Hace un par de semanas podíamos saber que Canadá había aprobado la comercialización del salmón transgénico de AquaBounty Technologies, convirtiéndose este país en el primero del mundo en producir y comercializar este producto. En el informe de la agencia de salud canadiense se explicaba que se trata de un alimento que no supone ningún riesgo para la seguridad alimentaria, que es tan nutritivo como el salmón atlántico de piscifactoría, y que no existe ninguna necesidad de etiquetar el salmón como transgénico basándose en el principio de equivalencia, de todo ello hablábamos aquí.
Pues bien, sobre el etiquetado hoy leemos lo que opina el decano de gestión y distribución de alimentos en la Universidad de Dalhousie (Canadá). El experto considera que etiquetar el salmón transgénico puede ser una ventaja comercial para la compañía que lo produce, asegura que muchos consumidores no se preocupan por el origen de los alimentos, sino por la calidad y el precio que tienen, de hecho, muchos productos procesados de hoy en día contienen materias primas transgénicas y eso no ha supuesto un problema para su comercialización. Claro, que hay que puntualizar que tampoco se sabía qué alimentos contenían materias primas modificadas genéticamente, por lo que este argumento es difícil de aplicar.
El etiquetado supondría una ventaja para el salmón transgénico y también para el salmón salvaje o de piscifactoría, en el primer caso, al tratarse de un tipo de salmón que se comercializaría a un precio más económico, captaría la atención de esos consumidores a los que les importa principalmente el precio y la calidad, en el segundo caso, los consumidores que no quieren saber nada de transgénicos, estarían dispuestos a pagar un poco más por otros tipos de salmón. En definitiva, el etiquetado, según comenta el experto, supondría un beneficio para ambos tipos de salmón.
El decano pregunta por qué no etiquetar los alimentos como transgénicos para que los consumidores puedan tomar sus propias decisiones, Sylvain Charlebois comenta que muchos alimentos contienen elevados niveles de azúcar, sal, grasas trans, etc., y no pasa nada, y se trata de ingredientes añadidos que sí son una verdadera amenaza para la salud de los consumidores. Por otro lado, no se puede culpar a aquellas personas que temen a los alimentos modificados genéticamente, ya que nadie se ha preocupado de proporcionarles argumentos claros y consistentes del uso de esta tecnología alimentaria y los beneficios que ofrece.
También hay que diferenciar entre transgénicos, no tiene nada que ver el salmón cuyo material genético añadido tiene la finalidad de hacer que no deje de crecer, con los alimentos modificados genéticamente que se producen en el campo y cuyo objetivo es que soporten el ataque de plagas y el uso de herbicidas. El decano asegura que poner el salmón de AquaBounty Technologies sin identificar junto al resto de salmones provocará que no se logre aumentar el margen de beneficios, asegura que es necesario dar al consumidor la oportunidad de elegir y que con ello saldrán ganando todas las variedades, de piscifactoría, salvaje y modificado genéticamente.
Sylvain Charlebois cree que es necesario etiquetar el salmón transgénico, pero no con el propósito de identificar un alimento de riesgo para la salud, sino para marcar diferencias, ya que como hemos indicado, el experto cree que a la mayoría de consumidores no les importa que sea un alimento modificado genéticamente y lo que realmente les importa es la calidad y el precio. Es un modo de enfocar de forma distinta una razón para introducir el etiquetado transgénico, de hecho, existen estudios que demuestran que el etiquetado de los alimentos biotecnológicos no es un mensaje de advertencia. Según un estudio realizado por expertos de la Universidad de Vermont, no existen evidencias de que la actitud ante los alimentos modificados genéticamente cambie de forma positiva o negativa por el hecho de etiquetar los productos, de ello hablábamos aquí.
Otro punto que no toca el decano, pero que merece la pena destacar, es la investigación Organic & Natural 2014 realizada por The Hartman Group, en ella se concluía que no etiquetar este tipo de alimentos juega en contra de las empresas alimentarias, cuanta más información se facilite a los consumidores más se reduce el temor a lo desconocido. Por otro lado, la no identificación impulsa la venta de alimentos con la etiqueta “libre de transgénicos”. El decano explica que no todos los consumidores quieren lo mismo y es necesario que exista la diversificación para satisfacer a cada perfil, sin ningún tipo de etiquetado claro, el salmón modificado genéticamente puede generar confusión en el mercado, algo que no es deseable para la sostenibilidad de la industria del salmón en todo su conjunto.
Por tanto, el etiquetado es, para el decano Sylvain Charlebois, la mejor opción para todos los segmentos de mercado, industria y consumidores saldrían ganando, los primeros por la diferenciación realizada y la posibilidad de aumentar cuota de mercado, los segundos porque pueden ejercer su derecho a saber de los alimentos y comprar los productos según sus intereses, creencias y convicciones.
Podéis conocer más detalles sobre estas declaraciones a través de este artículo publicado en Edmonton Journald.
Foto | Marion Deveaud