En Europa nos encontramos inmersos en la Reforma del Vino, no hace mucho que ésta se ratificó, varias medidas, incluido el arrancar miles de hectáreas de viñedos, se encuentran sujetas a un plan para potenciar la competitividad de los vinos que se desarrollan en Europa, ofreciendo la máxima calidad a los consumidores. Contrariamente a esta situación, podemos conocer que Estados Unidos aumenta considerablemente el número de bodegas de vino.
En sólo diez años se han incrementado en 3.200 el número de bodegas productoras de vino en Estados Unidos, lo que representa un 142% de crecimiento. Evidentemente la política enológica adoptada en ese país dista mucho de la aplicada en Europa.
Otro dato que es interesante conocer es el que indica que, a pesar de haber aumentado el número de bodegas, la producción de vino no se ha incrementado en la misma proporción y tampoco se ha mejorado la calidad (al menos con las nuevas bodegas). Si hubiera sido así, seguramente Europa se hubiera replanteado la actual reforma del vino.
La explicación a este notable crecimiento viene dada por el estudio que ha publicado TTB, (Agencia Reguladora del Alcohol y el Tabaco de Estados Unidos), al parecer existe una clara tendencia entre los consumidores norteamericanos por adquirir productos autóctonos, lo que hace que estas nuevas bodegas aseguren con toda tranquilidad sus ventas a pesar de no tener tradición vitivinícola, no contar con las condiciones más adecuadas para las viñas (en algunos casos) y no desarrollar tan buenos vinos como se hacen en España o Francia.
Esta situación puede reducir la competencia que podrían realizar los vinos europeos, si la tendencia es creciente, los vinos españoles por ejemplo, podrían seguir siendo los otros. Es innegable que la promoción es una cuestión de necesidad y por muy autóctono que sea un producto, este puede caer ante la calidad que ofrezca un vino procedente de otros mercados.
Quizás en un futuro no muy lejano Estados Unidos adopte también una reforma enológica, ya que la cantidad de bodegas presentes en el país y la escasa calidad ofrecida, obligará a ello. Los consumidores siempre terminan buscando lo mejor al mejor precio y Europa ofrecerá esos conceptos en sus vinos.
Es curioso, en países como Argentina o Chile, aparecen nuevas bodegas, aunque no tantas como en Estados Unidos, realizan inversiones millonarias y se preocupan por la calidad de sus vinos y en cambio, parece que el sector norteamericano da pasitos hacia atrás.
Más información | TTB (Alcohol and Tobacco Tax and Trade Bureau)
3 comentarios
¿a pesar de no tener tradición vitivinícola, no contar con las condiciones más adecuadas para las viñas (en algunos casos) y no desarrollar tan buenos vinos como se hacen en España o Francia?.
Bonita muestra de chauvinismo y es posible que de desconocimiento. España ha sido un gran productor de vino… malo. Salvo contadas excepciones hemos sido un país que hasta hace cuatro días producíamos básicamente vino a granel.
Desde que algunos bodegueros se deshicieran de prejuicios y empezaran a aprender técnica de los franceses y ¡oh sorpresa! de los norteamericanos es cuando se empezó a generalizar la calidad en nuestros vinos. Desgraciadamente tarde respecto a otros países.
Creo recordar que fue en «Falcon Crest» cuando la gente empezó aquí a oir hablar de cabernets y chardonnays. Cuando ni siquiera sabían lo que era una garnacha, un tempranillo o una monastrell.
Sin embargo el aumento de la calidad y la técnica ha traido también otro mal (este sí «culpa» de los norteamericanos) como es la uniformización del vino. Paco Berciano tiene un post muy interesante sobre el tema: La plaga de la uniformidad del sabor.
«Ya casi no hay vinos malos, en el sentido técnico de la palabra, vinos con importantes defectos de elaboración, sucios o de oxidaciones prematuras. La llegada de las nuevas tecnologías a casi todas las bodegas, el imperio del acero inoxidable, los controles de temperatura y la existencia de enólogos, lo impiden. Hay excepciones, pero son eso, excepciones.»
Los norteamericanos tienen vinos buenos y mejores, cabernets de Napa y Sonoma, en Washington, Monterrey, chardonnays californianos, pinot noir en Oregón… algunos excepcionales (entre mis favoritos, los cabernets de Caymus y Kamen, o el increible chardonnay de Shafer. Si bien es cierto que por lo «excesivo» de su técnica algunos vinos puedan ser demasiado «genéricos», sin defectos, pero sin carácter. Justamente lo que está ocurriendo con muchos vinos españoles.
Chilenos y argentinos producen vinos muy interesantes, pero de ahí a afirmar que producen mejor vino que los norteamericanos… no se qué decirte. Creo que siguen el mismo modelo que los norteamericanos, algunos vinos destacables y muchos vinos técnicamente correctos y con buen precio.
El consumo de producto local es una tendencia al alza en todo el mundo. El producto local ofrece mayores garantías (veanse los escándalos sobre productos chinos, aceites húngaros y demás) y como es lógico «sufre» menos por transporte y almacenaje.
Ahora que lo pienso tengo una botella del cabernet de Caymus del 2004 en casa… y cae este fin de semana seguro. A vuestra salud 😉
Hola Álvaro, con respecto a “¿a pesar de no tener tradición vitivinícola, no contar con las condiciones más adecuadas para las viñas (en algunos casos) y no desarrollar tan buenos vinos como se hacen en España o Francia?.” nos referimos a los nuevos productores norteamericanos que se han incorporado a su mercado, en absoluto a los que ya están consolidados y son un gran referente enológico.
En cuanto al chauvinismo, si exclusivamente atribuyéramos lo mejor a España… quizás sería así.
Evidentemente nuestro país ha crecido a nivel enológico durante los últimos años gracias a las técnicas de otros. Sobre lo que mencionas, no hay casi vinos malos, siempre es necesario un punto de referencia comparativa y no es necesario aludir al sentido técnico.
Los vinos chilenos, argentinos, etc., son superiores a esos vinos que mencionábamos fruto de esas nuevas bodegas que todavía tienen que rodar, quizás no hemos matizado suficiente. Por otro lado sólo hay que dar un vistazo al crecimiento de los vinos sudamericanos para darse cuenta de que cada vez son más solicitados en muchos países y vinos desarrollados en Estados Unidos se van quedando atrás en el mercado, igual que los vinos españoles o los franceses.
Evidentemente, nosotros mismos favorecemos el consumo de productos locales, pero en este caso hablamos exclusivamente de por qué han proliferado las bodegas mencionadas y cómo en este caso parece que la calidad no es tan importante.
En fin Álvaro, siempre aprenderemos mucho de ti, tus comentario resultan interesantes y constructivos.
😉 Más bien digamos que tiendo a la polémica 😉
Cierto es que están proliferando nuevas bodegas probablemente al amparo de esa demanda de producto local. Y obviamente, aunque la técnica exista y los vinos ser produzcan de forma impecable, con viñas muy jóvenes y poco rodaje lo normal es que den lugar a vinos poco definidos.
Recuerdo comentarios de algunos bodegueros valencianos, ahora establecidos, que vendían año tras año su producción bajo marcas blancas a cadenas super-discount para su distribución a bajo coste en otros mercados, hasta que el producto alcanzó los mínimos de calidad que se habían fijado para su propia marca.
Lo del chauvinismo lo decía porque es algo que uno se encuentra con facilidad en España. El consumidor español tiende a despreciar la producción de los llamados vinos del Nuevo Mundo por pensar que tienen escasa tradicción vitivinícola. Pero también es cierto que una mayoría no conoce el vino italiano más allá del lambrusco barato.
Los chilenos y argentinos también producen vinos relativamente anodinos, sobre todo en el segmento medio y bajo. Pero también es cierto que su nivel de precios es muy competitivo, por lo que te encuentras con vinos de precio ajustado y excelente calidad.
Pero como decía, a pesar de la «falta de tradición» los cabernets y chardonnay californianos ya son una categoría en si mismos, al igual que los shiraz australianos. Al fin y al cabo los productores de esas zonas suelen ser familias de viticultores francesas o italianas. Incluso españolas.