El Gobierno de Escocia, una de las cuatro naciones que constituyen el Reino Unido, va a solicitar a la Unión Europea ser excluida de las políticas comunitarias relacionadas con los alimentos transgénicos. Richard Lochhead, secretario de asuntos rurales de Escocia, explica que se pretende proteger el concepto “limpio y verde” que se asocia a la nación de la amenaza de los alimentos modificados genéticamente. Declara que Escocia es conocida en todo el mundo por sus paisajes y entornos naturales, algo que ofuscaría la introducción de los transgénicos.
Escocia no quiere saber nada de los cultivos transgénicos y su decisión ha sido aplaudida con entusiasmo por quienes defienden la agricultura tradicional o ecológica, en cambio, ha sido una decisión criticada por algunos agricultores y por la industria biotecnológica, han reaccionado con decepción y critican que se quieran cerrar puertas y opciones de futuro. Claro, que una cosa es lo que quiera el Gobierno de Escocia y otra que la UE acepte de buen grado que la nación sea excluida de las políticas europeas en materia de alimentos biotecnológicos (la actual ley en teoría lo permitiría).
La decisión se respalda con la certeza de que no hay evidencias de que exista una importante demanda de cultivos modificados genéticamente por los consumidores escoceses, Richard Lochhead considera que permitir este tipo de cultivos es jugarse el futuro y afectaría a la industria de los alimentos y bebidas de la nación. El Secretario de Asuntos Rurales explica que la industria de la alimentación y las bebidas tiene un gran potencial, su cotización es superior por su calidad, no quiere que se destruya por los cultivos transgénicos y explica que ha escuchado directamente de agricultores de otros países, que están abandonando los cultivos de alimentos modificados genéticamente por la reacción que tienen los consumidores ante ellos.
Lo cierto es que se pueden argumentar muchas cuestiones y si se pueden respaldar con una base científica mejor, pero una justificación como la de decir “me lo han contado” no tiene mucho sentido. Hubiera sido preferible hablar de la adopción del principio de precaución o simplemente hacer valer su derecho a aplicar la ley comunitaria sobre estas cuestiones. En la solicitud que se va a presentar a la UE, se pedirá que Escocia sea excluida de cualquier regulación o consentimiento por parte de la Unión Europea para el cultivo de alimentos modificados genéticamente (de momento hay seis productos pendientes de aprobación), incluyendo alimentos ya aprobados como el maíz Mon 810 de Monsanto.
Esta solicitud se realiza bajo el amparo de la ley europea que permite que cada Estado miembro pueda decidir aprobar o prohibir los cultivos transgénicos en su territorio o parte de él. Recordemos que esta reforma de la legislación estuvo bloqueada durante cuatro años por los desacuerdos existentes entre los países a favor y en contra de los alimentos modificados genéticamente.
Sin embargo, hay otras cuestiones que no se van a modificar, la prohibición no afectará a las investigaciones con transgénicos que se llevan a cabo en suelo escocés, en instituciones como el Instituto Rowett de Salud y Nutrición o el Instituto James Hutton. Tampoco se habla de la importación de alimentos transgénicos o de la posible introducción masiva de alimentos modificados genéticamente como consecuencia del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos, tratado del que ya hemos hablado en otras ocasiones y que se ve como una amenaza para la seguridad alimentaria de Europa.
Richard Lochhead explica que va a aprovechar al máximo la flexibilidad permitida por la legislación comunitaria para que se prohíban los cultivos transgénicos en suelo escocés. Explica que Escocia se une a un creciente movimiento de países y regiones de todo el mundo que expresan su rechazo a los cultivos transgénicos por suponer una amenaza para la salud humana, el medio ambiente y los medios de subsistencia con los que cuentan los agricultores.
Según leemos aquí, otras organizaciones ambientales como Nourish Scotland celebran la decisión y recuerdan que este tipo de cultivos están asociados al uso intensivo del glifosato, considerado recientemente por el Centro Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer como una sustancia posiblemente cancerígena para los seres humanos, recordemos en este caso que la EFSA (Agencia de Seguridad Alimentaria de la Unión Europea) va a evaluar los resultados del IARC.
Quienes están en contra de la decisión adoptada por el Gobierno de Escocia consideran que las decisiones de este tipo se deben tomar basándose en la ciencia, por otro lado argumentan que este tipo de cultivos podrían jugar un papel importante en la agricultura sostenible a la vez que se protegería el medio ambiente. Por su parte, las grandes compañías biotecnológicas argumentan que es muy fácil prohibir los cultivos de transgénicos, pero será interesante comprobar si cambian de postura una vez que los agricultores escoceses se encuentren en desventaja y pierdan competitividad.
En definitiva, Escocia se posiciona contra el cultivo de alimentos modificados genéticamente, ahora habrá que esperar a que realicen la petición indicada a Bruselas y conocer cuál será la respuesta de la Comunidad Europea.