Hoy conocemos un estudio realizado por expertos de la Universidad de Minnesota (estados Unidos), en el que se concluye que más del 90% de los casos de listeriosis están relacionados con la ingesta de fiambres (alimentos cárnicos procesados como los embutidos o las salchichas). Recordemos que la listeriosis es una infección grave que suele ser causada por el consumo de alimentos que han sido contaminados con la bacteria Listeria monocytogenes.
La verdad es que no solo es un riesgo comprar fiambres en Estados Unidos, recordemos que otros estudios apuntan a la contaminación por listeriosis en otros alimentos, por ejemplo, las gambas congeladas, ya sean crudas o cocidas, están contaminadas por diferentes bacterias como la E. coli, Salmonella, Vibrio o Listeria. Lo cierto es que parecen existir muchos problemas en materia de seguridad alimentaria en el país, se puede citar por ejemplo este estudio que resulta llamativo, ya que concluía que casi un 80% de la carne que se comercializa en EE.UU estaba contaminada con bacterias resistentes a los antibióticos.
El nuevo estudio titulado “Modelo de evaluación de riesgos cuantitativos para investigar el impacto en la salud pública, de los diferentes niveles permitidos de Listeria monocytogenes en diferentes productos alimenticios: un análisis retrospectivo”, tenía como cometido realizar un análisis sobre los cambios que se han producido en la prevalencia y concentración de la bacteria Listeria monocytogenes en varios productos alimenticios, como los fiambres, diferentes tipos de quesos, ensaladas preparadas, verduras congeladas y mariscos, en las últimas tres décadas. Posteriormente se estimaría el efecto total en la salud pública con la retirada del mercado de los lotes con un cierto nivel de contaminación.
La investigación determinó que la carne de charcutería alcanzaba más del 90% de las infecciones por Listeria monocytogenes, le siguen las ensaladas preparadas con aproximadamente un 5%, y los quesos suaves y semisuaves junto con los mariscos listos para el consumo, con un índice que varió entre el 0’5 y el 1%. Los alimentos con menos índice de contaminación fueron las verduras congeladas, que supusieron entre el 0’2 y el 0’3% de los casos de listeriosis.
Los resultados sugieren que sería interesante que se llevaran a cabo pruebas aleatorias de los lotes de estos alimentos, así como crear una definición de límites regulatorios cuantitativos permisibles para los productos listos para el consumo, a fin de reducir el impacto en la salud pública de la contaminación por la bacteria Listeria monocytogenes. Se espera que los resultados sean de ayuda para que las autoridades competentes puedan formular estrategias efectivas de gestión de riesgos, teniendo en cuenta los niveles de riesgo en cada grupo alimentario, y determinar el umbral de tolerancia a la hora de introducir los controles preventivos.
Para conocer más detalles sobre la listeriosis, merece la pena ver este vídeo en el que Ernesto Liébana, investigador de la EFSA (Agencia de Seguridad Alimentaria de la Unión Europea), explica de forma resumida, pero clara y concisa, qué es y cómo se produce la listeriosis en los seres humanos, cuál es la ruta principal de la enfermedad, cuáles son los síntomas, etc. Merece la pena destacar que en la UE, el nivel máximo de la listeria monocytogenes en los alimentos está cuantificado en 100 ufc/g (unidades formadoras de colonias), es el mismo nivel que en Estados Unidos, pero este país determina que esta cantidad se refiere a alimentos que no favorecen el crecimiento de la bacteria, y sin que se haya determinado definitivamente el nivel de seguridad para los alimentos que sí favorecen el crecimiento.
Resulta llamativo saber que no existe una regulación en firme, sino una serie de pautas higiénicas voluntarias, como procedimientos operativos estándar y buenas prácticas minoristas, a fin de minimizar la contaminación y el crecimiento de la bacteria en supermercados, tiendas de alimentación, etc. Podéis conocer más detalles de la investigación a través de la página de la universidad, y en este otro publicado en la revista científica International Journal of Food Microbiology.
Foto 2 | Betelgeux