En España el precio podría ser determinante a la hora de comprar carne de cultivo celular

Hoy conocemos los resultados de una investigación realizada por expertos de la Universidad de Copenhague (Dinamarca) sobre la aceptación de la ‘carne de laboratorio’ por parte de los consumidores de países mediterráneos y según los resultados, en países como España, el precio podría ser determinante para los consumidores a la hora de comprar carne de cultivo celular.

La mayoría de estudios realizados sobre este tema se han llevado a cabo en países cuyo consumo de carne es elevado, como Estados Unidos, por eso se planteó realizar un estudio para saber cuál sería la aceptación de la carne de cultivo celular en países donde el consumo de carne es algo más moderado, como es el caso de los países mediterráneos. Los investigadores querían averiguar si los consumidores de España, Croacia y Grecia estarían dispuestos a probar este tipo de carne y si la comprarían de forma regular. Eligieron estos países por ser mediterráneos y por compartir un patrón dietético similar, la Dieta Mediterránea, asociada a una mejor salud y sostenibilidad.

Merece la pena recordar que la carne procedente del cultivo celular se presenta como una solución para aquellos consumidores que no desean eliminar la carne de su dieta, pero se preocupan por el bienestar animal, el medioambiente y la salud. La denominada carne a base de células se presenta como más respetuosa con el medio ambiente, su producción consume muchos menos recursos que la ganadería tradicional, no contiene antibióticos u otros productos químicos, se obtiene sin necesidad de matar animales, su producción no se asocia a la aparición de pandemias como, por ejemplo, la gripe aviar, se pueden producir diferentes tipos de cortes y, en teoría, su precio debe ser equivalente o inferior al de la carne convencional.

Según los expertos, cambiar la carne tradicional por la carne de cultivo celular ofrece hoy por hoy una solución porque, de momento, que los consumidores eliminen la carne de su alimentación no se prevé, basta con saber que según la European Vegetarian Union, sólo un 6% de la población europea sigue una dieta sin carne. Por tanto, una posible solución a corto plazo es una producción y consumo más sostenible que el actual, algo que ofrecen las empresas que se dedican a la investigación y producción de la carne de cultivo celular.

En la Dieta Mediterránea el consumo de carne es relativamente bajo, algo que, según los investigadores, puede ser beneficioso en el cambio de la carne convencional a la carne de cultivo, aunque esto no nos queda muy claro, más de un consumidor puede pensar que si come poca carne, que esta sea tradicional y de calidad. De los resultados de la investigación se desprende que un 60% de los consumidores consideraba que la carne de cultivo celular era más “amable” con los animales, casi un 45% consideró que era más saludable y beneficiaba al medio ambiente.

Sobre el sabor de la carne a base de células, parece ser que un 16% consideraba que era una carne más sabrosa (algo curioso, sobre todo sabiendo que no está a la venta y que en teoría no la han probado). También se destaca que un 57% consideraba este tipo de carne un alimento antinatural, lo que muestra un posible panorama de rechazo, sin embargo, a la hora de hablar de precio, más del 50% de los encuestados afirmó que compraría este tipo de carne si su precio fuera menor que el de la carne tradicional. Por lo tanto, se concluye que el precio es un factor determinante para la introducción del producto en el mercado. Al final, el carácter medioambiental, el respeto animal y otras cuestiones éticas quedan relegadas a un segundo lugar, y no es algo que nos sorprenda, ocurre con otros muchos alimentos.

En definitiva, es probable que los consumidores de España, Grecia y Croacia compren carne de cultivo celular si es asequible, por eso los expertos consideran importante realizar mayores esfuerzos para sensibilizar a los consumidores sobre de la importancia del carácter saludable, ambiental y ético de la carne cultivada. Podéis conocer todos los detalles de la investigación a través de este artículo publicado en la página de la Universidad de Copenhague, y en este otro publicado en la revista científica Nutrients.

Artículos relacionados