía razón.
Recuerdo hace algunos años cuando en un festival de cine sentaron a Martín Berasategui frente a Normal Spurlok (el del documental/panfleto Supersize Me en el que Spurlok se tira un mes alimentándose en todas las comidas de los menús BigMac más grandes).
Spurlok parecía pensar que siendo Berasategui un abanderado del slow food estaría de su parte… sorprendentemente el chef cuestionó el documental de Spurlok aduciendo que si comías todos los días un menú de degustación en su restaurante enfermarías aun antes que en McDonalds 😉
¿Cómo responderá la industria del vino?, ¿o es que vamos a gravarlo todo menos el vino?… ¿por graduación?, ¿es lo mismo un whisky, vodka o ginebra que un armagnac o cognac?. Es posible que tengan la misma graduación pero también es obvio que la tradución cultural francesa está tras los destilados.
Una cultura de la alimentación es probablemente mucho más efectiva. Información trasnparente y suficiente. Personalmente el semáforo en los valores nutricionales me parece una medida brillante, clara y fácil de entender, que permite al consumidor controlar los excesos de su dieta, muchísimas veces inadvertidos. ¿Quién me iba a decir a mi que los corn flakes tenían tanta sal?, ¿o que tenían prácticamente las mismas calorías que los cereales con chocolate? 😉
Como bien dices, es la trasparencia lo que se debe imponer y que cada uno sea responsable de lo que come o lo que bebe.
De todos modos, no se debería penalizar al consumidor por lo que come y más cuando lo hace en la completa ignorancia. Primero se debería aplicar la total transparencia alimentaria y posteriormente aplicar normativas saludables, no es necesario gravar con impuestos… a no ser que sea necesario buscar una nueva fuente de ingresos, como podría ser en este caso.
Saludos.