Los representantes comerciales del Gobierno de Estados Unidos han respondido a las llamadas de la industria cárnica de su país para que se actúe contra, lo que consideran, unas reglas injustas y discriminatorias sobre la importación de carne estadounidense por parte de la Unión Europea. De hecho, se plantea sancionar a los productos europeos como respuesta, por lo que se podría decir que es un modo de intentar que esta carne se introduzca de forma obligada en el mercado de la Unión Europea.
Parece ser que el mes pasado, el representante comercial de los Estados, Unidos Michael Froman, anunció que la administración Obama comenzaría a discutir posibles represalias por la continua prohibición de la UE de importar carne tratada con hormonas. También se ha decidido convocar una reunión a finales de este mes con los representantes de la industria cárnica del país para tratar las medidas que se van a adoptar. El principal argumento para esta reclamación es que la prohibición no está basada en la ciencia y discrimina a la industria estadounidenses de la carne de vacuno.
Por lo visto, Michael Froman está bastante molesto, explica que la UE no ha podido hacer frente a este problema y le hace responsable de la situación, por ello, considera que es el momento de pasar a la acción tras 20 años de prohibición. Se pretende que la Comisión Europea vuelva a la mesa de negociaciones y que lleve a cabo las medidas oportunas para que los ganaderos estadounidenses tengan acceso a los mercados europeos, a fin de que los consumidores del viejo continente puedan acceder a la carne de alta calidad que se produce en el país.
Esto es indignante, Estados Unidos quiere introducir en la UE la carne tratada con hormonas por la fuerza, decir que la decisión de prohibir la entrada de esta carne en el mercado comunitario no se basa en la ciencia es una falacia monumental, sobre todo porque existen evidencias de que algunas de las hormonas con las que se trata la carne pueden ser cancerígenas. En un comunicado de la CE podemos leer que se prohibió en Europa el uso de hormonas para estimular el crecimiento en animales de granja, prohibición que se aplicó a los Estados miembros y a las importaciones de terceros países.
En su momento se realizó una evaluación científica sobre el uso de seis hormonas para estimular el crecimiento para establecer la ingesta máxima diaria tolerable. A la vista de las propiedades intrínsecas de las hormonas, y tras tener en cuenta las conclusiones epidemiológicas, no se pudieron establecer los valores para una ingesta diaria admisible de ninguna de las seis hormonas analizadas. Se destacó que el 17-β-estradiol era un potente carcinógeno responsable de provocar tumores y favorecer su desarrollo. Sobre las otras cinco hormonas, testosterona, progesterona, acetato de trembolona, zeranol y acetato de melengestrol, a pesar de contar con todos los datos toxicológicos y epidemiológicos disponibles, no se podía realizar una estimación cuantitativa del riesgo para los consumidores.
El panel de investigadores consideró que las seis hormonas podían provocar efectos endocrinos sobre el crecimiento, efectos de carácter inmunológico, neurobiológico, inmunotóxico, genotóxico y carcinógeno, siendo los niños el grupo más susceptible, como es fácil pensar. En base a los resultados obtenidos, se propuso modificar la Directiva 96/22 / CE, relativa a la prohibición del uso de sustancias de efecto hormonal o tireostático, así como otras sustancias beta-agonistas, aquí podéis ampliar la información.
La Comisión Europea ha mantenido la prohibición basándose en la seguridad alimentaria, y como podemos comprobar, con datos científicos, por lo tanto, decir que la prohibición no está basada en ciencia es un sinsentido. El representante comercial de los Estados Unidos considera que todo son pretextos para favorecer los intereses económicos de Europa, otros responsables del sector agroindustrial comentan que lamentablemente la UE mantiene muchas políticas que no están basadas en la ciencia y que en realidad están centradas en la protección de los productos agrícolas y ganaderos europeos frente a los de la competencia, en vez de promover la seguridad alimentaria.
Esta indignación estadounidense por no aceptar sus productos cárnicos tratados con hormonas se traduce en la amenaza de sanciones cuya repercusión se desconoce. De hecho, estas amenazadas parece que preocupan a representantes de la industria cárnica europea, comentando que puede afectar a la comercialización de cualquier tipo de producto europeo. Inicialmente se tenía esperanzas en el TTIP (Asociación Transatlántica para el Comercio y la Inversión), ya sabemos que sobre este tratado denunciado por muchas organizaciones, se advertía una amenaza de forma negativa a Europa, por las normativas ambientales relacionadas con los alimentos transgénicos, la seguridad de los pesticidas y productos fitosanitarios, las normas sanitarias alimentarias, el bienestar animal, etc.
De momento las negociaciones de este acuerdo no han concluido, y dado que el tema se demora, la industria de la carne estadounidense exige acciones inmediatas sin tener que esperar a dicho tratado, apuntando que la situación es un sabotaje continuo a las decisiones adoptadas por la Organización Mundial de Comercio (OMC) hace ya casi 20 años. En aquella época, la OMC investigó la prohibición impuesta por la UE y determinó que no existían pruebas concluyentes de que las hormonas fueran realmente peligrosas.
Según leemos aquí, la UE sigue con la ejecución del memorándum de entendimiento con Estados Unidos y se muestra dispuesta a escuchar las preocupaciones del gobierno, pero apunta que la prohibición de la carne tratada con hormonas nunca formó parte de las negociaciones del TTIP. Ya veremos qué ocurre, pero parece evidente que Estados Unidos quiere forzar a la UE a aceptar sus condiciones y quizá lo consiga.
Foto 2 | Kurt Bauschardt