Hace unos meses la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) presentó el informe Estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo 2019, documento en el que se destacaba que, probablemente, no se podría alcanzar el Objetivo de Desarrollo Sostenible del Hambre Cero para el año 2030. Pues bien, con motivo de la celebración del Día Mundial de la Alimentación 2019 que tendrá lugar el próximo 16 de octubre, la FAO ha presentado el nuevo informe Estado de la Alimentación y la Agricultura 2019.
Se trata de un informe que centra especialmente la atención en la pérdida y desperdicio de alimentos, recordemos que se trata de dos conceptos parecidos pero distintos de los que la FAO ya habló en su momento, pero que juntos abarcan el despilfarro de alimentos en toda la cadena alimentaria. Lo cierto es que la idea de que los alimentos se pierden o desperdician parece simple, pero en la práctica no existe una definición comúnmente acordada a pesar de que se haya realizado una diferenciación.
La pérdida de alimentos ocurre a lo largo de la cadena de suministro alimentario, desde la cosecha hasta el eslabón del minorista, pero sin incluirlo, el desperdicio se produce a partir del eslabón de la cadena alimentaria que corresponde al minorista y en adelante, finalizando en el consumidor. Claro, que también se puede hablar de una pérdida económica, por ejemplo, cuando los alimentos se destinan a otros usos como la alimentación animal, pero no se considera una pérdida o desperdicio de alimentos, algo en lo que no estamos del todo de acuerdo. No es la primera vez que por temas económicos, como una guerra de precios, una cosecha destinada al consumo humano no llega al mercado y se destina al consumo animal.
El caso es que en este documento se proporciona información sobre la cantidad de alimentos que se pierde y desperdicia, dónde se producen las pérdidas en cada uno de los eslabones de la cadena alimentaria y las razones. Según los datos de la investigación, en su trayecto del campo al minorista se pierde un 14% de los productos alimenticios, en el documento se proporcionan cifras y gráficos sobre esta pérdida según el tipo de producto, cereales y legumbres, frutas y alimentos vegetales, carne y productos de origen animal, etc. Se señalan las causas importantes de las pérdidas, por ejemplo, en la granja o el campo, un tiempo de cosecha inadecuado, las condiciones climáticas, las malas prácticas en las cosechas y su gestión, problemas en la comercialización de los productos recolectados, etc.
En el almacén, se apuntan como principales causas un almacenamiento inadecuado y las decisiones que se toman en las primeras etapas de la cadena de suministro que provocan que los productos alimenticios tengan una vida útil más corta. En el transporte se apunta la necesidad de contar con una correcta infraestructura y una logística comercial eficiente como puntos clave para prevenir la pérdida de alimentos. En este caso, se considera que el procesamiento y empaquetado juegan un papel importante en la conservación de los alimentos, por ello, el informe apunta que las pérdidas son causadas, en muchas ocasiones, por unas instalaciones inadecuadas, por un mal funcionamiento técnico y por errores humanos.
Se señalan todos los posibles problemas en cada eslabón de la cadena alimentaria, ya que el conocimiento es necesario para poder aplicar las soluciones oportunas. Para proporcionar más claridad sobre el tema, se hace una diferenciación entre pérdida y desperdicio alimentario mediante dos indicadores, el Índice de pérdida de alimentos y el Índice de desperdicio de alimentos, de este modo se puede medir con más precisión la cantidad de alimentos que se pierden durante le proceso de producción, en la cadena de suministros y en la mesa de consumidor.
El informe ‘Estado de la Alimentación y la Agricultura 2019’ está dividido es seis capítulos, en ellos se identifican los puntos donde se producen la pérdidas y el desperdicio, cómo se lleva a cabo la monitorización de ambos problemas, cómo se puede reducir la pérdida y desperdicio de alimentos, qué implicaciones tienen para la seguridad alimentaria y la nutrición, cómo afectan a la sostenibilidad y al medioambiente el problema, y qué políticas se pueden llevar a cabo para reducir la pérdida y desperdicio alimentario.
En el documento se insta a los países a que aumenten sus esfuerzos en la lucha contra las causas que provocan la pérdida y desperdicio alimentario en cada uno de los eslabones de la cadena alimentaria, proporciona información y orientación sobre las políticas e intervenciones que se pueden llevar a cabo, se invita a seguir una nueva metodología que permita medir los progresos realizados y presentarlos, etc. Es un texto interesante, seguir el plan que traza ayudaría a alcanzar el Objetivo de Desarrollo Sostenible del Hambre Cero para el año 2030 (ODS 2), es decir, a terminar con todas las formas de hambre y desnutrición para el año 2030, mejoraría la seguridad alimentaria, la sostenibilidad, la economía, etc.
A través de este artículo de la página oficial de la FAO, podréis conocer más detalles sobre la presentación del informe, yen este otro (Pdf) podréis leer el informe completo.