Europa necesita más transgénicos, así lo ha advertido la Comisión Europea y concretamente Mariann Fischer Boel, comisaria europea de Agricultura de la UE, por supuesto, esta afirmación ha sido respaldada por aquellos países que luchan por la aceptación de los transgénicos y España no podía faltar. Como ya indicamos en su momento, hace tiempo que nuestro país se ha posicionado claramente a favor de los alimentos transgénicos, el MARM acepta el cultivo de maíz transgénico Mon 810 y de cualquier otro producto que, a criterio del Ministerio de Medio Ambiente, Medio Rural y Marino, pueda resultar económicamente rentable.
La comisaria europea ha estado arropada por España, Rumanía, Reino Unido, Holanda, Bélgica, República Checa, Portugal y Dinamarca, países que consideran necesario eliminar los obstáculos actuales que impiden la aprobación de los transgénicos para ser importados, producidos o comercializados. Se pretende importar alimentos y piensos modificados genéticamente a fin de evitar que se puedan encarecer las importaciones de pienso en general al existir una gran demanda y un ajustado abastecimiento, algo que terminaría perjudicando a los ganaderos de la Unión Europea.
El caso es que algunas de las partidas de maíz y soja destinadas a la alimentación animal que se han importado, presentaban material transgénico y no se permitía la introducción en suelo europeo al no estar autorizados. En lugar de increpar a quienes suministran estos productos para que se ajusten a la normativa europea, los países mencionados pretenden cambiar la legislación para que los alimentos modificados genéticamente puedan ser introducidos sin ningún impedimento. Claro, que esto es algo que se intenta desde hace tiempo, recordemos como referencias los post Plan secreto europeo para potenciar el cultivo de transgénicos, Maíz transgénico en toda Europa o A debate la legislación europea de transgénicos, aunque estos sólo serían algunos ejemplos.
La Comisión Europea vuelve a la carga, además de utilizar argumentos como que los transgénicos son la solución para reducir el hambre en el mundo, alimentos capaces de soportar la acción del cambio climático o alimentos que ofrecen mayor rentabilidad, se debe añadir que una negativa a los alimentos modificados genéticamente representaría un problema económico para ganaderos y agricultores, y se mermaría la capacidad económica de la UE al no poder estar presente en el mercado de los OMG. Al final se pretende tocar el bolsillo de los productores para que sean ellos quienes soliciten la aprobación de los nuevos alimentos.
Con respecto a las partidas de maíz y soja que no se admitieron en la UE, Mariann Fischer Boel argumenta que los restos de transgénicos detectados cuentan con informes positivos realizados por la AESA, pero al no estar autorizados no se pueden comercializar. Por ello y basándose en los informes de la AESA (Autoridad Europea para la Seguridad Alimentaria), vuelve a solicitar que se acelere y agilice la aprobación de estos alimentos, en este caso del maíz MON 88017, maíz tolerante al glifosato y diseñado para soportar el ataque de un nematodo (Diabrotica virgifera) que ataca la raíz de la planta. El maíz en cuestión, ha sido desarrollado por la compañía biotecnológica Monsanto.
En los próximos meses, posiblemente el maíz se someta a una nueva evaluación por parte de los Ministros de la Unión Europea y dados los acontecimientos y el temor de que se disparen los precios de los piensos animales, no será extraño que finalmente el maíz MON 88017 termine siendo aprobado y podremos decir que otra nueva variedad transgénica estará presente en suelo europeo. La comisaria y los países favorables a los alimentos modificados genéticamente cuentan con un potente caballo de batalla, el encarecimiento de las importaciones de grano y el deprimido bolsillo de los ganaderos y los agricultores.