Etiqueta que identifica si se ha roto la cadena de frío de un producto alimenticio

A la hora de comprar productos congelados o refrigerados, es muy difícil detectar si se ha mantenido la cadena de frío o se ha roto en alguno de los eslabones de la cadena alimentaria, sea en el almacén, en el transporte, en el supermercado, etc. Anteriormente hemos conocido la creación de una etiqueta que controla la cadena de frío en el pescado congelado desarrollada por expertos de la Universidad Estatal de Tomsk (Rusia) y la empresa Cryotech, aunque es interesante, quizá está limitada por utilizarse únicamente en un determinado producto y bajo condiciones concretas.

Pues bien, ahora conocemos una nueva etiqueta que identifica si se ha roto la cadena de frío de un producto alimenticio refrigerado o congelado, sin importar si se trata de carne, pescado, frutas, verduras, etc. Se trata de una etiqueta adhesiva creada por expertos del Centro de Investigación Química del Instituto de Investigación de Tecnología Química de Corea, cuya composición química hace aparecer una imagen impresa en una película colocada bajo la estructura, cuando, en el caso de un alimento refrigerado, ha sido expuesto a una temperatura ambiente superior a 10 grados centígrados.

A esto hay que añadir que la etiqueta es capaz de informar sobre el tiempo que se ha mantenido la alteración de la cadena de frío, así como el historial sobre cuántas veces ha ocurrido esto. La etiqueta está fabricada con una película de nanofibras y a bajas temperaturas los filamentos se entrecruzan, dando una imagen opaca, pero en el momento en el que se expone a una temperatura ambiente superior a los 10° C, la estructura de nanofibras se colapsa y los filamentos se enredan entre sí debido a que se derriten, lo que facilita el paso de la luz y que la etiqueta se vuelva traslúcida, permitiendo mostrar un mensaje que dependiendo de su tonalidad, determina el tiempo que ha estado el producto alimenticio a una temperatura superior a los 10° C.

Los investigadores explican que, superando esta temperatura, los microorganismos (algunas bacterias) empiezan a proliferar, pero es difícil determinar la salubridad del producto a simple vista, ya que no afecta ni al sabor ni al aroma de los alimentos, pero esto no quiere decir que puedan provocar problemas como una toxiinfección alimentaria. La etiqueta se puede utilizar igualmente con los productos congelados con una pequeña adaptación, delatando si se ha roto la cadena de frío y el producto ha sido descongelado y vuelto a congelar como si no hubiera ocurrido nada.

Los expertos se han centrado en la diferencia del tiempo de descomposición de cada tipo de alimento a fin de poder adaptar la composición de nanofibras a cada tipo de producto y tiempo de exposición a temperatura ambiente en un rango de entre 30 minutos y 24 horas. La composición de la etiqueta permite contar con un temporizador que determina el tiempo de exposición a temperatura ambiente que ha sufrido el producto en cuestión. Los investigadores explican que el envasado de los productos es un inconveniente debido a que está fabricado con diferentes materiales y grosores, por lo que la fijación de etiquetas similares que existen en el mercado es más complicada y, además, tienen un coste económico más elevado.

En el caso de la etiqueta fabricada con nanofibras, su funcionamiento es diferente, es más precisa, fiable y se adapta a todo tipo de envases y productos. La etiqueta es fina y flexible, se puede cortar fácilmente para adaptar su formato al producto y su coste de fabricación es de unos 10 wones por unidad (0,0076 euros), por lo que el precio no supone un impedimento para ser utilizada por las empresas alimentarias. Los investigadores comentan que no sólo se puede utilizar en el sector de la alimentación, también en fármacos que requieren una determinada temperatura de conservación.

Los investigadores inciden en la ventaja de que esta etiqueta no puede alterarse o modificarse, no puede ser manipulada para engañar a los consumidores, una vez sufre la exposición a una temperatura superior a 10° C, se degrada y no puede volver a su estado original, sea en el campo de la congelación o la refrigeración. Es un gran avance para la seguridad alimentaria, ahora habrá que esperar a ver si la industria alimentaria se interesa por este etiquetado y decide implementarlo en sus productos.

Podéis conocer todos los detalles de la investigación a través de la página web del Instituto de Investigación de Tecnología Química de Corea, y en este artículo publicado en la revista científica Advanced Materials.

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