Tras las dimensiones que ha adquirido el caso del fraude de la carne de caballo, los Ministros comunitarios han planteado diferentes medidas para que no vuelva a ocurrir este tipo de fraudes al consumidor. Una de las medidas barajadas por el Ministro de Agricultura francés es etiquetar los alimentos transformados, la lógica nos haría creer que sería una medida aceptada por los representantes de cada país miembro, sin embargo, nos ha sorprendido saber que España no está a favor del etiquetado de los alimentos transformados.
El representante de nuestro país considera que identificar el origen de los alimentos transformados, en este caso los alimentos cárnicos es una medida innecesaria. No hemos conocido las razones argumentadas, pero sería interesante conocerlas, no tiene sentido oponerse a un etiquetado que ofrecería información, confianza y seguridad a los consumidores. Ya han pasado varias semanas desde que se detectaron los primeros casos de fraude en las hamburguesas de vacuno con carne de caballo en Irlanda y Reino Unido, a partir de este descubrimiento se han ido sucediendo las denuncias en varios países y afectando a diferentes alimentos procesados, ya sean enlatados, preparados o congelados, muchos pertenecen a grandes marcas que ensalzan la calidad de sus productos y los valores de la marca, como por ejemplo Findus, Nestlé, Buitoni, etc.
De acuerdo que en principio se determinaba que no representa un peligro para los consumidores, comer carne de caballo no afecta a la seguridad alimentaria, pero aparecieron algunos casos en los que la carne de caballo contenía rastros de fenilbutazona, medicamento empleado para el dolor crónico que se emplea en animales como los perros o los caballos, en los seres humanos su uso es muy limitado a causa de sus efectos adversos severos, provoca la supresión de glóbulos rojos o el desarrollo incompleto (o defectuoso) de las líneas celulares de la médula ósea entre otras cosas. El caso es que la huella de los productos con carne de caballo se encuentra en prácticamente todos los países europeos e incluso se han detectado en otros continentes por la exportación, se siguen realizando pruebas de ADN e inspecciones en Europa y en otros países del mundo.
Asignar responsabilidades es complicado y más cuando intervienen tantos operadores e intermediarios, se llega a hablar de una mafia industrial organizada, sobre el tema se está investigando en profundidad y las actuaciones están siendo coordinadas por Europol (Oficina Europea de Policía). En Francia se ha trazado un primer circuito que implica a la carne de caballo rumana, ésta ha pasado por los operadores holandeses y chipriotas, a su vez estos han comercializado los productos a subcontratistas y distribuidores, ramificando considerablemente los destinos de los alimentos procesados. Claro, que existen muchos circuitos más y se trabaja para poder desvelar todo el entramado. Pero, ¿por qué el fraude del etiquetado?, la respuesta es obvia, según los expertos la carne de caballo es hasta un 30% más económica que la de vacuno, así que dada la dimensión del problema, el fraude económico es muy elevado.
Bruselas aborda de nuevo el problema y hoy se celebra una reunión tratando el tema del etiquetado, la mayoría de los eurodiputados solicitan más pruebas y controles, también solicitan cambios en la legislación de las etiquetas alimentarias. Como decíamos, ayer se abordaba esta cuestión y España rechazaba la propuesta francesa no considerando necesaria la identificación del origen de los productos alimentarios transformados, algo que seguramente muchas personas no entenderán, posiblemente de este tema se hablará de nuevo. De momento y según leemos aquí, el Comisario de Salud y Consumo de la UE pide a todos los países miembros que se impongan sanciones severas, puntualiza que espera que a raíz de esta experiencia, los países se decidan a sancionar con más dureza de lo que lo hacen actualmente.
Se lanza nuevamente el mensaje de tranquilidad, los productos no son perjudiciales para la salud, los países comunitarios se enfrentan a un fraude de tipo económico, el mercado único ha favorecido que este problema se extendiera con facilidad, lo que pone de manifiesto que los controles individuales no son efectivos. La parte positiva es que a raíz de los acontecimientos se han puesto en marcha mecanismos más efectivos para luchar contra el fraude, como por ejemplo las pruebas de ADN, algo que se plantea generalizar en todos los estados miembros.
En fin, de este tema seguiremos hablando, esperemos que se apruebe un cambio en la legislación del etiquetado alimentario y que se identifique el origen de los alimentos, con ello se complicarían este tipo de fraudes. Por otro lado también esperamos saber por qué España no ve con buenos ojos este tipo de identificación del origen de las carnes.